Pekín. Global Times.
Recientemente, Estados Unidos ha intensificado su retórica contra la cooperación entre China y América Latina.
Según Associated Press, el Secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, declaró el miércoles que “el ejército chino tiene una presencia demasiado grande en el hemisferio occidental”, y sólo un día antes afirmó que China supone “una amenaza para el Canal de Panamá”.
Durante mucho tiempo, Estados Unidos ha considerado América Latina y el Caribe como su “patio trasero”. Para desacreditar las actividades normales de otros países de América Latina y obligar a las naciones de la región a tomar partido, EEUU no ha escatimado esfuerzos en montar una farsa de la “Doctrina Monroe” tras otra.
Ya sea exagerando la “presencia militar” de China o vinculando maliciosamente a China con la cuestión del Canal de Panamá, Estados Unidos está empleando el viejo truco de “un ladrón que grita «alto ladrón»”, en un intento de expulsar a China de la región.
Pan Deng, director del Centro de Derecho de la Región de América Latina y el Caribe de la Universidad China de Ciencias Políticas y Derecho, declaró al Global Times que es falsa la afirmación de que la presencia militar de China es “demasiado grande”. Es EEUU quien mantiene una presencia militar sustancial, operando actualmente alrededor de 76 bases militares en la región.
Pan afirmó que China ni tiene bases militares ni despliega tropas en la región, por lo que la afirmación estadounidense de que China está adquiriendo una “ventaja militar” en América Latina carece de todo fundamento.
Durante su visita, Hegseth planteó abiertamente la idea de que las tropas estadounidenses regresaran a Panamá para “asegurar” su canal, de vital importancia estratégica.
Esto refleja claramente la intención de Estados Unidos de utilizar presiones militares y políticas para obligar a los países latinoamericanos a obedecer, afirmó Lin Hua, investigador adjunto del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales.
Señaló que, a lo largo de los más de dos siglos transcurridos desde que se introdujo la “Doctrina Monroe”, las naciones latinoamericanas se han resentido cada vez más del hegemonismo y el unilateralismo de Estados Unidos.
La Doctrina Monroe es sinónimo de afirmación del dominio estadounidense sobre la región. El acoso de Estados Unidos a sus vecinos ha continuado hasta nuestros días y se ha intensificado.
Estados Unidos exige el control del Canal de Panamá y presiona a Colombia para que acepte a los inmigrantes deportados de Estados Unidos… Está claro quién coacciona exactamente a los países vecinos para que se conviertan en “estados vasallos”.
No es de extrañar que los mexicanos digan: “Pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de EEUU”.
Por el contrario, la cooperación beneficiosa para todos es la palabra clave en las relaciones entre China y América Latina. En los últimos años, la cooperación económica y comercial entre China y América Latina se ha profundizado y ha dado resultados concretos.
Desde el puerto peruano de Chancay hasta el proyecto fotovoltaico brasileño de Mauriti, y desde los productos agrícolas latinoamericanos hasta los electrodomésticos y automóviles de fabricación china, el camino hacia una próspera cooperación beneficiosa para ambas partes se está ampliando. Estos proyectos de colaboración son muy bien acogidos por las comunidades locales, que los consideran una “escalera para el desarrollo”.
El Presidente Xi Jinping envió el jueves un mensaje de felicitación a la IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Afirmó que China y América Latina han profundizado la confianza política, ampliado la cooperación práctica y mejorado los intercambios entre personas, aportando beneficios a ambos pueblos y sirviendo de ejemplo para la cooperación Sur-Sur.
China da la bienvenida a una cooperación que promueva genuinamente el desarrollo.
Si EEUU sigue enfocando los asuntos latinoamericanos desde el punto de vista y los principios de la Doctrina Monroe –desprestigiando la legítima cooperación de China al tiempo que interfiere en las decisiones independientes de las naciones latinoamericanas e intenta controlarlas, aferrándose a sueños coloniales obsoletos para obstaculizar la cooperación beneficiosa para ambas partes– no hará sino erosionar aún más su propia influencia en la región.