Diminutos cambios en la atracción gravitacional revelaron un “río de rocas” caliente que se exprime desde el Pacífico a través de una entrada bajo América Central y se adentra en el Caribe.
Esta corriente subterránea comenzó a fluir hace ocho millones de años, cuando se abrió la puerta de entrada a Centroamérica, elevando el lecho marino suprayacente varios cientos de metros e inclinándolo hacia el noreste, hacia las Antillas Menores.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Houston publicó el hallazgo en Nature Communications.
Los geólogos pensaron durante mucho tiempo que las placas tectónicas se mueven porque son arrastradas por el peso de sus porciones que se hunden y que una capa subyacente, caliente y más blanda, llamada astenosfera, sirve como lubricante pasivo.
Pero el nuevo estudio descubre que la capa en realidad fluye vigorosamente, moviéndose lo suficientemente rápido como para impulsar los movimientos de las placas.
“Sin el apoyo adicional generado por este flujo en la astenosfera, partes de Centroamérica todavía estarían por debajo del nivel del mar. Los océanos Atlántico y Pacífico estarían conectados sin necesidad del Canal de Panamá”, explicó en un comunicado el coautor del estudio Lorenzo Colli, profesor asistente de geofísica, geodinámica y estructura del manto en el Departamento de Ciencias de la Tierra y Atmosféricas.
Los hallazgos se basan en cambios en la atracción gravitacional detectada por satélite dentro del Caribe y en imágenes de tomografía del manto, similar a una tomografía computarizada, de la astenosfera bajo el Caribe.
Los resultados ayudan a comprender la forma de la superficie de la Tierra, su evolución en el tiempo a través de la aparición y desaparición de mares poco profundos, la conformación de puentes terrestres bajos y de las fuerzas que mueven las placas tectónicas y causan terremotos.
Otro descubrimiento fascinante, según los investigadores, es que la astenosfera se mueve seis pulgadas (unos 15 centímetros) por año, lo que es tres veces más rápido que una placa promedio. Puede moverse independientemente de las placas superpuestas y arrastrarlas en una dirección diferente.
“Esto desafía la noción de que la subducción es siempre el motor”, indicó Jonny Wu, coautor del estudio y profesor asistente de geología estructural, tectónica y estructura del manto. “Piense en las placas que se mueven como un disco de aerohockey y se lubrican desde abajo. En cambio, lo que encontramos es que la mesa de aerohockey está imponiendo sus propias corrientes en el disco que se mueve, creando un movimiento de abajo hacia arriba que no ha sido bueno reconocido, y eso se cuantifica aquí”.