Varios partidos políticos de izquierda han subido al poder en países latinoamericanos como ocurrió en Perú y Chile en 2021. Brasil, el país más grande de América Latina, se prepara para celebrar elecciones en 2022, y el mundo espera ver si comienza una nueva ola de gobiernos de izquierda en la región.
Por otro lado, los países latinoamericanos seguirán enfrentándose en 2022 a tres tareas principales: controlar la pandemia, recuperar la economía y mejorar la calidad de vida de sus pueblos.
Se espera que este año continúe el impulso de la cooperación entre China y los países de América Latina en suministro de vacunas y relaciones económicas y comerciales, brindando así más apoyo a la recuperación económica y la lucha antipandémica de la región.
En 2022, varios países latinoamericanos celebrarán elecciones presidenciales. Costa Rica, Colombia y Brasil tienen previsto acudir a las urnas en febrero, mayo y octubre, respectivamente.
Por estas fechas, entre los candidatos presidenciales de Costa Rica, el líder en las encuestas es el expresidente José María Figueres, del izquierdista Partido Liberación Nacional.
En Colombia, Gustavo Petro, izquierdista y exalcalde de Bogotá, tiene el índice de aprobación más alto en este momento, por lo que sería posible lograr un avance histórico para las fuerzas de izquierda en Colombia.
Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil y líder del Partido de los Trabajadores, ha mantenido una gran popularidad debido a sus logros en el Gobierno y su encanto personal, y se cree que de presentarse a los comicios sin contratiempos, tiene una alta probabilidad de ganar.
Si Lula y Petro ganan las elecciones, los países más grandes de la región, que son Brasil, Argentina, México, Colombia, Chile, Perú y Venezuela, serán gobernados por la izquierda o centro-izquierda, y América Latina entrará en un nuevo ciclo de gobierno de esa tendencia política.
Esfuerzos contra Covid-19 demandan cooperación
Desde la aparición de la variante ómicron de la COVID-19, muchos países de América Latina están sufriendo una nueva ola de la epidemia. En la actualidad, la mayoría de los países latinoamericanos tienen la lucha contra la epidemia como máxima prioridad, y han endurecido las políticas de prevención, como volver a imponer el uso de mascarillas en lugares públicos.
Los países de América Latina lanzaron una campaña de vacunación a gran escala contra la COVID-19 en 2021, pero la escasez del suministro de vacunas y la baja tasa de vacunación aún afectan a la región.
Según datos publicados el pasado mes de diciembre por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la tasa de vacunación actual en América Latina es de alrededor del 57 por ciento y la tasa de vacunación entre los distintos países es extremadamente desigual.
Mientras que en Chile y Cuba esta tasa supera el 80 por ciento, la de Guatemala es solo del 25 por ciento, y la de Haití es de menos del 1 por ciento. Esta situación supone un obstáculo para la prevención y el control de la epidemia en toda la región.
En la actualidad, los países latinoamericanos obtienen vacunas principalmente de compras gubernamentales y el Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX), una iniciativa para garantizar el acceso equitativo a las vacunas liderado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
China es una de las fuentes importantes de vacunas para América Latina. Según datos de la OPS, más de la mitad de las vacunas inoculadas en Chile y Ecuador hasta el 29 de diciembre de 2021 provenían del país asiático.
China no solo proporciona vacunas directamente a los países latinoamericanos, sino que también coopera con ellos en la producción de las mismas.
En marzo de 2021 se completó en Querétaro, México, la primera línea de envasado de la vacuna de CanSino contra la COVID-19 en el extranjero, y se espera que la fábrica de vacunas de Sinovac en Chile entre en funcionamiento en abril de 2022, con una producción anual de 60 millones de dosis.
Variables en la economía
Según el pronóstico del Banco Mundial, la tasa de crecimiento económico general en América Latina alcanzaría el 6,3 por ciento en 2021, pero se estima que en 2022 y 2023 disminuya hasta un 2,8 por ciento y un 2,6 por ciento, respectivamente.
Xu Shicheng, miembro honorario de la Academia China de Ciencias Sociales, señaló que las expectativas de crecimiento económico de los países latinoamericanos en 2022 generalmente no son tan buenas como en 2021, año en que se logró un crecimiento de recuperación desde la base de la recesión económica regional, tras una contracción del 6,8 por ciento en 2020.
Sun Yanfeng, subdirector del Instituto Latinoamericano del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China, dijo que los países latinoamericanos generalmente se enfrentan al dilema de promover la recuperación económica y fortalecer la seguridad social: si adoptan políticas fiscales expansivas para estimular el crecimiento económico, no se puede evitar la alta presión inflacionaria; si continúan expandiendo el gasto público, aumentarán la carga de la deuda.
Como uno de los países con la crisis de deuda más grave de la región, la negociación de la deuda de Argentina se convertirá en el centro de atención, y su progreso en la negociación también servirá como modelo para otros países. Como Argentina actualmente carece de otras fuentes de financiamiento externo, es probable que el Gobierno implemente un programa de ajuste estructural liderado por el FMI.
La cooperación económica y comercial entre China y América Latina ha seguido creciendo de manera constante, inyectando “energía” a la economía latinoamericana. En 2021, el comercio y la inversión entre China y América Latina han mantenido un crecimiento relativamente alto.
Según datos publicados por la XIV Cumbre de Empresarios China-América Latina, de enero a septiembre de 2021 el volumen de comercio entre las partes alcanzó los 331.880 millones de dólares, un aumento interanual del 45,5 por ciento.
Cada vez más países latinoamericanos han firmado un acuerdo o memorando de cooperación de la Iniciativa de la Franja y la Ruta con China, con la esperanza de abordar el tren rápido del desarrollo económico del país asiático.