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«Oramos por la paz, pero nuestros corazones están destrozados»

Por Humaira Ahad, HispanTV

«Oramos por la paz, pero nuestros corazones están destrozados» Por Humaira Ahad, HispanTV

La comunidad cristiana de Palestina también ha sido blanco de la agresión de la entidad ocupante. Se han reportado numerosos bombardeos a iglesias en los últimos dos meses. Con solo entre 800 y 1000 cristianos en Gaza, la comunidad se enfrenta a una posible extinción.

A medida que se acerca la Navidad, Yara y Viola, primas y miembros de la familia Amash, estarían ocupadas decorando sus casas, comprando ropas para sus hijos y regalos para su extensa familia y vecinos musulmanes.

Después de todo, la Navidad es una ocasión festiva muy esperada para la comunidad cristiana más antigua del mundo, que vive en la asediada Franja de Gaza.

En fotos de la Navidad pasada, se podía ver a las dos jóvenes posando frente a las luces festivas, sin saber que sería su última Navidad.

Yara y Viola murieron después de que los aviones de guerra del régimen israelí bombardearan la iglesia ortodoxa de San Porfirio en el norte de la Franja de Gaza, donde se habían refugiado en medio de los bombardeos indiscriminados en el territorio.

Por la tarde del 19 de octubre, cientos de cristianos y musulmanes estaban dentro de la iglesia cuando un ataque aéreo derribó una de sus naves, aplastando al menos a 18 personas hasta la muerte.

Yara y Viola eran primas de Justin Amash, un excongresista palestino-estadounidense que expresó su dolor por la pérdida de sus familiares en una conmovedora publicación en su cuenta X (antes Twitter).

“Estaba realmente preocupado por esto. Con gran tristeza, ahora he confirmado que varios de mis familiares… fueron asesinados en la Iglesia Ortodoxa de San Porfirio en Gaza, donde se habían refugiado, cuando parte del complejo fue destruido como resultado de un ataque aéreo israelí”, escribió.

Las dos mujeres, miembros de la comunidad cristiana palestina en Gaza, habían pensado en huir hacia el sur como muchos de sus vecinos después de que Israel comenzara a bombardear la Franja asediada. Pero no tenían conocidos allí, así que decidieron quedarse en el norte a pesar del mortífero bombardeo. Las dos jóvenes creían que la tercera iglesia más antigua del mundo era un refugio seguro.

Sin embargo, un poco después, entendieron de que no había un lugar seguro en Gaza, el mayor campo de concentración del mundo, que actualmente se ha convertido en un gran cementerio desde el 7 de octubre.

La autoridad eclesiástica que administra San Porfirio, el Patriarcado Ortodoxo de Al-Quds, declaró que muchos de los que estaban dentro en el momento del ataque aéreo israelí eran mujeres y niños. El Patriarcado condenó el ataque y afirmó que atacar una iglesia como objetivo militar cuando “brinda refugio a ciudadanos inocentes, es un crimen de guerra que no puede ser ignorado”.

Los cuerpos de los asesinados, incluidos cuatro niños, fueron envueltos en sábanas blancas y colocados en el patio de la iglesia al día siguiente para un funeral y entierro masivo. La iglesia hizo sonar las campanas del dolor, antes de que el arzobispo de la Iglesia Ortodoxa griega, Tiberias Alexios, presidiera los servicios fúnebres frente a los cuerpos inertes de las víctimas.

Según el arzobispo Alexios, las bombas también golpearon los edificios adyacentes a San Porfirio, donde se encontraban las oficinas de la iglesia, el monasterio y la sala de reuniones. Los edificios se derrumbaron por los daños, enterrando a muchas de las 400 personas que se refugiaban en su interior.

San Porfirio está situado a menos de 300 metros del Hospital Bautista al-Ahli, donde casi 500 personas murieron cuando Israel lanzó un mortal ataque aéreo sobre el complejo médico el 17 de octubre.

“Mi corazón murió con mis hijos esa noche. Todos mis hijos fueron asesinados: Majid, de 11 años, Julie, de 12, y Suhail, de 14. No me queda nada. Debería haber muerto con mis hijos”, dijo Ramez al-Souri, que perdió a sus tres hijos y a otros diez familiares en el ataque.

“Dejamos nuestras casas y vinimos a quedarnos en la iglesia porque pensamos que aquí estaríamos protegidos. No tenemos ningún otro lugar adónde ir… La iglesia estaba llena de gente pacífica, solo gente pacífica… No hay ningún lugar seguro en Gaza durante esta guerra. Los bombardeos están por todas partes, día y noche. Cada día mueren mucho más civiles. Oramos por la paz, pero nuestros corazones están destrozados”.

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