Managua, Edgar Galo
La satisfacción y alegría en quienes aprendieron a leer y escribir, era un momento sublime, surgía en sus ojos el brillo de algo nuevo al saberse capaz de traspasar el umbral oscuro del analfabetismo. El momento en que aquellas manos, expertas en cultivar la tierra y desafiar la intemperie, con mucho esfuerzo redactaban su primera oración, ese primer acto cuando pronunciaban la primera lectura, con silabas apretadas que arrancan vida al silencio, arrítmicas, pero lectura propia, expresión de la libertad conquistada.
La cruzada nacional de alfabetización desarrollada de febrero a agosto de 1980, fue una reivindicación historia para el pueblo de Nicaragua que el FSLN había plasmado desde su programa histórico en 1969.
“Estando Francisco Moreno, un muchacho que estaba en la secundaria, terminando la secundaria, pero que también estaba en la batalla, y se incorporó a la columna guerrillera de Panca san (…) se le ocurrió por su propia iniciativa empezar ahí a enseñarle a leer y escribir a uno de los tantos campesinos que se habían incorporado a la guerrilla y que no sabían leer, ni escribir (…) y en eso pasó Carlos, y dijo, sí, también enséñeles a leer y a escribir…” Comandante Daniel Ortega
Además de enseñar a leer y escribir, la Cruzada Nacional de Alfabetización fue construcción de humanidad y dignidad social en el más alto sentido de la palabra. Leer y escribir, armas de liberación permitieron al pueblo comprender y explicar la condición de olvido y atraso, no como asunto individual de mala suerte, sino como perversa consecuencia generada por el sistema social oligárquico.
De manera que con la alfabetización tuvo lugar un momento pedagógico de vidas compartidas, un efectivo diálogo de saberes y vivencias, las y los brigadistas que se desplazaron al campo aprendieron a conocer y comprender la vida de los campesinos.
Un extracto de lo escrito por una campesina a la madre de un brigadista es un buen ejemplo que ilustra; “Ya no soy ignorante, sé leer. Y su hijo tampoco es ignorante. Ahora sabe cómo vivimos, qué comemos, cómo trabajamos y conoce la vida en la montaña. Su hijo ha aprendido a leer de nuestro libro “.
Durante cinco meses Nicaragua entera fue una gran escuela, miles de jóvenes se internaron por todo el territorio nacional en comunidades y comarcas lejanas, en esta epopeya cultural participaron en su conjunto 95,582 estudiantes, maestros, trabajadores de la salud, asesores pedagógicos, conductores, oficinistas, su esfuerzo compartido permitió enseñar leer y escribir a 406,056 nicaragüenses, reduciendo la tasa de analfabetismo de un 50.35% a un 12.96%.
La hazaña educativa fue de tal dimensión, que la UNESCO otorgó a Nicaragua el premio Nadezhda K. Krupskaya en septiembre de 1980, reconociendo este extraordinario éxito.
La cruzada de alfabetización, además de la experiencia metodológica en alfabetización de la república de Cuba, adoptó el método pedagógico de Paulo Freire, que en ese momento visitó Nicaragua, cuyo postulado fundamental afirma que la educación es también un proceso de concientización y, por tanto, no solo enseñar las letras y su significado, también lograr en quien aprende, adquiera conciencia crítica de su realidad socio económica.
Se debe indicar que la cruzada también fue una importante ocasión de rescatar la historia oral de la Revolución Popular Sandinistas, por eso se formó la brigada de rescate histórico German Pomares Ordoñez, integrada por 214 brigadistas, que además de alfabetizar tuvieron como tareas realizar entrevistas a campesinos, líderes comunitarios, combatientes populares, personas con diferentes niveles de participación durante la insurrección.
Si bien la cruzada en español termino oficialmente el 23 de agosto de 1980, no debemos olvidar que el 30 de septiembre de ese mismo año inicio la alfabetización en Ingles, Misquito y Sumo, con el propósito de alfabetizar 16,500 nicaragüenses en la Costa Caribe, reafirmando el compromiso histórico del FSLN de construir una Nicaragua inclusiva.
A 42 años de la Cruzada Nacional de Alfabetización, honor y gloria a las compañeras y los compañeros caídos, 7 asesinados por las fuerzas perversa de la contrarrevolución y 53 a causas de diferentes circunstancias relacionadas con la movilización.
