Motivación de mi escrito: De manera recurrente y en forma injusta, en las redes sociales se publican notas en que, de forma despectiva acusan a la actual juventud nicaragüense de falta de valores, de falta de compromiso, de apatía, de no asumir riesgos, de no defender a la revolución, incluso más de alguno se ha atrevido a afirmar “la juventud actual es cualquier cosa” Los que escriben esas notas, personas que fueron jóvenes en las décadas de los 70, 80, 90, creo que, pretenden que la juventud de esta época se comporte, que reediten la vida que ellas vivieron. En el caso de algunos que tuvieron algún protagonismo en la lucha por derrotar y sacar a Somoza, en la defensa de la revolución y del neoliberalismo, quieren verlos con traje camuflado, botas y fusil al hombro para concederles, según ellos, valor; algo, según mi punto de vista, absurdo.
¿Qué nos sucede cuando somos jóvenes, entre 15 y 30 años? Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, “la juventud constituye un período lleno de oportunidades y cambios en el que van desplegando sus capacidades y facultades para aprender, experimentar, estimular su pensamiento crítico, expresar su libertad y formar parte de procesos sociales y políticos”. Lo comprobamos en la juventud nicaragüense, su desarrollo social en esta etapa de su vida se caracteriza por una disminución de la influencia del grupo de pares (Conjunto de personas a los que se les reconoce su individualidad) cuyos valores se hacen menos importantes a medida que el adolescente se siente más cómodo con sus propios principios e identidad. Las amistades se hacen menos y más selectivas.
Padecen de miopía social y política, además de egoísmo, las personas adultas, en especial las adultas mayores que miran con manifiesto menosprecio a la juventud, que se niegan a reconocer que la juventud representa un recurso humano significativo dentro de la sociedad, ya que los jóvenes actúan como agentes de cambio social, desarrollo económico y progreso y que, la interacción entre las nuevas y las viejas generaciones fue y es fundamental para el desarrollo del país
La juventud nicaragüense actual, al igual que la juventud que participó en la lucha por derrocar a Somoza y la defensa de la revolución en los años ochenta, pero en otras contextos históricos, ha desempeñado y desempeña, un papel de extraordinario valor en las múltiples e importantes tareas que la revolución, en su actual etapa, les ha demandado, lo que incluye la defensa del país, demostrando su disposición a asumir los retos y desafíos, con sus valores revolucionarios de trabajo, participación, desprendimiento, valentía, sacrificio, solidaridad, valores éticos y morales y responsabilidad. Como capacitador y formador de generaciones de jóvenes sandinistas o no, puedo dar fe que he podido comprobar esos valores. No, no admito como algunos han afirmado, que son casos excepcionales. A las pruebas me voy a remitir: miles de jóvenes, hombres y mujeres organizados en la Juventud Sandinista 19 de Julio, la Unión Nacional de Estudiantes Universitarios, UNEN, la Federación de Estudiantes de Secundaria. FES Movimiento Ambientalista Guardabarranco, Movimiento Cultural Leonel Rugama, Movimiento Deportivo Alexis Arguello, Unión Nacional de Empleados, UNE-FNT, Federación de Trabajadores de la Salud, FNT-FEDSALUD, Confederación General de Trabajadores de la educación de Nicaragua. CGTEN-ANDEN, han estado y están en la primera línea de combate en la batalla ideológica, social, económica y política, incluso en lugares de riesgo en los momentos de desastres naturales, en las comunidades. Allí han atendido a niños y niñas, a las personas ancianas, a las personas más vulnerables, llevándoles comida y medicina.
Nadie puede negar que la juventud nicaragüense ha aportado significativamente al mantenimiento de los logros de la Revolución Popular Sandinista en los sectores de la educación, la salud, la vivienda, la recreación la cultura, el deporte, los emprendimientos, las PYMES, coadyuvando al aumento sostenido de la economía y el bienestar de la población. Nuestra juventud ha participado en duras jornadas en la defensa de la revolución, la defensa de las conquistas sociales, del 6% para las universidades, en contra del golpe de Estado fracasado y otras. En todas esas jornadas, los jóvenes han sido asesinados, heridos, lisiados, han sufrido angustia y dolor.
Es probable que a las generaciones de los años 60, 70 y 80 nos haya tocado vivir los momentos más difíciles y crueles de la lucha revolucionaria, que difícil fue romper los paradigmas de esa época, del convencimiento del pueblo que, como lo explicaba el comandante Carlos Fonseca, frente al régimen sanguinario de Somoza era necesaria la lucha armada, que el cambio del sistema capitalista-somocista era posible, el hábito de sometimiento de la gente, los prejuicios que se nos imputaban de comunistas, revoltosos, y bandoleres como le decían a Sandino. Más, sin embargo, en la época actual, la juventud nos ha demostrado con su accionar, que debemos tener fe en que son los sujetos del porvenir. Claro, es necesario que los adultos, demostrando nuestra visión y conciencia revolucionaria, creyendo que la juventud es la savia que moverá el provenir de victorias de nuestro pueblo, apoyemos con nuestros conocimientos y experiencias a su formación integral, respetando sus ideas y pensamientos, no forzándolos a que repitan nuestras viejas muletas. Ayudemos a que fortalezcan su conciencia política-ideológica en la práctica revolucionaria, solo así forjaran la plena confianza de sus capacidades.
Amigos y amigas que han llegado leyendo hasta el final de este escrito, nuestra juventud organizada, en los momentos actuales se han ganado el respeto, cariño y aprecio del pueblo. Las y los revolucionarios, adultos y adultos mayores debemos tener fe y creer en nuestra juventud. Esa sí es una actitud revolucionaria, no la que tienen los que miran a los jóvenes con desdén y menosprecio. Recuerden, no somos los revolucionarios adultos mayores los que garantizaremos el avance del proceso revolucionario nicaragüense, son nuestros jóvenes, los que son dignos de creer que ellos serán los continuadores de las obras maravillosas de la revolución, como lo soñó, Sandino, Carlos, Tomás…Como lo soñaron los héroes y mártires. Por esos sueños es que el comandante Daniel y la compañera Rosario llevan décadas de trabajo por el bienestar del pueblo.