Nueva Delhi. Por M. K. Bhadrakumar, Indian Punchline
Los impresionantes ataques con misiles y aviones no tripulados contra tres países –Siria, Irak y Pakistán– en un período de 24 horas y el hecho de que Teherán diera el extraordinario paso de anunciar su responsabilidad en los ataques transmitieron un mensaje muy importante a Washington de que su estratagema para crear una coalición de grupos terroristas en la región que rodea a Irán será resueltamente contrarrestada.
Que la estrategia estadounidense contra Irán estaba adoptando nuevas formas empezó a vislumbrarse tras el ataque del 7 de octubre contra Israel y la consiguiente erosión de su posición como supremo regional. El acercamiento entre Irán y Arabia Saudí mediado por China y la incorporación de Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto al BRICS puso a los estrategas estadounidenses en estado de pánico.
Ya en la segunda mitad de 2023 había indicios de que Estados Unidos, con el eje israelí, planeaba utilizar el terrorismo como único medio viable para debilitar a Irán y restablecer el equilibrio regional a favor de Tel Aviv, lo que es de vital importancia para la priorización de Washington de Asia-Pacífico y, sin embargo, la necesidad de controlar Oriente Medio, rico en petróleo. De hecho, una guerra convencional con Irán ya no es factible para Estados Unidos, pues se arriesga a la posible destrucción de Israel.
Los historiadores del futuro seguramente estudiarán, analizarán y llegarán a conclusiones sobrias en lo que respecta a los ataques contra Israel de los grupos de resistencia palestinos el 7 de octubre. En la doctrina militar clásica, fueron por excelencia un ataque preventivo de los grupos de resistencia antes de que el mamotreto estadounidense-israelí de grupos terroristas –como ISIS y Mujahideen-e-Khalq– se convirtiera en una plataforma rival a la altura del Eje de la Resistencia.
Teherán es consciente de la urgente necesidad de crear profundidad estratégica antes de que se acerquen los lobos. Teherán ha estado presionando a Moscú para que acelere un pacto estratégico bilateral, pero los rusos, como era de esperar, se tomaron su tiempo. Un punto clave de la agenda durante la “visita de trabajo” del presidente Ebrahim Raisi a Moscú el 7 de diciembre para reunirse con el presidente Putin fue la finalización del pacto.
El lunes, por fin, el Ministerio de Defensa ruso reveló en un comunicado poco habitual que el ministro de Defensa Sergey Shoigu llamó a su homólogo iraní Mohammad-Reza Ashtiani para comunicarle que Moscú había aceptado firmar el pacto. El comunicado del Ministerio de Defensa afirmaba:
“Ambas partes subrayaron su compromiso con los principios fundamentales de las relaciones ruso-iraníes, incluido el respeto incondicional de la soberanía y la integridad territorial de la otra parte, que se confirmarán en el gran tratado intergubernamental entre Rusia e Irán, dado que este documento ya se está ultimando”.
Según la agencia de noticias iraní IRNA, Shoigu transmitió que el compromiso de Rusia con la soberanía y la integridad territorial de Irán quedará explícitamente recogido en el pacto. El informe añadía que “los dos ministros también señalaron la importancia de las cuestiones relacionadas con la seguridad regional y subrayaron que Moscú y Teherán continuarán sus esfuerzos conjuntos para establecer un orden mundial multipolar y negar el unilateralismo de Estados Unidos”.
El miércoles, María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, declaró a la prensa en Moscú que el nuevo tratado consolidaría la asociación estratégica entre Rusia e Irán y abarcaría toda la gama de sus vínculos. “Este documento no sólo es oportuno, sino que también llega con retraso”, declaró Zajárova.
“Desde la firma del tratado actual, el contexto internacional ha cambiado y las relaciones entre ambos países están experimentando un auge sin precedentes”, señaló. Zajárova dijo que se esperaba firmar el nuevo tratado durante lo que describió como uno de los próximos contactos entre ambos presidentes.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, fue citado por la agencia estatal de noticias TASS diciendo que la fecha exacta de la reunión entre Putin y Raisi está por determinar. Está claro que algo de profunda trascendencia para la geopolítica de Oriente Próximo está ocurriendo ante nuestros ojos.
Baste decir que los ataques con misiles y aviones no tripulados de Irán contra objetivos terroristas el miércoles son una vívida demostración de su asertividad para actuar en defensa propia en el nuevo entorno regional e internacional. Los llamados “apoderados” de Irán -ya sea Hezbolá o los hutíes- han llegado a la edad adulta con mente propia, que decidirían su propio posicionamiento estratégico dentro del Eje de la Resistencia. No necesitan un sistema de soporte vital de Teherán. Puede que los estrategas anglosajones tarden algún tiempo en acostumbrarse a esta nueva realidad, pero finalmente lo harán.
Está claro que es una subestimación considerar los ataques con misiles y aviones no tripulados de Irán como meras operaciones antiterroristas. Incluso en lo que se refiere al ataque en Baluchistán, es interesante señalar que se produjo un mes después del viaje de una semana del general Asim Munir a Washington a mediados de diciembre.
Munir se reunió con altos funcionarios estadounidenses, entre ellos el Secretario de Estado Antony Blinken, el Secretario de Defensa Lloyd Austin, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de EEUU, el General Charles Q Brown, y el Viceconsejero de Seguridad Nacional de EEUU Jonathan Finer –y, por supuesto, la temible Subsecretaria de Estado Victoria Nuland, la fuerza impulsora de las políticas neoconservadoras de la administración Biden.
Una declaración oficial en Islamabad el 15 de diciembre sobre la gira de altos vuelos de Munir afirmaba que Pakistán y Estados Unidos “tienen la intención de aumentar las interacciones” para lograr compromisos “mutuamente beneficiosos”. Decía que las dos partes discutieron los conflictos en curso en la región y “acordaron aumentar las interacciones entre Islamabad y Washington”.
Según el comunicado, “durante las reuniones se trataron asuntos de interés bilateral, cuestiones de seguridad global y regional y conflictos en curso. Ambas partes acordaron continuar el compromiso de explorar posibles vías de colaboración bilateral en pos de los intereses compartidos”.
El comunicado añadía que durante la reunión entre los máximos responsables de defensa de los dos países, “se identificaron la cooperación antiterrorista y la colaboración en materia de defensa como áreas centrales de cooperación”. Por su parte, Munir subrayó la importancia de “comprender las perspectivas de la otra parte” en cuestiones de seguridad regional y en los acontecimientos que afectan a la estabilidad estratégica del sur de Asia, según el comunicado pakistaní.
Pakistán tiene toda una historia de servicio a los intereses estadounidenses en la región y el cuartel general de Rawalpindi ha sido el auriga de esa colaboración. Lo que hoy queda en evidencia es que las próximas elecciones en Pakistán no han disuadido a la administración Biden de extender la alfombra roja a Munir. Pero lo bueno es que tanto Irán como Pakistán son lo suficientemente inteligentes como para conocer las líneas rojas de cada uno.
Las intenciones de Estados Unidos son claras: flanquear a Teherán por el oeste y el este con Estados en decadencia que sean fáciles de manipular. Las reuniones organizadas apresuradamente en Davos entre el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, y altos funcionarios iraquíes en la corriente descendente de los ataques iraníes subrayaron:
▓ “La importancia de que (el Kurdistán) reanude las exportaciones de petróleo (a Israel) y el apoyo de Washington a “la sólida asociación de la región del Kurdistán con Estados Unidos”;
▓ La importancia de poner fin a los ataques contra el personal estadounidense en Irak y Siria;
▓ El compromiso de EEUU de “mejorar la cooperación en materia de seguridad como parte de una asociación de defensa sostenible a largo plazo”;
▓ El apoyo estadounidense a la soberanía iraquí; y,
▓ La invitación de Biden para que el primer ministro iraquí Mohammed Shia’ Al Sudani visite “pronto” la Casa Blanca.
En pocas palabras, Sullivan ha expresado la intención de Estados Unidos de reforzar su presencia en Irak, y también tiene objetivos similares que perseguir en Pakistán. Washington confía en Munir para asegurarse de que Imran Khan (ex Primer Ministro de Pakistán, depuesto por un golpe parlamentario y militar, por su posición negociadora con China y Rusia, y lejana a Washington) languidezca en la cárcel sea cual sea el resultado de las elecciones pakistaníes.
Este reajuste estratégico se produce en un momento en el que Afganistán ha quedado definitivamente fuera de la órbita angloamericana y Arabia Saudí no muestra ningún interés en ser una pieza del engranaje estadounidense ni en juguetear con las fuerzas del extremismo y el terrorismo.
(*) M. K. Bhadrakumar, diplomático jubilado, es uno de los más prestigiosos analistas de Asia sobre geopolítica mundial. Ocupó numerosos cargos relevantes en distintos gobiernos de India.