Nueva Delhi. Por M. K. Bhadrakumar (*), Indian Punchline
La breve visita del presidente ruso Vladimir Putin a Pyongyang el 19 de junio levantó mucho calor y polvareda. La firma de un Tratado de Asociación Estratégica Integral entre Putin y el líder coreano Kim Jong-un acaparó los titulares de los medios de comunicación occidentales y desató toda una serie de especulaciones sobre el nacimiento de una alianza militar que podría socavar el algoritmo de la dinámica de poder en la región del noreste asiático.
Lo sensacional del Tratado es que, al parecer, prevé que los dos países se ayuden mutuamente en caso de ataque de un tercer país. Sin duda, la geopolítica de la región puede cambiar radicalmente de rumbo si Rusia y la República Popular Democrática de Corea (RPDC) llevan su relación a un nivel cualitativamente nuevo de alianza militar. Pero las apariencias engañan, sobre todo cuando son exageradas retóricamente por ambos protagonistas.
Dejando a un lado las extraordinarias cortesías que el país anfitrión brindó a Putin a su llegada, lo cierto es que el Tratado no tiene sentido, ya que tanto Rusia como la RPDC son potencias nucleares. Y si su disuasión nuclear no puede hacerles autosuficientes en el ámbito de la seguridad, sólo Dios puede ayudarles. Además, un ataque estadounidense a la RPDC parece improbable y un ataque de EEUU a Rusia lo es aún menos.
EEUU escala y Rusia responde
En realidad, el reciente cambio de política de la Administración Biden para permitir a Ucrania utilizar armamento estadounidense para atacar a Rusia –con el apoyo y la orientación de personal de la OTAN respaldado por datos de satélite y aportaciones de los servicios de inteligencia occidentales– parece haber sido la proverbial gota que colmó el vaso de la tradicional reserva rusa. Se sabe que el proyecto de tratado lleva debatiéndose desde septiembre de 2023.
Como era de esperar, los estadounidenses están como locos porque Rusia ha puesto en jaque a EEUU en el noreste asiático, una región de máxima importancia para la estrategia global estadounidense.
El pasado fin de semana, coincidiendo con la llegada de Putin a Pyongyang, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jack Sullivan, mostró su furia por subir aún más la escalera de la escalada al anunciar, a través de una entrevista cuidadosamente estructurada con la PBS financiada por el gobierno de EEUU, que:
֎ Kiev tiene libertad para utilizar armas estadounidenses en “cualquier lugar por el que pasen fuerzas rusas a través de la frontera”;
֎ En concreto, se aplicará también a la región rusa de Kursk, desde donde se han realizado “movimientos exploratorios” contra la región ucraniana de Sumy;
֎ “No se trata de geografía. Se trata de sentido común. Si Rusia está atacando o a punto de atacar desde su territorio a Ucrania, sólo tiene sentido permitir que Ucrania devuelva el golpe”;
֎ El criterio es si las fuerzas rusas están utilizando el territorio ruso como “santuario”;
֎ Ucrania también tendrá libertad para utilizar sistemas de defensa antiaérea, incluido armamento suministrado por EEUU, para derribar aviones rusos, incluso si éstos se encuentran en espacio aéreo ruso, “si están a punto de disparar contra el espacio aéreo ucraniano”;
֎ Se desplegarán aviones F-16 (con capacidad nuclear) en Ucrania, ya que la intención es que Kiev tenga capacidad para atacar a Rusia.
Y ello a pesar de la advertencia explícita de Putin sobre la posibilidad de suministrar armas rusas a regiones desde las que se pudieran lanzar ataques si Bruselas y Washington no dejaban de armar a Ucrania. Izvestia ha escrito que “parece que la RPDC puede ser un candidato adecuado”.
Relaciones económicas Rusia-RPDC
De hecho, la delegación de Putin incluía al nuevo ministro de Defensa, Andrei Belousev. El propio Putin calificó el Tratado de “documento verdaderamente innovador… un documento fundamental que constituirá la base de nuestras relaciones a largo plazo”. Pero al margen del alboroto mediático sobre el contenido militar de la incipiente alianza entre Rusia y la RPDC, lo que no debe pasarse por alto es que existe un vasto potencial económico sin utilizar en la relación Rusia-RPDC.
Las estrategias exteriores de Putin, a diferencia de las de sus predecesores soviéticos, tienen invariablemente un contenido económico bien pensado. En este caso, Moscú también está estrechando lazos con socios de Asia como vector crucial de la prioridad que Putin concede al desarrollo del Extremo Oriente ruso.
Desde esta perspectiva, Putin ha pedido la derogación de las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra la RPDC. Desde el punto de vista de Pyongyang, esto por sí solo supone un verdadero cambio de juego para salir de su aislamiento internacional.
El comercio bilateral se multiplicó por nueve y superó los 34 mil millones de dólares el año pasado. Rusia tiene grandes posibilidades de importar mano de obra cualificada de la RPDC al Extremo Oriente, que sufre una escasez crónica de mano de obra.
Una vez más, la visita de Putin ha reavivado el proyecto de importancia estratégica para la restauración y el desarrollo del puerto logístico conjunto de Rajin, el puerto para todo tiempo de la RPDC, que puede garantizar un flujo estable de carga desde Rusia a los mercados de Asia-Pacífico. Los dos países también firmaron un acuerdo el 19 de junio sobre la construcción de un puente fronterizo sobre el río Tumannaya.
Sin embargo, al fin y al cabo, como dijo el asesor presidencial ruso Yury Ushakov, el Tratado es necesario debido a los profundos cambios en la situación geopolítica de la región y del mundo. Pero también subrayó que el Tratado respetará todos los principios fundamentales del derecho internacional, no será conflictivo ni irá dirigido contra ningún país y tendrá como objetivo garantizar una mayor estabilidad en el noreste asiático.
Reacción de China
Inevitablemente, hay mucha curiosidad por saber cómo encaja China en este nuevo paradigma. Por una curiosa coincidencia, al mismo tiempo que Putin aterrizaba en Pyongyang, Pekín acogía su primer diálogo diplomático y de seguridad a nivel viceministerial, o diálogo 2+2, con Corea del Sur.
Al parecer, la parte surcoreana sacó a relucir el tango entre Rusia y la RPDC, pero la parte china adoptó una postura “de principios”, no comprometida, según la cual Corea Democrática y Rusia, como vecinos amistosos y cercanos, tienen una necesidad legítima de intercambios, cooperación y desarrollo de las relaciones.
Por otra parte, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino afirmó que el diálogo 2-2 de Pekín respondía a la necesidad de las crecientes relaciones bilaterales entre China y Corea del Sur y no tiene ningún vínculo particular con el compromiso entre otros países. Curiosamente, Global Times citó la opinión de un destacado experto chino de que el diálogo 2+2 puede servir como “estabilizador y mediador de tensiones y conflictos regionales”, ya que permite a China y Corea del Sur, que mantienen estrechos lazos comerciales y culturales, mejorar la comunicación y la confianza en cuestiones diplomáticas y de seguridad.
Según el Ministerio de Asuntos Exteriores chino, ambas partes reiteraron durante el diálogo 2+2 su compromiso con unas relaciones amistosas y mutuamente beneficiosas entre China y Corea del Sur y “participar activamente en el diálogo y los intercambios a todos los niveles y en todos los ámbitos”.
También acordaron reforzar la comunicación a través de mecanismos como los diálogos estratégicos de alto nivel, los diálogos de seguridad diplomática 2+2 y los diálogos de vía 1,5 “para mejorar la confianza política mutua y avanzar en el desarrollo sano y estable de la asociación estratégica de cooperación China-Corea del Sur”.
Evidentemente, China y Corea del Sur, dos grandes beneficiarios de la globalización, son partes interesadas en la estabilidad de la producción mundial y las cadenas de suministro y serán reacios al tipo de politización y “securitización” (técnica financiera que consiste en la transferencia de activos financieros que proporcionan derechos de crédito) en la que Rusia y la RPDC pueden estar embarcándose.
Así, Global Times escribió que la parte china “enfatizó que mantener la paz y la estabilidad en la península es de interés común para todas las partes, incluidas China y Corea del Sur… la tarea urgente es enfriar la situación, evitar la escalada de la confrontación y adherirse a la dirección general de una solución política. China siempre ha determinado su posición basándose en los méritos del propio asunto y seguirá desempeñando un papel constructivo en los asuntos de la península coreana a su manera”.
Kim Jong-Un, el gran ganador
La conclusión es que Rusia y China se mueven por vías independientes en lo que respecta a Corea Democrática y a la dinámica de poder en el noreste asiático. La visita de Estado de Putin a Pyongyang probablemente sacó a la superficie esta línea de fractura en la asociación “sin límites” entre Rusia y China, lo que da pie a sospechar que, tal vez, no deba leerse demasiado en la “alianza” Rusia-RPDC una vez que se asiente el polvo.
Aunque los lazos fraternales de Rusia con la RPDC se remontan a la época en que José Stalin apoyó la independencia de este país de la ocupación colonial japonesa –se dice incluso que Kim Il-Sung, el fundador de Corea Democrática, ocupó un cargo en el Ejército Rojo– en las circunstancias actuales Rusia concede una importancia central a sus relaciones con China y no precipitará un movimiento unilateral en el noreste de Asia que pueda afectar a los intereses fundamentales de Pekín.
En fin de cuentas, por lo tanto, el Tratado entre Rusia y la RPDC sólo puede ser considerado como una alianza de conveniencia para tomar represalias contra las estrategias regionales de EEUU, respectivamente en Eurasia y el noreste de Asia, con el telón de fondo de la guerra de Ucrania y el fuerte deterioro de las relaciones de Rusia con EEUU, Japón y Corea del Sur, que resultan ser también los verdugos de la RPDC.
Dicho esto, no nos equivoquemos: el líder norcoreano Kim Jong-Un es el verdadero ganador. Pero también se lo ha ganado al cruzar el Rubicón en los campos de batalla de Ucrania, mostrando un nivel de solidaridad con Rusia que no tiene parangón con ninguno de los amigos “veteranos” de Moscú en el Sur Global.