Por José Alberto Montoya Jarquín
El 18 de noviembre de 2024, en la XVII Cumbre Empresarial China-LAC en Managua, Nicaragua propuso una visión transformadora: un nuevo canal que atravesaría el país, con una extensión de 445 km desde Bluefields, en la costa caribeña, hasta Corinto, en la costa del Pacífico. Esta alternativa al Canal de Panamá sería un esfuerzo conjunto liderado por empresas latinoamericanas y caribeñas, con participación de China y abierto a la cooperación internacional. Este proyecto no es solo un esfuerzo de infraestructura, sino que representa un movimiento por el avance económico, la autodeterminación y la modernización digna para Nicaragua y los pueblos oprimidos de América Latina. El canal propuesto ofrece un futuro en el que América Latina controle sus propias rutas comerciales y su destino económico, fomentando la unidad y el empoderamiento regionales.
La idea de un canal a través de Nicaragua no es nueva. Nicaragua fue considerada originalmente junto con Panamá como un sitio potencial para el canal, y su ruta de tránsito se convirtió en una ruta clave durante la Fiebre del Oro. Si bien Panamá fue finalmente elegida, los gobiernos nicaragüenses progresistas posteriores buscaron construir un canal con la ayuda de las potencias mundiales, solo para enfrentar la intervención de los EE. UU., que culminó en un tratado que le otorgó a los EE. UU. derechos exclusivos para construir un canal en Nicaragua, derechos que nunca utilizó, únicamente para evitar que otros lo hicieran. En la década de 1930, el líder revolucionario nicaragüense Augusto Sandino revivió el proyecto como una visión panamericanista histórica, un canal propiedad de y operado por una América Latina unida y los Estados Unidos. La propuesta renovada de hoy llega en un momento en que la región se está afirmando en un mundo multipolar, buscando la cooperación en lugar de la subordinación. Esta visión renovada del panamericanismo, encarnada en la propuesta del canal, es un llamado a la unidad regional contra las fuerzas del imperialismo.
Rubio y la renovada amenaza del imperialismo
Esta audaz iniciativa coincide con una peligrosa escalada de la agresión estadounidense bajo el mando del recién elegido Secretario de Estado Marco Rubio, un político conocido por su celo imperialista. Rubio ha apoyado constantemente las intervenciones estadounidenses y los esfuerzos de cambio de régimen, propugnando invasiones y sanciones que paralizan a los gobiernos socialistas. Como lo ha llamado el periodista nicaragüense Benjamin Norton, Rubio es el “rey de los neoconservadores”.
Los vínculos de Rubio con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED) ponen de relieve su papel en la desestabilización de los países socialistas. Estas organizaciones, que durante mucho tiempo han sido herramientas del imperialismo estadounidense, han socavado sistemáticamente a los gobiernos latinoamericanos que se resisten a la influencia estadounidense, a menudo bajo el pretexto de promover la democracia. Sus acciones, que incluyen el apoyo a golpes de Estado y la financiación de grupos de oposición, han tenido como objetivo mantener el dominio estadounidense. Las fotos públicas y los tuits de Rubio con líderes estudiantiles involucrados en el intento de golpe de Estado de Nicaragua de 2018 subrayan su apoyo a los disturbios.
El golpe de Estado de 2018, presentado como un movimiento de protesta, pretendía derrocar al gobierno electo de Nicaragua, desatando el caos y la violencia. A pesar de los trastornos, el pueblo nicaragüense resistió y el gobierno emergió fortalecido, afianzando aún más su camino revolucionario.
El progreso revolucionario de Nicaragua
La hostilidad de Rubio hacia Nicaragua tiene su raíz en la notable capacidad de recuperación del país. En la última década, a pesar de las incesantes sanciones e intervenciones de Estados Unidos, Nicaragua ha alcanzado hitos sociales y económicos que rivalizan incluso con los de las naciones más ricas:
Salud y educación: El gobierno sandinista dedica el 43% de su presupuesto a salud y educación gratuitas, construyendo la red hospitalaria más grande de Centroamérica y ofreciendo educación multilingüe adaptada a las comunidades indígenas.
Crecimiento económico: el PIB, las exportaciones y el PIB per cápita se han triplicado. La energía renovable abastece al 62,7% del país, la cobertura eléctrica ha alcanzado el 99,3% y el acceso al agua potable se ha duplicado.
Infraestructura y reducción de la pobreza: Nicaragua ha construido más de 4.600 km de carreteras y puentes, reduciendo la pobreza general del 48,3% en 2005 a sólo el 13,3% en 2022.
Reconocimiento y apoyo público: En 2022, Nicaragua ocupó el séptimo lugar a nivel mundial en igualdad de género y el décimo en felicidad entre los países de las Américas. El compromiso del gobierno con el bienestar social se refleja en un índice de aprobación del 83% al presidente Daniel Ortega.
Estos logros reflejan el éxito del gobierno revolucionario de Nicaragua y su compromiso con el bienestar de su pueblo, convirtiéndolo en un blanco de la agresión estadounidense.
El Canal: un símbolo de unidad multipolar
El canal propuesto es un símbolo de resistencia a la dependencia y un modelo de desarrollo autodeterminado. Si bien el Canal de Panamá desempeña un papel importante en el comercio mundial, el canal propuesto en Nicaragua pretende proporcionar una ruta adicional que fortalezca la autodeterminación regional. El proyecto refleja el sueño de Sandino de una América Latina unida y se alinea con la creciente integración del continente en un mundo multipolar.
La Cumbre Empresarial China-LAC, junto con otros eventos próximos como la cumbre de la APEC en Perú en 2024 y las cumbres del G20 y los BRICS en Brasil en 2025, señalan una región cada vez más alineada con las potencias globales que desafían el dominio exclusivo de Estados Unidos. Un canal nicaragüense podría convertirse en una piedra angular de este nuevo orden, consolidando el papel de América Latina como actor clave en el comercio y la cooperación globales.
Rubio: el rey de los neoconservadores y el legado de la intervención estadounidense
El nombramiento de Rubio como Secretario de Estado representa una escalada cualitativa de la agresión imperialista estadounidense, que encaja en un patrón histórico del neoconservadurismo estadounidense contra América Latina. Más allá de sus vínculos con el intento de golpe de Estado de 2018, la retórica de Rubio revela una estrategia desesperada para reprimir a los estados socialistas y las alianzas multipolares. Ha abogado por revivir las tácticas de la era McCarthy, impulsando leyes para silenciar a los medios de comunicación simpatizantes de China o de los gobiernos socialistas de Nicaragua, Cuba y Venezuela.
Esta “Troika del Terror”, como la ha denominado la administración Trump, ha sido un punto focal del intervencionismo estadounidense. John Bolton, entonces asesor de Seguridad Nacional del presidente Trump, describió a estas naciones como la “cuna del comunismo en el hemisferio occidental”, lo que refleja la obsesión ideológica que ha impulsado décadas de agresión. El costo humano de esta política ha sido asombroso, desde bloqueos económicos hasta operaciones encubiertas que desestabilizan sociedades y socavan la soberanía.
El costo del imperialismo y la lucha que se avecina
Para Nicaragua, el ascenso de Rubio al poder es una señal de que se intensificarán las sanciones, las campañas de propaganda y los intentos encubiertos de socavar a su gobierno revolucionario. Sin embargo, como ha demostrado la historia, la resistencia del pueblo nicaragüense ha frustrado repetidamente los designios estadounidenses. La propuesta del canal es a la vez un símbolo de ese desafío y un paso práctico hacia la soberanía económica. Además, proyectos de infraestructura de ese tipo podrían inspirar iniciativas similares en toda América Latina, fomentando la solidaridad y la resistencia regionales.
El futuro de la región depende de la cooperación, la solidaridad y la resistencia al imperialismo. Iniciativas como el canal, combinadas con la participación en los BRICS, la APEC y las alianzas China-LAC, representan un camino a seguir para los países que buscan trazar su destino libre de la dominación estadounidense.
Defender la soberanía y promover el progreso colectivo
La batalla por la propuesta de construcción del canal en Nicaragua encapsula la lucha más amplia entre el imperialismo y la soberanía en América Latina. Esta visión canaliza el espíritu revolucionario de Sandino y ofrece una hoja de ruta para la unidad y la resistencia frente a la agresión estadounidense. Mientras tanto, el nombramiento de Rubio subraya la urgencia de defender los logros socialistas frente a las crecientes amenazas.
A medida que América Latina avanza en un mundo multipolar, los riesgos para países como Nicaragua, Cuba y Venezuela nunca han sido mayores. Sus logros revolucionarios, a pesar de los incesantes ataques imperialistas, son un testimonio del poder de la resistencia colectiva. La propuesta del canal no es sólo un proyecto; es un llamado a la acción para todos los que se oponen al imperialismo y apoyan un futuro definido por la solidaridad, la soberanía y la prosperidad compartida. Los partidarios internacionales pueden contribuir amplificando la lucha de Nicaragua, organizando campañas de solidaridad y apoyando a las organizaciones de base en la región. Acciones como el cabildeo contra las sanciones, la sensibilización a través de eventos comunitarios y el apoyo a proyectos locales en Nicaragua pueden ayudar a proteger y sostener el progreso que se está logrando.