Managua. Por Alfonsa Goicoechea
Para comprender mejor la importancia de la invención de la escritura hay que tomar en cuenta que su aparición marca el fin de la prehistoria y el comienzo de la historia. Es decir, mediante la escritura se comienzan a hacer registros de todo tipo que en los siglos subsiguientes permiten conocer en detalle las incidencias ocurridas en las sociedades, para estudiarlas y continuar el perfeccionamiento del conocimiento científico y social.
Cada 23 de marzo el pueblo nicaragüense celebra y conmemora a la vez el aniversario del inicio de una hazaña de importancia y trascendencia verdaderamente monumentales en toda la historia republicana de nuestro país. Después de liberado el país de una sangrienta dictadura de casi medio siglo, la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA), más que una meta a corto plazo era un requisito indispensable y estratégico para el desarrollo material y espiritual del país entero sumido en el atraso y subdesarrollo.
El significado de la palabra cruzada puede entenderse en este contexto solamente al reflexionar sobre la magnitud y la repercusión que tiene para un pueblo el acceso no solamente al conocimiento y manejo adecuados de las actividades primarias de leer y escribir, sino a todo lo que implica el dominio y el cultivo de la cultura, ciencia, tecnología, salud, las humanidades y un sinfín de actividades que mejoran la vida de una sociedad.
Según el diccionario de la Real Academia Española, una cruzada es una campaña. Ésta a su vez es un período en el que se realizan diversas actividades encaminadas a un fin determinado. Eso fue lo que hicimos los nicaragüenses guiados por un Gobierno del pueblo y para el pueblo. Ese período fue entre el 23 de marzo, cuando empezaron oficialmente las actividades, y el 23 de agosto de 1980, fecha oficial de conclusión, pero continuaron a través de otros mecanismos y condiciones técnicas y científicas mejor organizados y calificados de conformidad con los avances modernos.
Laboratorio de aprendizaje y solidaridad
La CNA fue también la cruzada de la cultura y la música popular, de la historia regional, de la arqueología, de los saberes ancestrales, de semillas criollas para el cultivo de alimentos y plantas medicinales, entre muchas otras muchas posibilidades. Para los habitantes de las zonas urbanas que nos movilizamos hasta todos los rincones, incluyendo los lugares más recónditos de nuestra República, fue también el aprendizaje y conocimiento de la geografía nacional y de las condiciones de terrible abandono, represión y desprecio en que por décadas el somocismo y todos los otros gobiernos oligárquicos mantuvieron a nuestros hermanos en las zonas rurales, peor que en las ciudades. Ese conocimiento nos sirvió para sumarnos a la lucha por transformar y mejorar ese mundo de limitaciones y carencias de los campesinos.
Para muchísimos adolescentes que entusiastas se desparramaron por todo el territorio nacional, fue un acelerado proceso de maduración psicológica y ciudadana. Su contribución en esa y muchas otras tareas posteriores, les otorgó el derecho a participar políticamente en los destinos de nuestra nación a través del reconocimiento a votar desde los 16 años en las elecciones de todos los niveles. Para ellos también la CNA fue un inmenso y emotivo laboratorio para el aprendizaje práctico de la solidaridad viva, de la hermandad entre nicaragüenses que predicó el general Sandino con su ejemplo.
La educación en Nicaragua ha llegado tan lejos, geográfica y científicamente, luego de la suspensión y retroceso sufridos en los 17 años de gobiernos neoliberales, que ya no es sorpresa encontrar escuelas de todos los niveles educativos en las zonas más apartadas del país. La educación preescolar, primaria, secundaria, técnica vocacional y universitaria son manifestaciones cotidianas para miles de niños, jóvenes y adultos que se preparan en todo el territorio nacional para conseguir mejores condiciones de vida.
Pedro Altamirano, alumno ejemplar
En esta efeméride, otro elemento a considerar necesariamente es que la campaña sandinista de alfabetización es mucho más antigua que los 42 años que celebramos desde 1980, inició verdaderamente en el tiempo del comienzo de la Guerra de Liberación en 1927. Cuenta el General Sandino al periodista José Román en su obra «Maldito País», que uno de los primeros soldados en sumarse a las filas que luego se constituyeron en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN), fue Pedro Altamirano, nacido en la ciudad de Jinotega en 1870. Cuando se integró, después del Pacto del Espino Negro firmado el 4 de mayo de 1927, ya alcanzaba la edad de 57 años.
El General Sandino relata que “por su perseverancia, su efectividad y su valor como guerrillero, ascendió desde soldado hasta general y Jefe del Estado Mayor. Él se quedó al frente del ejército cuando fui a México. Cuando principió la lucha no sabía leer ni escribir y por eso casi siempre le puse como secretario al general Juan Santos Morales. Durante los azares de la lucha y a pesar de su edad, solamente porque yo se lo ordené aprenió a leer y escribir cancaneando y cacarañando, pero ha progresado mucho y ahora, asómbrese, también sabe escribir a máquina”.
El general Altamirano era el jefe de la columna N° 1 compuesta de doscientos soldados. Controlaba los Departamentos de Chontales, Matagalpa y Bluefields.
En enero de 1933, el General Sandino puso en marcha las labores de una cooperariva en las márgenes de Río Coco, la cual se denominó Cooperativa Río Coco, Sección Central Güigüilí, cuya prioridad en las actividades era la autosuficiencia alimentaria. En su opinión la forma correcta de escribir ese nombre geográfico es con G, no con W, porque esa consonante es más usual en inglés que en español, fueron los yanquis quienes difundieron la forma de escribir la palabra Wiwilí en su estilo.
Dice el General Augusto C. Sandino: “Nicaragua importa una gran cantidad de productos que no debe, como cereales, carnes, grasa, etc., por la costa del Atlántico. Todo eso se puede producir allí. Por lo pronto haremos navegable el río, después empezaremos a abrir terrenos de cultivo. Pero hay una exuberancia vegetal increíble. Solo el cacao silvestre les pone por de pronto en condiciones de explotación económica”.
La fundación de la Cooperativa Río Coco se formalizó el 19 de febrero de 1934, fecha que se considera el inicio del cooperativismo en Nicaragua, pero a raíz del asesinado del general Sandino dos días después, la Guardia Nacional se dedicó sistemáticamente a aniquilar y destruir todas sus instalaciones ubicadas a lo largo y ancho del río Coco, y a asesinar salvajemente a sus integrantes con sus familias.
«Hasta que no quede ni un analfabeta»
El general Sandino decía sobre la alfabetización: “En la cooperativa del Río Coco la instrucción será obligatoria y gratuita en todas las edades, hasta que no quede un solo analfabeta. Nuestra ignorancia ha sido siempe explotada por los pícaros, quienes han vivido de la sangre del pueblo. Nuestro ejército de obreros y campesinos anhela fraternizar con los estudiantes, porque comprendemos que de nuestro ejército y de ellos sacaremos hombres que con nuevas orientaciones harán de nuestro suelo una Patria de Luz”.
Continuando con esa concepción, en 1980 los estudiantes, maestros y muchos hombres y mujeres de diferentes edades, oficios y ocupaciones, organizados para empreder la alfabetización, tomaron el nombre de Ejército Popular de Alfabetización (EPA). Muchos fueron víctimas de secuestros, tortura y asesinato por los contrarrevolucionarios al servicio de los mismos yanquis responsables del asesinato del General Sandino. Contra viento y marea, el pueblo nicaragüense, esforzado y terco, logró la hazaña premiada dos veces por las Naciones Unidas con la medalla Nadezhda Krúpkaya por disminuir en esa época los índices del analfabetismo de más del 56% al 12.9%.
En tiempos de Sandino, en los territorios que iba liberando el EDSN a lo largo del río Coco, se iban abriendo escuelas para niños y adultos, incluso se organizó un Departamento de Alfabetización para educar a los soldados y oficiales analfabetas, alcanzando grandes avances.
Bernardino Garmendia, Juez de la comunidad de Aniwás refiere lo siguiente: “La primera escuela se organizó en Yamales, después otra en Santa Rita, otra en Raití y otra más en Awasiba. Todos estudiábamos: los soldados, los que servíamos y todo el pueblo, gracias al General, porque esa zona estaba en manos del General”.
A partir de 2007 el gobierno nicaragüense retomó la alfabetización para acabar con el índice que se había duplicado nuevamente en los duros años neoliberales. La educación en general goza gran apoyo e impulso en Nicaragua. La educación del pueblo nicaragüense es una aspiración de profundas raíces sandinistas que cuenta con una antigüedad de 94 años.