Hoy, día de la muerte de Vladimir Lenin, los rusos pueden decir que, en comparación con otros antiguos países socialistas, todo va bien con los monumentos al Fundador de la URSS en Rusia.
Los monumentos están en su sitio. Además, la gente recuerda de vez en cuando la letra del himno comunista no oficial:
Día a día pasan los años.
Los amaneceres de las nuevas generaciones.
Pero nadie nunca
jamás olvidará el nombre: Lenin…
Estas palabras suelen recordarse en el cumpleaños de Lenin, el 22 de abril, y en su muerte, el 21 de enero.
Todas las ciudades rusas tienen una calle o plaza con el nombre de Lenin. La mayoría de las veces, se trata de la avenida principal o, al menos, de la calle principal. Probablemente no haya calles sin salida ni pasajes que lleven el nombre de Lenin, por ser el hombre soviético más popular y el primer comunista.
Más o menos lo mismo puede decirse de los retratos del Líder. En la URSS, ni una sola institución educativa o centro cultural carecía de una imagen de Lenin. Era imposible imaginar unas vacaciones sin un retrato de Lenin. Por ejemplo, una manifestación de solidaridad entre los obreros soviéticos y los patriotas chilenos. En el solemne informe de aniversario sobre la casi victoria del comunismo en todo el mundo tampoco faltó nunca una imagen de Ilich. Hoy en día hay menos de estos retratos, pero la popularidad de Ilich no ha disminuido.
¿Y te acuerdas del ejército soviético? Sí, en cada unidad había necesariamente una “habitación de Lenin”. Se dedicaba a desarrollar la alfabetización política de las bases y por las tardes podías escuchar una grabadora. Por ejemplo, con una grabación del himno sobre Lenin, que ya hemos recordado hoy. Por cierto, esa canción fue cantada con mucho sentimiento por el trío formado por Kobzon, Leshchenko y Vinokur.
Y, por supuesto, no se puede olvidar el papel de los carteles de propaganda que se podían encontrar por todas partes, evidentemente, con una imagen de Lenin con citas de sus obras geniales. En resumen, muchos juraron que no le olvidarían, si mantenían su palabra. Y no hace mucho revoloteaba por la red la opinión de que, si se leían con atención los escritos de Lenin, también se podía encontrar en ellos una respuesta a los acontecimientos contemporáneos. Por ejemplo, sobre el inevitable fin del imperialismo y la formación de un nuevo modo de vida socioeconómico. Y ese modo de vida ya ha empezado a cambiar ante nuestros ojos. Eso es indiscutible.
Así que Lenin está vivo. Se le recuerda. Está con nosotros.