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El derecho soberano de vivir en paz

Managua. Por José Aragón

El derecho soberano de vivir en paz Managua. Por José Aragón, Radio La Primerísima

Llevaba siete años sin venir a Nicaragua y ya la piel y el alma me exigían dar el paso y caminar sin demora hacia la tierra de los imponentes volcanes, de los hermosos lagos, de los zanates bullangueros y de los guardabarrancos silenciosos. El corazón añoraba la tierra de paisajes exuberantes donde habitan poetas hilvanando metáforas, mientras la vida palpita en los mercados al grito amoroso de las vivanderas o al son de los pregoneros ambulantes que van calle arriba y calle abajo empujando carretones o cargando canastos desbordados de esperanzas y sueños.

Cuando salí, en el 2016, el país caminaba pisando fuerte por los caminos del desarrollo económico y del progreso colectivo: crecían vertiginosamente las exportaciones y las inversiones extranjeras. La tierra de Darío y Sandino se había colocado entre los destinos favoritos del turismo mundial, las más importantes compañías aéreas planeaban establecer vuelos directos entre las principales capitales europeas y Managua… la estrategia de alianzas establecidas por el gobierno entre empresarios, instituciones del Estado y trabajadores estaba produciendo excelentes resultados. Por primera vez en su historia Nicaragua se ponía de moda en el mundo por su lucha enfocada en progresar y no por sus fratricidas peleas que, desde su fundación, han empañado la paz y destruido las esperanzas del pueblo trabajador.

Dolorosamente, aquel proceso tan dinámico y positivo, tan original en nuestra historia política y acertadamente articulado por el Frente Sandinista, sufrió un repentino parón provocado por la sinrazón y la violencia desatadas por gente mediocre e irresponsable que, incapaces de proponer nada mejor para el país, incapaces incluso de organizarse entre ellos mismos, intentaron incendiar con odio y pólvora las esperanzas del pueblo nicaragüense creyendo que Estados Unidos iba a correr a invadir Nicaragua para resolverles su mediocridad, olvidando que Nicaragua, desde 1979, funciona sobre la base de la voluntad soberana del pueblo nicaragüense y no bajo el sometimiento de ninguna potencia extranjera.

Pero el nicaragüense es el pueblo más resiliente del mundo, formó su carácter remontando con fuerzas renovadas cada tropiezo en el camino de su historia. Ni terremotos, ni huracanes, ni violentas intervenciones militares extranjeras han doblegado su espíritu libre ni su carácter combativo, muy al contrario, de cada situación adversa se ha levantado cada vez más heroico y desafiante. Seguramente por eso, después de siete años de ausencia, al regresar, me he reencontrado con una Nicaragua vibrante y vital, en pie de lucha y no postrada, esforzándose por superar el frenazo en su progreso causado, repito, por la puñalada trapera asestada por esa frustrada y rencorosa derecha política que históricamente ha sido servil a los intereses extranjeros.

En la Nicaragua con la que me he reencontrado, lo primero que se percibe y se disfruta es la excelencia de su nueva y extensa red de carreteras. Allí donde los gobiernos neoliberales dejaron trochas intransitables hoy existen vías de alta calidad. Desde el Pacífico hasta el Caribe o desde Rivas hasta Wiwilí se viaja sin los contratiempos de antaño. Donde los ríos crecidos detenían la marcha o provocaban desgracias en vidas humanas hoy existen modernos puentes que permiten continuar el camino sin riesgos ni peligros para los pobladores de caseríos remotos.

Al recorrer el país se observan nuevos y hermosos estadios alzándose sobre el paisaje de las ciudades, grandes y modernos hospitales, alegres y preciosos parques infantiles, nuevas flotas de buses urbanos, abarrotados centros populares de recreación conforman el ambiente cotidiano de Nicaragua, mientras por todas partes florecen, como nunca en nuestra historia, proyectos de viviendas para el pueblo, centros de salud, nuevas escuelas, electrificación y agua potable hasta en los más recónditos lugares del país.

Y como el desarrollo que se impulsa en la Nicaragua de hoy corresponde a un plan con sentido integral, junto al crecimiento en infraestructura social, también se invierte de forma prioritaria en el desarrollo del capital humano del país. En la Nicaragua de hoy miles de personas, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, asisten a cursos donde se les capacita en diferentes oficios prácticos que mejoran sus perspectivas laborales y de emprendimiento familiar. En cada municipio, el Instituto Nacional Tecnológico (INATEC) y las Alcaldías, ofrecen gratuitamente cursos en los que participan los nicaragüenses interesados en capacitarse, sin distingo de ninguna clase.

He encontrado una Nicaragua donde proliferan las Casas de Cultura y Creatividad, cosa nunca vista en el país, espacios de aprendizaje e intercambio cultural donde tienen cabida todas las expresiones artísticas y folclóricas propias de cada municipio. Espacios dinámicos que no se limitan a la promoción del arte en las instalaciones del edificio, sino que salen a los barrios y comunidades a impartir cursos de danza, música, teatro, escritura, que van dando forma y poniendo rostro a los nuevos protagonistas del arte en la Nicaragua del presente y del futuro.  La Nicaragua de hoy está llena también de ferias agroalimentarias, gastronómicas, artesanales, donde se expone y se intercambia sin intermediarios y con precios justos en beneficio de todos.

En la Nicaragua de hoy el pueblo creyente asiste masivamente a las celebraciones de sus fiestas patronales, a conciertos con artistas de talla internacional, y desborda plazas y estadios para escuchar a sus líderes religiosos que llegan de todas partes del continente a predicar la palabra de Dios. Esta Nicaragua de hoy es una nación viva y en pie de lucha por mejorar cada día y sostener la paz que tan importante ha sido forjar y defender junto a la Soberanía Nacional.

Me he encontrado una Nicaragua con nuevas y fortalecidas alianzas internacionales que van dando frutos en el avance de la nación, con nuevos tratados de libre comercio que abren horizontes positivos para nuestros productos en los mercados mundiales. Una Nicaragua dispuesta a abordar para siempre el tren del desarrollo social, de la cultura y la educación, una Nicaragua emprendedora que hace uso de su derecho al trabajo y al progreso sostenido.

Como ciudadano nicaragüense y como artista comprometido con mi Patria, considero que lo mejor que he encontrado en esta Nicaragua de hoy es su espíritu decidido, su vocación firme y su irrevocable apuesta colectiva por convivir en paz y juntos seguir construyendo la nación que nos merecemos, una nación que se gana día a día y con esfuerzo el derecho de participar activamente en la construcción del nuevo mundo multipolar que la historia está comenzando a dar a luz.

43 Aniversario

Radio Segovia, La Poderosa del Norte.

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