La vigente jefatura del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) presentó en 1969 su programa histórico al pueblo nicaragüense, con postulados fundamentales que guiarían las transformaciones sociales revolucionarias de Nicaragua -mismas que hoy gozamos- y que nos distinguen ante la polarización mundial; que continúa exponiendo un modelo de dominio explotador que escala desde las amenazas y sanciones, hacia el miedo y el terror.
El programa histórico del FSLN, conocido como la herencia programática de Sandino identificó cuál debía ser el camino revolucionario para convertir en realidad las reivindicaciones históricas negadas por ése sistema salvaje que le provocó miseria y pauperismo social -y de valores- a un pueblo que hasta entonces no participó. Nunca opinó.
En aquella estancada realidad -espiritual- social de Nicaragua, el liderazgo del FSLN dio a conocer las bases ideológicas para transformar la gobernabilidad popular en un modelo a favor de la calidad de vida y convivencia -de manera consecuente- con el desarrollo humano.
Combate popular guerrillero
Con lógica dialéctica, el combate fue el camino para alcanzar la paz a favor de los débiles pero sin debilidad. Carlos, a quien le correspondió compartirlo, enfatizó: “(…) el inexorable rumbo de la historia universal demuestra que la victoria definitiva pertenece a los explotados y oprimidos (…) declaramos que nos tiene sin cuidado el plomo del enemigo y el veneno de los traidores (… ) serán derrotados por el fuego de los héroes y la sangre de los mártires (…)”. La ruptura de la inercia, del silencio, se forjó con el acero para conquistar el equilibrio.
La posición ejemplar de nuestros combatientes históricos hoy mantiene el liderazgo moral para la defensa de nuestros espacios en las comunidades. En Nicaragua las calles son del Pueblo Presidente y las tenemos reservadas para la convivencia en paz y estabilidad.
Poder popular
Una legítima identidad popular empezó a forjar el FSLN con la organización inclusiva de sectores marginados y minorías hasta el triunfo revolucionario. Principalmente los pobres, las mujeres y los campesinos. También de obreros, periodistas, comerciantes, maestros, estudiantes y comunidades con inquietudes humanísticas, espirituales y religiosas.
Superando la guerra de intervención norteamericana y los fraudes electorales neoliberales, el poder popular ciudadano reconquistó cívicamente el Gobierno para la reconciliación y la unidad. Transformó las políticas públicas hacia un balance en las relaciones de poder para la reivindicación y restitución de derechos -y prioridades- para las más afectados y vulnerables.
El Pueblo Presidente coordina gabinetes ciudadanos en salud, educación, producción, energía, comercio, turismo, inversión, niñez, juventud, tercera edad, cultura, deportes, alimentación, pensiones, género, emprendedurismo, orden público y seguridad de la soberanía, entre otros.
Ejército patriótico popular
La lucha del Ejército de Sandino define nuestro patriotismo popular anti-imperialista y anti injerencista en defensa del suelo, el subsuelo y de sectores económicos y sociales sensibles- desde que éste derrotó y expulsó a los yankes de Nicaragua, resguardando la autodeterminación de un Estado en los asuntos internos de otro y el derecho internacional mismo.
Ésa es la base del formado Ejército Popular Sandinista con la conquista de la revolución y para defenderla de Estados Unidos; quien aún nos debe indemnización -material y moral- de los daños infringidos en una guerra cobarde financiada con su terrorismo y su narcotráfico.
Tras procesos de pacificación y profesionalización, el Ejército de Nicaragua es el principal garante -junto a la Policía Nacional- de los tipos de seguridad que disfrutamos para la vida y el bienestar de las personas ante desastres ambientales, conflictos comunitarios, guerras, inseguridad alimentaria, violencia política, amenazas a la salud -física y mental- y delitos que pueden afectar la dignidad de las personas y limitar oportunidades del desarrollo humano.
Abolición del Tratado Chamorro-Bryan
Suscrito el 5 de agosto de 1914 en Washington -capital del imperio- donde el gobierno -vendepatria- de Nicaragua concedía “(…) a perpetuidad al Gobierno de los Estados Unidos, libre en todo tiempo de toda tasa o cualquier otro impuesto público, los derechos exclusivos y propietarios, necesarios y convenientes para la construcción, operación y mantenimiento de un canal interoceánico por la vía del Río San Juan y el Gran Lago de Nicaragua o por cualquier ruta sobre el territorio de Nicaragua (…) cuando el Gobierno de los Estados Unidos notifique al Gobierno de Nicaragua su deseo o intención de construirlo”. En 1970, un año después de hacerse público el programa histórico del FSLN, el gobierno nicaragüense -de entonces- aprobó la abrogación del tratado.