El desarrollo de vacunas es una de las principales estrategias terapéuticas para hacer frente a la actual pandemia de COVID-19. En los últimos meses, numerosas instituciones públicas y privadas han abordado el reto de obtener una vacuna para COVID-19 a través de diferentes plataformas y aproximaciones. Como resultado, existen más de 100 vacunas candidatas para la enfermedad. La mayor parte de ellas están todavía en fase de investigación preclínica, pero algunas de ellas ya han avanzado a fase clínica y su eficacia y seguridad en personas está siendo evaluada en ensayos clínicos.
Existen diferentes tipos de vacunas para COVID-19. Algunas utilizan virus inactivados. Otras utilizan virus que han sido modificados para no resultar infectivos, en los que se empaquetan instrucciones genéticas del coronavirus. Y otras están basadas en ARN mensajero o ADN. En todos los casos, el objetivo es el mismo: preparar al organismo para un posible encuentro con el coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad. Independientemente del tipo, las vacunas proporcionan (directa o indirectamente) proteínas virales que activan al sistema inmunitario y lo entrenan para que sea capaz de detectar y eliminar al virus en el futuro.
Dado que las vacunas están destinadas a su utilización masiva en la población, existen regulaciones estrictas, tanto para garantizar su eficacia y seguridad como para asegurar que su producción, comercialización y distribución se realiza en las condiciones adecuadas.
Al igual que ocurre con otros tratamientos clínicos, un requisito indispensable para toda vacuna es que se realicen ensayos clínicos que demuestren su efectividad para generar inmunidad frente al agente infeccioso y su seguridad al utilizarse en humanos. Normalmente, los ensayos clínicos transcurren en tres fases. La primera, realizada en pocas personas, está destinada a evaluar su seguridad y posibles efectos adversos. La segunda fase, con mayor número de participantes, evalúa la eficacia y sus resultados se confirman en la tercera, que incluye miles de participantes.
El pasado 15 de mayo, la Organización de la Salud publicó un listado de las vacunas candidatas para COVID-19, en el que destacaba las ocho de ellas ya están en fase de evaluación clínica. A continuación, presentamos estas ocho que ya están siendo probadas en personas.
Vacunas en evaluación clínica:
Ad5-nCoV de CanSino Biological y el Instituto de Biotecnología de Beijing
La vacuna Ad5-nCoV de la biotecnológica china CanSino Biological ha sido la primera vacuna frente al coronavirus en ser evaluada en un ensayo en fase 2. Esta vacuna se basa en utilizar vectores virales que han perdido su capacidad replicativa para hacer llegar las instrucciones de la proteína S del virus al interior de las células.La proteína S tiene un papel crítico en la infección, ya que es la que interacciona con proteínas específicas de la superficie de las células e induce la entrada del virus a las mismas. La administración de Ad5-nCoV lleva a que las células tratadas produzcan la proteína viral, cuya presencia provoca una respuesta por parte del sistema inmunitario y lo prepara para una posible infección real por el coronavirus SARS-CoV-2.
La fase 2 del estudio clínico, en la que se espera reclutar a 500 participantes, evaluará la seguridad y capacidad inmunogénica de la vacuna.
Para desarrollar Ad5-nCoV, CanSino Biologics Inc ha utilizado la misma plataforma de vacunas basadas en vectores virales basados en adenovirus que utilizó con éxito para el diseño de una vacuna frente al virus del Ébola.
mRNA-1273, Moderna
La vacuna basada en ARN mensajero desarrollada por Moderna, es sin duda, una de las vacunas más prometedoras. Esta vacuna está compuesta por nanopartículas lipídicas que contienen ARN con la información necesaria para producir una forma estable de la proteína S viral. Su objetivo es hacer llegar el ARN mensajero al interior de las células del organismo para que éstas sinteticen la proteína y se genere una respuesta inmunitaria que lleve a la generación de inmunidad de la persona.
Los resultados preliminares del primer ensayo en 45 personas sanas con esta vacuna son positivos. Sus responsables indican que en general la vacuna es tolerada por los participantes voluntarios y muestra unos niveles de seguridad adecuados. Además, señalan que los datos disponibles son consistentes con una producción de anticuerpos similar a la de observada en sangre de pacientes recuperados de COVID-19. De momento, los resultados corresponden a pocas personas y se desconoce si la respuesta es duradera, por lo que será necesario seguir investigando. La siguiente fase del ensayo, en la que se probará la vacuna en 600 personas ha sido ya aprobada y, si todo evoluciona correctamente, se espera empezar la fase 3 en julio.
Vacunas basadas en el virus inactivado desarrolladas por Sinopharm
El Instituto de Productos Biológicos de Wuhan, subsidiaria de la empresa Sinopharm, está desarrollando una vacuna basada en virus inactivados obtenidos de células Vero. Esta línea celular, derivada de células epiteliales de riñón de mono, ya se ha utilizado desarrollar vacunas para otros virus como el de la rabia o el de la gripe.
Los virus inactivados pueden funcionar como vacunas debido a que su presencia genera la misma respuesta que una infección habitual. Inducen la acción del sistema inmunitario pero, al no ser capaces de reproducirse, no causan el mismo daño que el virus intacto.
Una segunda vacuna de Sinopharm está en desarrollo en colaboración con el Instituto de de Beijing de Productos Biológicos y el Centro Chino de Control y Prevención de Enfermedades.
PiCoVacc, vacuna basada en virus inactivado desarrollada por Sinovac
El pasado 17 de abril la empresa china Sinovac Biotech informaba del inicio de un ensayo clínico en fase 1 para evaluar su vacuna candidata frente a COVID-19. La vacuna consiste también en virus inactivados purificados de células Vero y ha mostrado efectividad en diferentes modelos animales. Además de los virus inactivados se añade un activador del sistema inmunitario, un gel compuesto de fosfato de aluminio o hidróxido de aluminio, llamado alum.
Un reciente artículo en Science describe el desarrollo de la vacuna y los primeros resultados obtenidos en modelos en rata, ratón y primates no humanos.
ChAdOx1 nCoV-19, vacuna desarrollada en la Universidad de Oxford
El Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, en colaboración con el Grupo de Vacunas de Oxford, ha desarrollado la vacuna ChAdOx1 nCoV-19 que utiliza un vector viral no replicativo para introducir las instrucciones de la proteína S del coronavirus en las células humanas. El ensayo clínico de fase I, en el que se espera que participen 1100 participantes comenzó a finales de abril.
La plataforma de desarrollo de vacunas del Instituto Jenner ha sido utilizada para desarrollar vacunas para otros virus, incluidos el MERS, el Chikungunya o el virus de la gripe. Todas estas vacunas utilizan la misma versión del adenovirus ChAdOx1, que habitualmente causa infecciones en chimpancés y ha sido modificada genéticamente para no ser infectiva en humanos. Más de 320 personas han recibido este tipo de vacunas, que se consideran seguras, aunque pueden causar algunos efectos secundarios temporales.
La Universidad de Oxford y Vaccitech, empresa spin-off que desarrolla la vacuna, anunciaron recientemente un acuerdo con la empresa Astra-Zeneca para el desarrollo, producción a gran escala y distribución de la vacuna. Su objetivo es conseguir que esté disponible lo antes posible.
Vacunas de ARN de BioNTech, Fosun Pharma y Pfizer
La empresa alemana BioNTech ha desarrollado cuatro vacunas candidatas para COVID-19 basadas en ARN: BNT162a1, BNT162b1, BNT162b2 y BNT162c2.
Las vacunas utilizan diferentes formatos de ARN mensajero que codifican para la proteína S completa o para su dominio de unión al receptor. Además, cada formato se combina con una fórmula de nanopartículas lipídicas.
Los primeros participantes del ensayo clínico en Europa recibieron dosis de la primera vacuna candidata a finales de Abril. Se espera las diferentes fases de los ensayos clínicos de EE.UU. y Europa incluyan aproximadamente 7.600 participantes.
Para el desarrollo, producción y distribución mundial de las vacunas BioNTech ha establecido alianzas con la farmacéutica Pfizer. También colabora con Fosun Pharma en el desarrollo clínico y comercialización de su programa vacunal en China.
INO-4800 de Inovio
La empresa estadounidense Inovio completa el panel de vacunas para COVID-19 que ya se están probando en personas en ensayos clínicos. En su página web Inovio señala que diseñó su vacuna de ADN INO-4800 en tres horas, tras recibir la información del genoma del virus.
INO-4800 es una vacuna de ADN que se administra mediante una inyección intradérmica seguida de un tratamiento de electroporación que crea poros en las membranas de las células y permite que el ADN acceda a su interior. El ADN consiste en un plásmido, una molécula de ADN circular, que contiene la información necesaria para producir la proteína S viral. En este caso, a diferencia de las vacunas de ARN que pueden ser traducidas directamente a proteína, es necesario que el ADN se transcriba a ARN mensajero en el interior de las células.
El primer ensayo clínico para probar INO-4800 comenzó a principios de abril en Estados Unidos, donde se incluyeron 40 voluntarios sanos. Están previstos ensayos clínicos también en China y Korea del Sur.
La empresa confía en completar los estudios clínicos en otoño y planea producir 1 millón de dosis a finales de año, para continuar los ensayos clínicos o ser utilizadas como medida de emergencia.
DESARROLLO ACELERADO DE VACUNAS
Conocidas cuáles son las vacunas que ya se están probando en ensayos clínicos, la siguiente pregunta es para cuándo se estima que podría existir una vacuna disponible para su utilización clínica. En este punto hay que considerar que, aunque disponer de 8 vacunas candidatas para COVID-19 en fase clínica sea muy prometedor, no todas las candidatas que consiguen aprobación para un ensayo en fase 1 avanzan hasta fase 3 o llegan a convertirse en vacunas comerciales.
El desarrollo de vacunas es lento. Suele requerir más de 5 años, e incluso en algunos casos, décadas. No obstante, dada la situación de emergencia actual, se están acelerando todos los plazos para conseguir obtener una vacuna eficaz y segura en el menor tiempo posible. En estas circunstancias, podría haber una reducción en el tiempo de desarrollo y obtenerse una entre 12 y 18 meses. Pero no es seguro. Además, hay que considerar no solo la etapa de diseño y evaluación de la vacuna, sino la capacidad para producirla y distribuirla a gran escala, por lo que es difícil calcular una fecha aproximada.
Tonia Thomas, del Grupo de Vacunas de la Universidad de Oxford, indica que en el escenario más propicio, esperan conseguir resultados positivos del ensayo clínico de fase III de su vacuna ChAdOx1 nCoV-19 y capacidad para fabricar grandes cantidades en otoño. Sin embargo, destaca que esta estimación es muy ambiciosa y podría estar sujeta a cambios.
Un plazo similar es el que estima Inovio. Si su vacuna se muestra efectiva y segura, y obtienen financiación, planean producir 1 millón de dosis para finales de año.
Todo indica que cualquier vacuna para COVID-19 tardará meses en llegar. E incluso una vez, exista, habrá que gestionar su producción y distribución a gran escala. Este último factor puede ser muy relevante en el caso de aquellos laboratorios que no tienen capacidad para producir grandes cantidades.
Otra cuestión importante será asegurar que la vacuna pueda llegar a todos los que la necesiten. Al tratarse de una enfermedad que afecta a mundial, a las políticas propias de cada país se añade la posible competición por conseguir la vacuna entre países. En este contexto será todavía más necesaria una gestión adecuada.