Managua. Por José Coronel Urtecho (*)
En Leonel Rugama se plasma con toda claridad la posición de poeta cabal, completo y de héroe y mártir, de revolucionario, que además encarna la Revolución en su poesía y en su vida. La vive plenamente y la da en su poesía. Visión de la Revolución y expresión poética, verbal, de la misma.
Antes que él se advierten varios casos, el de Rigoberto López Pérez, por ejemplo, un muchacho poeta, pero mal logrado; tal vez hubiera encontrado su camino más adelante si hubiera tenido oportunidades más precisas. Luego está el caso de Edwin Castro, quien aparece más nutrido de poesía, se ve que ha leído bastante, que está más influido por esas lecturas y que tiene su propia posición, tal vez no tan integrada a lo que era, ya en su tiempo, la poesía nicaragüense en general, pero con un acento auténtico.
Sin embargo, no nos hubiera llamado mucho la atención su poesía, ni la poesía de López Pérez, aunque los dos hubiesen sido luchadores y víctimas de la tiranía, de no presentarse el caso de Rugama con tanta plenitud. A tal grado, que en la antología de poesía política latinoamericana que realizó Mario Benedetti, “Poesía trunca” (La Habana, Casa de las Américas, 1978), de un total de veintiocho poetas, guerrilleros de la poesía, hay cuatro nicaragüenses: Rigoberto López Pérez, Edwin Castro, Ricardo Morales Avilés y Leonel Rugama. Un porcentaje notable.
Sin Rugama tampoco nos hubiera llamado mucho la atención “Ventana”, que presenta una actitud y un tipo de poesía, de literatura, que vienen a ponerse en estado de disponibilidad frente al futuro revolucionario de Nicaragua, rompiendo con la tradición inmediata que era más o menos la de la “Vanguardia”, es decir, una especie de “playboyismo” literario, juego, deporte, escape de la realidad nicaragüense. El problema del país no importaba prácticamente más que en un solo aspecto, en lo que podía ofrecer Nicaragua estéticamente en materia de alegría, sorpresa, disparate que nosotros buscábamos. Toda la poesía y la rima chinfónica que encontrábamos, que no ha pasado al fin y al cabo de ser juego, aunque tiene elementos creativos y recreativos valiosos, como los tiene siempre el folclor. Y también las posibilidades de otro tipo, la posición antiburguesa, por ejemplo.
El Frente Ventana
Pero era otro punto de vista y aunque inconscientemente nosotros buscáramos algo en esa línea –antiburguesa–no se llegue a determinar. Y como la política de los hombres de la “Vanguardia” –entre ellos yo–no iba ni mucho menos por ese camino, sino por el contrario, no se estableció la relación entre la poesía, la literatura de Vanguardia y la política que el “Movimiento de Vanguardia”, de un modo u otro, fue desempeñando. Era la política somocista, la que iba por el camino de la Guardia Nacional y todo lo demás. A eso se oponía o con eso rompía el “Frente Ventana”. Eso lo entendimos perfectamente nosotros.
Nos dimos cuenta, pero ya no era nuestra hora, ya había pasado nuestro momento, y allí estaban otros, había otra presencia. Gente seria y entregada, como Fernando Gordillo y algunos otros. Se fueron agregando otros muchachos que buscaban nuevos caminos, que no acababan de saber dónde ubicarse y que llegaron a Ventana sin asumir las actitudes que Ventana proponía como movimiento cultural con una visión política revolucionaria. Y Ventana influía en ellos de alguna manera, porque muchos se declaraban poco después de “izquierda” y hasta aspirantes a guerrilleros, y si no fueron, sería por razones personales. En fin, se daban esas nuevas pautas.
Ventana rompe con lo anterior, pero no es una total ruptura idiomática o literaria en sí, porque ya se habían hecho avances que no se podían abandonar. Existían ya elementos creados por el mismo “Movimiento de Vanguardia” que permitían a estos jóvenes la libertad verbal, la proximidad a nuestra lengua nicaragüense, que ya se vislumbraba en Joaquín Pasos y en otros poetas de Vanguardia.
El otro punto de unión, dentro de la lucha revolucionaria, sería Rugama: la lucha por la cultura dentro de la lucha por la transformación revolucionaria. Y eso fue intuido aun por nosotros mismos, los de la época de Vanguardia; prueba de ello es que nos integramos a una política, pero errada, influida por el fascismo. El momento en Occidente era más bien fascista, y nosotros perdimos la buena ruta política.
En cambio los de Ventana están abocados a una política revolucionaria neta, que no tiene nada que ver con el fascismo, sino que tiene que ver con la realidad del país, y se conecta con estos muchachos que vienen de la Revolución misma, como es el caso de Rugama. Él nace de la Revolución. Rugama aparece cuando ya esté liquidada la posición que nosotros habíamos tomado. Es correcto decir que nuestra posición era desde el fascismo.
Pero el “desde” el fascismo no era el último ni el único “desde”. El “desde” nuestro en verdad era el “desde” nicaragüense. Al fin y al cabo éramos nicaragüenses, aunque perteneciéramos casi todos a una clase social burguesa –literariamente antiburguesa, pero burgueses realmente– socialmente burguesa, económicamente burguesa, educacionalmente burguesa. Aunque nosotros reaccionábamos literariamente en contra de esa cuestión burguesa, pues encontrábamos nuestra condición propia, nuestro aliento verdadero, nuestra vida y experiencia en el pueblo nicaragüense. Teníamos simpatía por el pueblo. La prueba está en nuestra afición al folclor. Y había además el siempre presente horror al comunismo. Aunque nadie sabía, como tampoco ahora nadie sabe, por qué toda esa gente que habla de anticomunismo no tiene la menor idea de qué es comunismo.
Lo que a nosotros nos dio el golpe, aun antes que Somoza García mismo, lo que se encargó de liquidar esa posición nuestra, poco a poco, fue Franco. Uno creía que en España iba a darse un resurgimiento del pueblo, y lo que se dio fue la parálisis del pueblo español y casi la muerte. No sucedió lo que nosotros creíamos; y aquí sucedía lo mismo y peor. Esto iba teniendo el carácter que iba a tener: el latrocinio puro, el asesinato como método, la tortura, el robo. Ya ninguna persona que medio se estimara y que palpara estas cosas podía aprobarlo. Nosotros vamos viendo que ese no era nuestro lugar, que allí no alcanzábamos. Y uno buscaba otra cosa.
Aparece la Revolución
Yo busqué entonces todas las posibilidades de conservatismo, en la Revolución, como Rugama o como Ernesto Cardenal. Un tentarse, era nostálgico, no era nada positivo, moderno, nada que fuera a resolver los problemas. Uno entonces decía que no había nada. Lo único que sucedió realmente, lo que realmente apareció fue la Revolución. Comenzó entonces a producirse un movimiento en la cultura con estos muchachos que traían otra lengua, otra actitud, otra posición, una cosa nueva. Y que estaban vinculados, contactados en cierto modo, aunque intelectualmente, con los que estaban peleando en la montaña, con los que seguían la bandera de Sandino.
Para mi resultó perfectamente comprensible lo de Rugama, no obstante que yo no lo conocía muy bien porque estaba apartado y la información era escasa. Hasta que conocí su poesía me di cuenta de la importancia y de la calidad del individuo como hombre y como poeta, que es lo mismo al fin y al cabo. La poesía es la definición, la lengua, la experiencia plena de un hombre y su vida. Esto es lo que yo he entendido siempre por poeta, y este hombre –Rugama– lo hacía de una manera perfecta, sobre cualquier acontecimiento.
Mientras tanto yo buscaba formas de expresión y no las encontraba. Nunca pude escribir poesía. Los que escribieron supongo que lo hicieron en forma de escape, salvo los que estaban en la Revolución, como Rugama o como Ernesto Cardenal. Un hombre se va al silencio total, a la meditación y la vida mística, y allí comienza a encontrar su poesía, esa poesía que lo lleva directamente a la poesía de la Revolución, Rugama y Cardenal son los dos grandes poetas revolucionarios que han tenido eco. Si Rugama no tuvo más, fue por circunstancias y porque su obra es reducida, no tiene la extensión expresiva que tiene la de Ernesto Cardenal; además, Cardenal y Rugama no son la misma cosa. Cada quien va por su lado.
Mentalidad matemática
Yo entiendo que Rugama va en busca de otro lenguaje, de su lenguaje; alguna vez hasta pensé que su poesía tenía mentalidad matemática, y después supe que él había sido un magnífico alumno de matemática en la primaria y secundaria y había dictado clases de matemática. Las letras de sus poemas de repente aparecen en álgebra; él seguramente utilizaba esos elementos en un sentido poético, y en ese sentido y con ese sentido él hubiera descubierto ese camino. Porque él era básicamente poeta, como lo eran casi todos los que se metieron a la Revolución. En el fondo eran poetas y se iban a la guerra, no podían renunciar a su calidad humana última.
Esos que no estuvieron dispuestos a prostituir todo, es porque eran poetas y se iban a la guerra, a la clandestinidad, se iban a la lucha revolucionaria, que es la que hoy anda triunfante. Y allí había entonces esas dos voces que están dentro de la panorámica de la poesía nicaragüense que es hoy día, sin duda, la más rica y la más varia y la más importante de la América Latina y posiblemente del mundo. Porque la poesía y la literatura de la América Latina en este momento, por circunstancias explicables, es tal vez la más importante.
Yo no he encontrado a nadie con quien comparar a Rugama; solo con César Vallejo quizá, y no porque tenga parentesco directo, sino porque su manera de ser distinto, de separarse de la corriente dominante en ese momento de nuestra lengua, me recuerda a Vallejo. Otra manera de pronunciar, de juntar las palabras, de amalgamarias, de hacer sus versos, que no es eso |o que interesa tanto, cuanto las combinaciones de las palabras y los arreglos que va haciendo con ellas.
Allí tenemos al poema “La tierra es un satélite de la luna”, yo no diría que es el más Rugama de los poemas de Rugama, pero indudablemente es un poema característico. Rugama ya iba encontrando su propia forma, su matiz. Él había encontrado una materia y la estaba elaborando, con ella empieza a hacer ciertas formas que son originales y propias de él, para expresar su propia visión de un fenómeno que no solo es particular, sino también colectivo. La visión suya y la vivencia general son la vivencia nicaragüense de ese instante de la Revolución, que es el pueblo nicaragüense.
Rugama se entrega totalmente al pueblo, y esa es su visión inmediata, pero para esa encuentra una forma especial. Está allí en sus poemas, y está bien marcada en “La tierra es un satélite de la luna”. Él habla la lengua del pueblo. Él es lengua del pueblo, y ese lenguaje es lógico y natural en él. Ya la habla de cierta manera que le permite hacer con ella lo que nosotros llamamos poesía, es decir, forma a la palabra, con la lengua, el verso, la colocación y las líneas aunque sea en la página de la memoria. Y hace poesía y, a su vez, agita con la poesía, aunque ese es ya su mundo, su vida. Era un agitador poético. Un luchador Poético. Era un guerrillero de la poesía.
Su poema “Como los santos” es un poema agitacional, y pertenece a ese tipo de poemas que uno siempre encuentra nuevo, renovándose en sí y renovándonos a nosotros, agitándonos a nosotros. Es esa poesía que deben aprender los niños en las escuelas, que los maestros deben enseñar poco a poco. Es un árbol genealógico, una gran historia, y es, más bien, como su propio epitafio. La firma suya al final sería como la misma tumba al pie o dentro del poema. Es un gran poema, con referencia a Walt Whitman (poeta y ensayista estadounidense –nació en 1819 y falleció en 1892– uno de los más influyentes escritores norteamericanos. Famoso por sus poemas, ejerció gran influencia sobre grandes escritores como José Martí, Rubén Darío, Federico García Lorca y Pablo Neruda).
Su mejor poema
Yo no sé hasta dónde Rugama se había nutrido de Whitman como debe hacerlo todo poeta en América; pero allí hay mucha riqueza de alusiones, citas, referencias de trofeos literarios que él saca de todas partes, como enseña Whitman. Es un poema de gran riqueza y tal vez de los más importantes; pero su mejor poema, y acaso el poema nicaragüense más difundido en el mundo, que no es siquiera de Rubén Darío ni de Cardenal, aunque la poesía de Cardenal sea la más difundida de la poesía nicaragüense, es “La Tierra es un satélite de la Luna”. Este poema tiene más formalismos matemáticos, más simetría, es un poema que viene siendo combinado, hecho con metro y combinaciones de cifras. Rugama está lleno de cifras poéticas, cifras literarias.
Aunque el motivo de este poema hoy nos parezca hasta anecdótico, por lo del viaje a la Luna, el poema es más, trasciende a la realidad, a la pobreza, Acahualinca, la situación de Nicaragua. Mientras los norteamericanos están queriendo conquistar todo el universo, tratando de apoderarse del universo, aquí estaba pasando lo que pasaba. Este poema yo lo vi traducido en una revista liberal católica norteamericana que se llama “Common Weal” (Bien Común), revista de mucho tiraje y prestigio que se edita desde principio de siglo, y allí se publicó un artículo con el poema como parte del texto. Yo nunca había visto un poema que no es analizado literariamente y que es utilizado como parte del texto de un artículo que no es literario. Hasta allí llegó ese poema.
Esto nos puede servir para evaluar lo que significó para la mente de los hombres del mundo, y en Estados Unidos en particular. Ese es el impacto que tuvo, que va teniendo y va a tener cada vez más la Revolución de Nicaragua en el mundo, y tanto más en los nicaragüenses. Porque donde debe de tener más impacto la Revolución, desde luego, es en nosotros. Quien ya no se entregue a la Revolución es porque está loco o petrificado en su pasado, es fácil. En Nicaragua o se es fósil o se es revolucionario.
Dirán que soy optimista. Lo que pasa es que yo no veo ninguna otra cosa más en Nicaragua que esta situación. Ya se llegó a la culminación de nuestro destino: empezar otra etapa de la Revolución, y para detener eso o acabar con ella habría que terminar con Nicaragua y con el pueblo nicaragüense. Cualquier forma que tome esta Revolución, las más inesperadas salidas, serán y saldrán de la misma Revolución.
Leonel Rugama es entonces uno de los símbolos, de las realidades más profundas de la Revolución. Como Sandino o Carlos Fonseca o cada uno de nuestros héroes. Rugama es uno de los grandes santos de la Revolución. Uno de esos santos de ella, posiblemente el más puro, casi el San Luis Gonzaga de la Revolución, que no es el San Luis Gonzaga de las estampitas, porque la gente tiene una idea falsa de San Luis Gonzaga. Él era un Gonzaga, bárbaro como esos Gonzaga, hombrazos del Renacimiento, tremendos, gran capitán, hubiera sido uno de los comandantes de la historia sino se hubiera consagrado a ser santo.
Joven tremendo, tan tremendo que se murió de tremendo. Hombres puros, netos, completos, toda su vida y su muerte dadas a la Revolución. Desde que aparece, ya lo hace como un hombre de la Revolución, para sus amigos mismos. Su herencia es su vida y obra, Su poesía, que se confunde con la realidad, y eso no les sucede a todos los poetas, al contrario, los poetas generalmente son muy diferentes a su realidad. Él está completamente identificado con la realidad: hombre entregado a la Revolución íntegramente.
(*) Prólogo a la edición de 1981 del libro que recopila gran parte de la poesía de Leonel Rugama bajo el título «La Tierra es un satélite de la Luna». José Coronel Urtecho (28-02-1906 l 19-03-1994), poeta, narrador y ensayista nicaragüense, fue uno de los animadores de la poesía contemporánea en Nicaragua, por la influencia que tuvo su verso coloquial y como introductor de los movimientos de vanguardia. José Coronel Urtecho fue, además, traductor de poesía francesa y norteamericana, hombre de teatro, conferenciante e historiador. Se le considera uno de los protagonistas del “”Movimiento de Vanguardia”” que a partir de 1927 rompió con el pasado dariano y modernista, e introdujo en Centroamérica los ismos europeos de la posguerra: el letrismo, el neopopularismo, el surrealismo, el creacionismo, el neobjetivismo, el futurismo.