Nuestra patria bendita, digna ¡siempre digna! Porque estamos llenos de fe, porque estamos llenos de amor a Nicaragua, dignidad nicaragüense. Sabemos ir siempre más allá en este mundo que desgraciadamente está lleno de egoísmo.
Aquí el pueblo nicaragüense sabemos deponer egoísmos, vanidades, y caminar con sentido común, con fraternidad, no por conveniencia de alguien en particular, sino por amor, por fe, por cristianismo y solidaridad.
Y siempre en fechas como esta, el corazón se llena de fuerza y de recuerdos, e interioriza más y más esos mensajes sublimes, supremos, que nos han dejado los grandes héroes, los héroes nacionales, los héroes de la patria, de los que todos los días aprendemos, porque desde el otro plano de vida nos fortalecen, nos hacen llegar esa fuerza espiritual infinita que nos permite trascender, reconocer los terrenos y trascender.
Reconocer el terreno del odio, por ejemplo, y trascender con amor. Reconocer el terreno de la maldad, de la perversión, de la perversidad, y avanzar con amor y dejar atrás esos momentos tóxicos que pueden desmoralizar, abatir.
Pero a este pueblo nuestro, lleno de fuerza espiritual, de tanto aprendizaje a través de los siglos de lucha, no nos desmoraliza la realidad, porque son realidades humanas. Al contrario, aprendemos en nuestros valores ancestrales, tradicionales, religiosos, cristianos, a combatir con amor y a confiar, a tener esperanza, a saber que Dios es más grande que todos nosotros, y que nos da aquí, en esta Nicaragua que es especial, que es sagrada, nos da lo que necesitamos y lo que necesitemos para vencer, siempre con amor.
Y quiero mandar un gran abrazo a Blanca Segovia. Días como hoy son días duros para ella, pero es una mujer tan fuerte, tan valiente, que nos enseña tanto. En ella está ese espíritu grandioso de su padre, de ese Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, ese ejército de luz, vida y verdad. En ella están esos valores supremos y sublimes que movieron a hombres sencillos, hombres del pueblo, mujeres sencillas, mujeres del pueblo, a entregarse, a vivir por la Patria, a dar la vida y a recibir la vida, la vida eterna, en amor a la Patria.
Son seres especiales los que traen la misión de servir con amor hasta las últimas consecuencias. Por eso yo siempre digo que este es un país sagrado, misterioso y milagroso. Aquí Dios nos ha dado un Rubén, Dios nos ha dado un Sandino y una gesta heroica admirada en el mundo. Sandino, la lucha sandinista con el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, que sacó a los intervencionistas, que sacó a los invasores de estas tierras que son nuestras, que son sagradas.
Aquí nos ha dado héroes –muchos, la mayoría, anónimos– a lo largo de los siglos y las décadas de lucha inclaudicable, porque aquí ¡ni nos rendimos, ni nos vendemos! ¡Lucha inclaudicable! Y han sido personas, seres humanos, mujeres y hombres del pueblo, los que nos han dado las grandes lecciones.
Así que, hoy 21 de febrero decimos: ¡siempre más allá! Sandino, vida, luz y verdad! Y así vamos, con ese ejemplo heroico y con esas enseñanzas extraordinarias, formidables, profundamente espirituales, adelante, y todos juntos, porque es nuestro el porvenir.
Porque aquí estamos trabajando para crear una realidad distinta en términos culturales, espirituales, y materiales; más casas, más carreteras, caminos, más trabajo, más estudio, más salud, todo lo que se requiere para que en el vecindario, en la comunidad, en la comarca, nos sintamos contentos, confiados, seguros, esperanzados, alegres, porque vamos en una ruta de lucha victoriosa contra la pobreza, todos juntos, con fuerza de pueblo que vence!
Un abrazo a todos y compañeros, adelante, ¡porque es nuestro el porvenir!
(*) Vicepresidenta de Nicaragua. Declaraciones al concluir el Acto por el 88 Aniversario del Magnicidio del General Augusto C. Sandino
