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¿Por qué los yanquis odian tanto a Daniel?

¿Por qué los yanquis odian tanto a Daniel? Washington Por Gerry Condon, Resistencia Popular

¿Se está entrometiendo Estados Unidos en las elecciones de Nicaragua?

Cuando Kamala Harris finalmente viajó a la frontera entre Estados Unidos y México la semana pasada, conoció a varias mujeres jóvenes solicitantes de asilo. La vicepresidenta probablemente vio a hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que huían de la violencia y la pobreza extrema. Pero muy posiblemente no vio a ningún solicitante de asilo nicaragüense, que son pocos y nada frecuentes.

Nicaragua y Honduras son consideradas las dos naciones más pobres de América Latina. Honduras es un país corrupto, fallido y violento, cuyo gobierno es respaldado por Estados Unidos. Nicaragua tiene atención médica y educación gratuita, y es considerado el país más seguro de Centroamérica.

Desde que Daniel Ortega y el Frente Sandinista ganaron las elecciones nicaragüenses en 2006, han logrado avances notables, reduciendo drásticamente la pobreza y la pobreza extrema. El pueblo nicaragüense tiene algo que aquellos que escapan de Honduras, El Salvador y Guatemala no tienen: esperanza en el futuro y paz en el presente.

Viajé por primera vez a Nicaragua en el otoño de 1983 con militares veteranos, preocupados de que Estados Unidos estuviera fomentando una guerra de Vietnam en América Central. Cuatro años después de que el pueblo nicaragüense se levantara y derrocara la dictadura de Somoza, se desataba otra guerra: una guerra de violencia terrorista contra las comunidades rurales.

Los “contras” en Nicaragua fueron armados y entrenados por la CIA y luego conocidos por contrabandear grandes cantidades de cocaína a los Estados Unidos. A medida que la presión popular llevó al Congreso de los Estados Unidos a cortar el financiamiento para la Contra; Ronald Reagan, Elliott Abrams y Oliver North se vieron implicados en el escándalo Irán-Contra: Drogas por dinero y armas. Cincuenta mil nicaragüenses fueron asesinados.

La guerra condujo a la derrota en 1990

Para 1990, la guerra de Estados Unidos/Contra y las duras sanciones económicas habían creado un clima en el que los nicaragüenses fueron efectivamente chantajeados para que votaran en contra del gobierno sandinista. En América Latina, el Imperio no es sutil. El embajador de Estados Unidos convocó a una conferencia de prensa en Managua y dijo a los nicaragüenses cómo votar. Si votan por los sandinistas, dijo, habrá más guerra y sanciones económicas. Estados Unidos había seleccionado a la candidata, Violeta Chamorro, había presionado a los partidos de oposición para que se unieran detrás de ella y había financiado gran parte de su campaña. Violeta Chamorro ganó las elecciones.

A pesar de que la elección había sido amañada en su contra, Daniel Ortega y el Frente Sandinista aceptaron su derrota electoral e hicieron el primer traspaso pacífico del poder en la historia de Nicaragua. Durante diecisiete años los sandinistas permanecieron en la oposición, mientras una serie de gobiernos neoliberales corruptos desmantelaban todos sus programas para los pobres. Luego, en 2006, Daniel Ortega fue elegido presidente una vez más.

Desde que los sandinistas recuperaron el poder en 2007, Nicaragua ha experimentado un progreso notable. Programas de salud gratuita para todos; escuelas y colegios construidos en zonas rurales; apoyo directo a agricultores pobres; reducción dramática de la pobreza; soberanía alimentaria: cultivan casi todos los alimentos que consumen; participación equitativa de la mujer en todos los aspectos del gobierno y la economía; carreteras realmente buenas que conectan todo el país y sus mercados. Ahora en sólo seis horas en auto se llega desde Managua hasta la Costa Caribe de Nicaragua, con sus pueblos indígenas y afrocaribeños, participantes en procesos regionales autónomos muy originales.

Varias encuestas recientes muestran que el gobierno de Ortega cuenta con apoyo generalizado y fácilmente derrotaría incluso, una candidatura unida de la oposición. No tienen nada que temer en las urnas.

¡Pero espera! Los medios de comunicación estadounidenses y Human Rights Watch, ahora gritan que el presidente Ortega está arrestando a los candidatos presidenciales de la oposición. ¿Puede esto ser verdad? En realidad, esta es una acusación muy engañosa. Es cierto que alrededor de 17 personas han sido detenidas por las autoridades nicaragüenses. Varios arrestados tenían ambiciones políticas, pero ninguno se había postulado a la presidencia y ninguno de los 14 partidos registrados para las elecciones del 7 de noviembre había elegido a ninguna de estas personas para ser sus candidatos. Estos no-candidatos fueron arrestados por lavado de dinero, por no rendir cuentas de la recepción de importantes fondos extranjeros, por pedir sanciones económicas contra Nicaragua y por colaborar con potencias extranjeras hostiles. Veremos las evidencias una vez que tengan su día en los juzgados.

Violento Intento de Golpe de Estado en 2018

Existe un siniestro trasfondo para los actuales sucesos en Nicaragua. De abril a julio de 2018 hubo un intento de golpe de estado en Nicaragua: violencia generalizada y coordinada, que aparentemente tomó por sorpresa al gobierno de Ortega. Los tranques bloquearon muchas carreteras, deteniendo el comercio. Una sofisticada campaña en las redes sociales llevó a la gente a las calles con mentiras sobre la policía matando a estudiantes.

Edificios gubernamentales fueron incendiados. Más de 200 personas murieron a causa de la violencia callejera durante varias semanas. La mitad o más de los muertos eran sandinistas, incluyendo a 24 policías. Se publicaron videos en línea de sandinistas siendo torturados e incluso quemados vivos en los tranques. Los medios estadounidenses afirmaron que los “manifestantes no violentos” estaban siendo atacados por la policía nicaragüense.

Daniel Ortega desinfló el intento de golpe mostrando una gran moderación. Ordenó a la policía regresar a sus cuarteles. Mantuvo al Ejército fuera de la refriega, negoció con los líderes de la oposición y concedió amnistía a quienes se habían sumado a estos hechos violentos. Ortega ahora es elogiado por tener la sabiduría de manejar la situación con mesura, evitando causar más violencia y caos. Sin embargo, los medios occidentales prefieren pintar a Ortega como un “dictador autoritario” que reprime violentamente la disidencia y encarcela a sus adversarios políticos. Esa es la narrativa que escucharemos una y otra vez.

Gran parte de los medios corporativos parecen contentos de ser propagandistas de la política exterior de Estados Unidos y se han acostumbrado a ese papel. Desafortunadamente, esto también es cierto para elementos dentro de las organizaciones de derechos humanos. Sus acusaciones de abusos contra los derechos humanos coinciden con demasiada frecuencia con la propaganda del Departamento de Estado sobre cambio de régimen.

Larga historia de intervención yanqui

Durante más de un siglo, Estados Unidos ha estado invadiendo Nicaragua, la ha ocupado con su ejército, apoyó la violenta dictadura de Somoza durante cuarenta años, organizó un ejército contrarrevolucionario, ha financiado organizaciones y medios de oposición y ha intervenido hiperactivamente en los asuntos internos del pueblo nicaragüense.

Algunos historiadores dicen que el potencial de un Canal de Nicaragua, que competiría con el Canal de Panamá controlado por Estados Unidos, ha sido un factor importante en la obsesión de Estados Unidos con Nicaragua. ¿Qué otra cosa lo explicaría? ¿O será que Nicaragua presenta la “amenaza de un buen ejemplo”?

¡Claro que sí, por supuesto! El gobierno de Estados Unidos está interviniendo en las elecciones nicaragüenses. Su plan para hacerlo se detalla en un documento de USAID filtrado. Las contingencias incluyen la transferencia repentina de poder bajo circunstancias caóticas.

Las sanciones de Estados Unidos contra Nicaragua se intensificarán con la Ley RENACER, que recientemente fue aprobada en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Es difícil para los representantes del Congreso votar en contra de un proyecto de ley de sanciones, cuando escuchan la misma historia distorsionada de todos los medios de comunicación. Es importante que los Congresistas reciban información precisa y perspectivas distintas. Todos nosotros también. Incluso las personas que siguen de cerca los acontecimientos de política exterior pueden sentirse desorientadas y confundidas por el aluvión de desinformación que viene de todas direcciones.

A pesar del apoyo mayoritario al Frente Sandinista, existe una intensa polarización en Nicaragua. La mayoría de los medios son propiedad de la oposición y son virulentamente anti-Ortega. El intento de golpe de estado abrió viejas heridas y también fue un duro golpe para la economía.

Satanizar al Líder

El truco más antiguo en el libro de cambio de régimen imperial es “satanizar” al líder del gobierno que se desea derrocar. Como con Assad en Siria, por ejemplo. Ahora debemos creer que Daniel Ortega, cuyo gobierno ha mejorado la vida de decenas de miles de nicaragüenses pobres, es un terrible villano al que de alguna manera hay que sacar.

Nosotros en Estados Unidos, necesitamos ser más alfabetizados respecto a los medios, más escépticos de los grandes medios. ¿Por qué debemos creer al Washington Post, el New York Times, CBS, CNN o Fox News, los mismos medios que nos dijeron que había “armas de destrucción masiva” en Irak?”. Los medios corporativos justifican habitualmente la intervención de Estados Unidos y celebran las guerras estadounidenses.

En julio de 2019 viajé a Nicaragua con una delegación de Veteranos por la Paz. Visitamos a trabajadores de la salud y una granja cooperativa dirigida por mujeres. Escuchamos emotivos testimonios de familias de policías que habían sido asesinados en el intento de golpe de estado de 2018 y de alcaldes cuyos pueblos habían sido atacados. Nos reunimos con los veteranos, los “combatientes históricos” muy respetados, que finalmente tomaron la iniciativa en el desmantelamiento de los tranques.

El 19 de julio, día del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, nos unimos a 400,000 nicaragüenses jubilosos que se regocijaban en la plaza principal de Managua. Habían viajado desde toda Nicaragua para celebrar el 40 aniversario de la victoria sandinista de 1979 sobre el dictador Somoza, respaldado por Estados Unidos. (¿Alguien ve un patrón aquí?)

Amo al heroico, elegante, poético y alegre pueblo nicaragüense. Admiro su Revolución única y esperanzadora. Irradiar un poco de luz sobre las sombras propagandísticas del cambio de régimen, es lo menos que puedo hacer para mostrar mi aprecio y agradecimiento.

(*) Gerry Condon, ex presidente de Veteranos por la Paz, ha estado visitando Nicaragua desde 1983.

43 Aniversario

Radio Segovia, La Poderosa del Norte.

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