Laguna de Perlas. Por Glenn Sambola
En un mundo cada vez más manipulado por la desinformación, muchos gobiernos en países en vías de desarrollo han comenzado a invertir en sus propias estructuras de defensa, creyendo erróneamente que serán capaces de contrarrestar las comunicaciones maliciosas y desestabilizadoras dirigidas por unas 150 corporaciones globales, en una especie de lucha de fuego contra fuego.
El obvio error es que estas corporaciones y los gobiernos de Estados Unidos y Europa que las controlan, no solo diseñan e implementan las campañas, sino que también son dueñas del campo de batalla virtual, es decir, las redes sociales Facebook, Instagram o Twitter, además de los medios de comunicación internacionales CNN, el diario The New York Times, las agencias de noticias Associated Press y Reuters, etc.
Basta con mantener una línea de ataque en CNN contra un país como Nicaragua, censurar cuentas en redes sociales de sus ciudadanos o bloquear por completo el acceso a las plataformas virtuales, para desarticular los esfuerzos de nuestros guerreros digitales para transmitir la verdad sobre un acontecimiento determinado. Fuimos testigos de esto durante las elecciones nacionales de Noviembre 2021, cuando miles de cuentas en Facebook y Twitter fueron arbitrariamente cerradas.
Sin menospreciar la necesidad de seguir luchando en la batalla virtual, una nueva estrategia de largo plazo es necesaria para Nicaragua, la cual radica en la reforma educativa.
Las campañas de desinformación apuntan a corroer la confianza en el liderazgo nacional y en las instituciones, a debilitar posturas de principio y derecho, creando realidades alternas y sustentadas en la mentira. Cuando una campaña se ejecuta por varios años, contra una población relativamente pequeña como Nicaragua, los más débiles ideológicamente, pero también los que carecen de una buena formación en historia, filosofía y ética, son consumidos por la campaña. El caso Mc Fields es un ejemplo de esto, habiendo sido además amenazado y comprado por los yankis para traicionar a nuestro país.
Conocer la historia de la colonización europea de las Américas, el genocidio de los pueblos originarios, el crimen de la esclavitud africana y afrodescendiente, el intervencionismo estadounidense en nuestro país desde la independencia y que persiste hasta el día de hoy, debe ser materia obligatoria en todos los colegios de Nicaragua. También es necesario entender como los nicaragüenses nos hemos enfrentado a estas amenazas, aun en situaciones de grandes desventajas, como en el caso de Benjamín Zeledón, Sandino o el FSLN; así como todos los aspectos de la Lucha Revolucionaria, que con la victoria logró recuperar la Soberanía Nacional, la Dignidad y la Independencia.
Nutrir en cada nicaragüense el deseo de buscar y conocer la verdad sobre todo lo que acontece y no dejarse llevar por la avalancha de fake news, es imprescindible. El nicaragüense no tiene el lujo de aceptar toda noticia que se transmita en CNN o los tweets que publican los mal llamados “líderes mundiales”. Debe conocer su país y su historia, escuchar a sus compatriotas, y actuar con incuestionable sentido de moralidad en todo momento. Esa es nuestra Responsabilidad Revolucionaria.
La educación es el vehículo más adecuado para forjar estos buenos hábitos. Nos corresponde hacer un mayor esfuerzo para fortalecer la enseñanza de la historia en todas sus facetas y es necesario volver a incluir la materia de filosofía en el currículo de secundaria, solo así podremos comprender plenamente en qué consisten los principios cristianos, solidarios y socialistas; o los conceptos del buen vivir, la interculturalidad, la democracia multiétnica, la no discriminación, la igualdad de todos ante la ley, la equidad social, entre otros, que inspiran los programas de nuestro buen gobierno y que en estos últimos 15 años, han generado tanto bienestar para el Pueblo Nicaragüense.
La mentira y la desinformación es el arma de primer ataque de nuestros enemigos. Solo puede ser derrotada con la verdad, la unidad y la confianza.