Managua. Por Rosario Murillo, Vicepresidenta de Nicaragua.
Hemos celebrado, estamos celebrando, los días de paz, el Día Nacional de la Paz el 19, pero todos los días sabemos que son para consolidar y defender esa paz que Dios nos deja, que Dios nos da, y que nosotros defendemos, resguardamos, como tesoro patrimonial de la bendecida tierra nuestra. Tierra de Héroes y Mártires, por centenares de miles. Tierra y sangre santa que resguardamos con ardor y valor, con respeto infinito.
Vamos, en el cada día de luchas y victorias, en derechos plenos. En justicia y concordia. En el bien común que todos exigimos. En caminos de trabajo, seguridad, estabilidad y desarrollo justo. En caminos de alegría, alabanzas y agradecimiento al Dios de todas las victorias, por los milagros que derrama sobre esta Nicaragua nuestra, digna, soberana, valiente, fuerte de alma, vida y corazón. Nuestra Nicaragua de amor cristiano, socialista y solidario.
Nos preparamos, nos seguimos preparando, porque queremos trabajar más y trabajar mejor, en las condiciones de plenitud que hemos ganado, que tenemos, cuando vivimos tiempos de creación de otro mundo. Otro mundo, unipolar, digno, soberano. El mundo de los pueblos. El mundo imprescindible.
Vivimos tiempos de lucidez; tiempos de serenidad y sabiduría; tiempos, tiempos, tiempos, de clamor de Patria. Patria y Libertad. Clamor incesante de respeto, a la independencia, a las luchas soberanas de los pueblos, a nuestras luchas soberanas, a nuestra soberanía, como la noble y valerosa Patria de Darío, Andrés, Zeledón, Sandino, Carlos, Tomás, Daniel.
Respeto, clamamos por respeto, exigimos respeto, a la determinación, a la convicción de ser libres. De seguir avanzando en nuestras sendas de liberación, por decisión propia. De seguir amando a la Patria, y amarnos los unos a los otros, como buenos cristianos, como pueblo, pueblo de Dios, pueblo solidario, pueblo de fraternidad, pueblo socialista… Ese Pueblo que sabemos camina. Nosotros, que somos pueblo que camina, que vive, que canta, que celebra, que sabe, que conoce, que estamos hechos de luchas, de vigores, de honor y gloria. De historia magnífica, formidable, extraordinaria!
Celebramos a Tomás en su “Paciente Impaciencia”, grandiosa y triunfante paciencia… Tomás, que supo ver la luz… Tomás el inclaudicable, que lleno de supremo amor a Nicaragua dio todo, por el bien de todos.
El 30 celebramos a Tomás… Tomás, cristales y espejos, y lo decimos entre campanas revolucionarias y evolucionarias, campanas sagradas. Porque Tomás, el singular Tomás, el poeta, el Comandante, el que persiguió el signo, las metáforas, los sueños… Tomás que supo repicar las realidades con la devoción de un verdadero sandinista y de un verdadero revolucionario.
Tomás, admiración, lealtad, consecuencia, permanentes… Tomás, que sabe que la lucha es el más alto de los cantos. Y que todo pasa. Y todo queda. Y Tomás, en la Revolución Popular Sandinista que es un hecho histórico irreversible, y esa hermosa y eterna aurora es irreversible.
Tomás, el brillo de los mejores hijos, conquistando la libertad, la democracia y el derecho a vivir en paz, a vivir seguros, trabajando y prosperando, precisamente con todos nuestros derechos.
El 30, decíamos, en este mes de infinitas victorias celebramos en grande la intensa, fructífera, vida de Tomás, y celebramos en grande el Día de los Trabajadores, el Día del Trabajo, el día de los dignos laureles del pueblo incomparable, nuestro pueblo, nuestra Nicaragua.
Tomás, hecho de audacias. Tomás, el rebelde iluminado… Tomás, que nunca conoció la cobardía… Tomás, hijo del coraje indeclinable del pueblo nicaragüense.
Honor y gloria a vos, Tomás! Te celebramos, poeta, Comandante, hijo dilecto de Darío y Sandino. ¡Hijo de Nicaragua!
Managua, 22 de abril de 2024