El viernes pasado, el catedrático de INCAE y ex embajador de Nicaragua en Estados Unidos, Arturo Cruz Sequeira, reveló, que tanto la Alianza Cívica, como los obispos participantes en el diálogo nacional rechazaron en junio pasado una apertura del Presidente Daniel Ortega de discutir un acuerdo político electoral, levantar los tranques y restablecer la libre circulación y seguridad en el país, lo cual fue transmitido por el asesor del senado norteamericano, Caleb McCarry, con quien el líder sandinista se reunió en varias ocasiones… Hasta el día de hoy los obispos no han dicho una sola palabra sobre la revelación de Cruz Sequeira, el COSEP tampoco… En esta época de tanta comunicación extraña esa omisión. Es grave. Tiene implicaciones morales, ¿porque no comunicarle una decisión que tomaron en solitario a la ciudadanía? Unos como mediadores y otros como actores… Esta complicidad en el silencio muestra que ambos buscan una sola salida, el derrocamiento y desmantelamiento del actual gobierno por la fuerza, por eso les pareció insuficiente un acuerdo político electoral. Ambos buscaban escarnecer al gobierno y a sus seguidores. Unos por cívicos y otros por cristianos… Alcanzar un acuerdo político o cuando menos escuchar a ambas partes en junio le habría ahorrado al país decenas de muertos, pérdidas de empleo, incertidumbre y angustia, pero al parecer pudo más la soberbia y la ceguera… Un sentido de responsabilidad elemental de la ética política es juzgar las acciones por sus consecuencias, y esas consecuencias y error de juicio es catastrófico para Nicaragua y tendrá responsabilidades históricas y los hace inviables para seguir en un eventual diálogo…
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