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Putin ordena reagrupar a Wagner para misiones de combate

Nueva Delhi. Por M. K. Bhadrakumar (*), Indian Punchline

Putin ordena reagrupar a Wagner para misiones de combate Nueva Delhi. Por M. K. Bhadrakumar (*), Indian Punchline

En un hecho significativo, el hombre fuerte del este de Libia, el mariscal Jalifa Haftar, jefe supremo de las Fuerzas Armadas Árabes Libias (LAAF), fue recibido el jueves en Moscú por el presidente ruso Vladimir Putin.

Haftar “se reunió con el presidente ruso Vladimir Putin y con el ministro ruso de Defensa Sergei Shoigu en la capital rusa, Moscú”, anunció la LAAF, sin dar más detalles. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, confirmó el encuentro, añadiendo que “se habló de la situación en Libia y en toda la región”, sin dar más detalles.

Moscú ha mantenido estrechas relaciones con el mariscal Haftar, que respalda la administración de Tobruk que rivaliza con el gobierno respaldado por la ONU en Trípoli. La reunión de Haftar con Putin fue lo suficientemente importante como para merecer una lectura del Kremlin –fue la primera reunión entre los dos hombres desde 2019– pero la reserva de Moscú marca un alto grado de sensibilidad.

Sin embargo, el viernes pasado, el Kremlin emitió una lectura de la reunión de Putin con dos altos funcionarios de seguridad rusos cuyos nombres están estrechamente relacionados con Wagner: el viceministro de Defensa Yunus-Bek Yevkurov y Andrei Troshev (que participó anteriormente en las misiones de combate de Wagner).

Durante su visita a Moscú, Haftar también mantuvo conversaciones con Yevkurov, que es conocido por haber sido la “persona de contacto” del fallecido jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, y fue un visitante habitual del este de Libia en los últimos años, la última vez el 17 de septiembre, cuando se reunió con Haftar en Bengasi.

El frustrado asalto de Haftar a Trípoli en 2019 se apoyó en gran medida en combatientes de Wagner, pero no logró superar a las fuerzas armadas respaldadas por Turquía. Un informe de la ONU de 2020 afirmaba que hasta 1,200 combatientes de Wagner respaldaban a Haftar. Los expertos afirman que desde entonces cientos de ellos han permanecido activos en el este, que es también la zona terminal de petróleo, y en el sur de Libia, la puerta de entrada a la región del Sahel, que se está volviendo hacia Moscú como proveedor de seguridad, en sustitución de las potencias occidentales.

Reafirmar influencia en África

Hasta qué punto la visita de Haftar a Moscú está relacionada con su esperado nuevo intento de capturar Trípoli es una cuestión discutible, pero sin duda señala la decisión de Rusia de reafirmar su influencia en África a pesar de la ausencia de Prigozhin y de las preocupaciones en Ucrania.

El golpe de Estado en Níger, con su marcado sesgo antioccidental, puede haber rejuvenecido el interés ruso por Libia, que resulta atractiva para Moscú en términos estratégicos. La red de enredos internacionales en Libia ha cambiado últimamente y los principales protagonistas –Turquía, así como las principales potencias árabes y europeas– están mostrando signos de repliegue. También para Europa, cualquier cosa que estabilice Libia y frene la ola migratoria se considerará un avance positivo. Así pues, es probable que Moscú sienta que tiene las manos relativamente libres.

La gran pregunta es si Estados Unidos tiene intención de “volver” a Libia tras su abrupta retirada en septiembre de 2012, después del devastador ataque perpetrado por miembros del grupo extremista Ansar al-Sharia contra la Misión Especial estadounidense en Bengasi, en el que perdieron la vida el embajador estadounidense y otros tres ciudadanos estadounidenses.

Esto hace que la visita sorpresa a Bengasi del general Michael Langley, jefe de cuatro estrellas del Mando de EEUU en África (AFRICOM), con sede en Stuttgart (Alemania), y su encuentro con Hafter prácticamente en vísperas de la gira de este último por Moscú sean más que una coincidencia. Posiblemente, Langley recordó a Haftar que no pusiera todos los huevos en la cesta rusa.

Haftar y la CÍA

Un artículo de la revista Intercept recordaba la semana pasada que la visita del general Langley a Bengasi (20-21 de septiembre) era “el último giro en la relación de idas y venidas de Estados Unidos” con Haftar, antaño uno de los favoritos del líder libio Muamar Gadafi, quien, a finales de la década de 1980, se unió a un grupo de disidentes respaldados por Estados Unidos que pretendían derrocar a su antiguo jefe.

El artículo dice: “Después de que sus planes golpistas fracasaran y los rebeldes agotaran su acogida en el continente africano, la CIA evacuó a Haftar y a 350 de sus hombres a Estados Unidos, donde se le concedió la ciudadanía y vivió en los suburbios de Virginia durante los 20 años siguientes”.

A lo largo de los años, Estados Unidos envió señales contradictorias a Haftar. La CIA llegó a entrenar a sus combatientes como fuerzas especiales. Langley declaró tras reunirse con Haftar: “Estados Unidos está dispuesto a reforzar los lazos existentes y a forjar nuevas alianzas con quienes defienden la democracia”. Lo cual es una declaración bastante contradictoria. No se sorprenda si Haftar informó a los oficiales rusos sobre su interacción con el jefe de AFRICOM.

Un comunicado de prensa de AFRICOM se limitó a decir que la visita de Langley tenía como objetivo “fomentar la cooperación entre Estados Unidos y Libia”. Langley dijo después: “Ha sido un placer reunirme con líderes civiles y militares de toda Libia”. El telón de fondo podría ser que el golpe de estado en Níger ha motivado a Washington a intentar llenar el vacío dejado por Francia.

Giro de EEUU en Níger

Ahora que la tan cacareada intervención de la CEDEAO en Níger ya no está en el orden del día –y con Nigeria echándose atrás ante cualquier desventura de este tipo– Washington y los golpistas de Niamey han renovado el acuerdo entre Estados Unidos y Níger sobre la lucha contra el terrorismo.

De este modo, Washington reconoce al gobierno de transición de Níger y mantiene su presencia militar, al tiempo que traslada el contingente estadounidense de la base 101 de la capital, Niamey, a la base 201 de las fuerzas aéreas de la ciudad de Agadis, que es la única base de aviones no tripulados del Sahel, construida con un coste de más de 100 millones de dólares y de importancia capital.

La decisión de Washington de ser amigo de las nuevas autoridades de Niamey disgusta a Francia y a la UE, pero desde el principio Estados Unidos adoptó una postura mucho más cauta y expectante ante el golpe de Estado en Níger, dada su priorización de las operaciones antiterroristas en la región del Sahel.

De cara al futuro, la pregunta intrigante es hasta qué punto estas dramáticas circunstancias desencadenarían una convergencia de intereses entre Estados Unidos y Rusia. Algunos analistas estadounidenses habían señalado que podría ser posible una cohabitación con Wagner en el Níger posterior al golpe de Estado.

Es probable que Moscú estime que EEUU no buscará una mayor influencia en Libia en este momento, dadas las sensibilidades de la opinión pública estadounidense debido a los pasados fracasos de EEUU allí –así como la falta de confianza percibida en las autoridades libias– y es posible que la administración Biden no se oponga al apoyo de Rusia a la oferta de toma de poder de Haftar en Libia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, reunido con el antiguo jefe del cuartel general del grupo Wagner, Andrei Troshev, a la derecha, y el viceministro de Defensa, Yunus-Bek Yevkurov, en el centro. Moscú, 28 de septiembre de 2023

¿Reorganizar Wagner?

Ciertamente, la reunión de Putin el viernes (el día después de recibir a Haftar) con dos oficiales rusos clave asociados con Wagner sugiere que el Kremlin está acelerando el movimiento para reorganizar las misiones de combate de la milicia en el extranjero. Putin repitió que los combatientes de Wagner serán equiparados a los soldados regulares en cuanto a su salario y otras ventajas y privilegios (que se han hecho muy atractivos en el último año).

Putin también dijo que los convictos que cumplieran penas de cárcel y se unieran a las misiones de combate de Wagner tendrían derecho a las atractivas “garantías sociales”. Esta vez, seguramente, se les conocerá de otro modo y se les organizará como “unidades de voluntarios” que dependerán de Yevkurov, él mismo un curtido veterano en operaciones antiterroristas en el Cáucaso Norte, y que responderán ante la agencia de inteligencia militar exterior del Ministerio de Defensa (que fue creada originalmente en su forma actual por Josef Stalin en 1942, tras la invasión de la Unión Soviética por la Alemania nazi).

Curiosamente, en la reunión del Kremlin del viernes, Putin elogió efusivamente a Andrei Troshev y le pidió su opinión “sobre la creación de unidades de voluntarios que cumplirán diversas misiones de combate, incluso en la zona de la operación militar especial”.

Putin dijo a Troshev: “Usted mismo combatió en una de esas unidades durante más de un año. Usted sabe lo que es, cómo hacerlo y qué cuestiones deben abordarse de antemano para garantizar el mejor cumplimiento posible y el mayor éxito de las misiones de combate”.

Es totalmente concebible que la visita de Haftar subrayara la urgencia de reagrupar las fuerzas de Wagner para emprender misiones de combate en Libia y en otros lugares del Sahel en el empeoramiento de la situación de seguridad vinculada a los grupos islamistas militantes.

(*) M. K. Bhadrakumar, diplomático jubilado, es uno de los más prestigiosos analistas de Asia sobre geopolítica mundial. Ocupó numerosos cargos relevantes en distintos gobiernos de India.

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