Augusto C. Sandino nace el 18 de mayo de 1895 en Niquinohomo (Valle de guerreros en Chorotega: NEC, guerrero y NAHOME, valle, en un tiempo se llamó La Victoria), municipio del departamento de Masaya, Nicaragua, bajo el régimen de José Santos Zelaya, presidente que protagonizará un enfrentamiento con el gobierno de los EU, debido a la voracidad en la expansión imperialista. Sandino desde su nacimiento viene marcado por las intromisiones de los EU en nuestro país. Esto que ya desde mediados del siglo XIX, los esclavistas del sur, jefeados por William Walker, sujeto con larga historia en el asunto de las invasiones en Nuestra América, ya habían intentado apoderarse de nuestro territorio y por extensión del centroamericano.
En este sentido las condiciones en las que nace Sandino, no son desde la óptica del país, así como desde las familiares muy solventes que digamos. Decimos esto porque su madre fue víctima de la marginación y explotación debido a las leyes canallas impuestas por el sistema político-económico de la época en el cual la división y distribución social y cultural del trabajo desfavorecía, no sólo a los pobres, sino que se ensañaba con las mujeres, específicamente campesinas y despojadas de los medios de producción, es decir, el sistema se encarnizaba con aquella que contaba nada más con su fuerza de trabajo como único medio de subsistencia. Esas condiciones fueron endureciendo el carácter, la postura y la personalidad de nuestro Sandino, vistas éstas desde la óptica de la situación del país, así como desde las circunstancias de su vida.
Él mismo lo dice: mi madre se llamaba Margarita Calderón y era una empleada de una finca de mi padre. Soy pues, Román hijo del amor o un bastardo, según los convencionalismos sociales… cuando no era café, era el trigo, el maíz u otros cereales que nos mandaban a recolectar, con sueldos tan mínimos y tareas tan rudas que la existencia nos era un dolor, y más adelante dirá que estos acontecimientos personales, así como los que les ocurrían a su patria vejada por los yanquis y traicionada por sus hijos le fueran guiando a ser consciente de la gran tragedia.
Esa gran tragedia que guió la consciencia de Sandino la podemos ubicar más adelante cuando apenas con 17 años presencia el escarnio que los yanquis le imputan a otro de los grandes insurgentes, revolucionarios nicaragüense como es Benjamín Zeledón, él mismo afirma:
Era yo un muchacho de 17 años y presencié el destace de nicaragüense en Masaya y otros lugares de la república, por fuerzas filibusteras. Personalmente vi el cadáver de Benjamín Zeledón, quien fue sepultado en Catarina, pueblo vecino mío. La muerte de Zeledón me dio la clave de nuestra situación nacional.
Sandino reconoce una situación nacional que valora crítica, deplorable, situación de destace dice él, pues la forma en que vejan a Zeledón, no está muy lejana de las formas en que los españoles lo hacían con nuestros indígenas, además el exhibir el cuerpo de Zeledón ponía enfrente de Sandino la situación del país, es decir, Nicaragua también estaba siendo destazada, humillada, exhibida como pieza de caza. Todos estos son eventos que poco a poco van forjando o guiando la consciencia, las posturas de Sandino y desde ese momento empieza a meditar formas de irrumpir en la liberación de su patria.
Antecedentes
Como se ha podido comprobar el General Benjamín Zeledón es un antecedente inmediato de la gesta de nuestro Sandino, aunque es dable mencionar las insurgencias político-epistémicas llevadas a cabo por nuestros pueblos durante todo el período colonial y el enfrentamiento a la invasión yanqui de 1856-1858 la que se vincula de igual modo a los intereses marítimos-navieros imperiales, así como a la expansión voraz del imperialismo en América Latina que tiene una referencia inmediata en el México de 1848.
El recuento de esas guerras, llamadas por la historiografía oficial guerra de Mena-Sandino la llamaba Revolución de 1912- y más adelante la guerra constitucionalista de 1926 o bien guerra civil se puede entender en tanto y en cuanto nos insertemos en la lógica de la constitución y expansión del imperio o del imperialismo yanquieuropeo en nuestro país. Al igual que durante la denominada conquista, lo mismo que sucedió con Haití como lo deja claro JRL James en su obra Los Jacobinos Negros los imperios se disputaban, de forma atroz, quien se quedaba con nuestros territorios. Nuestras elites libero-conservadoras valiéndose de la voracidad del imperio e instado por sus incapacidades como lo dice el mismo Sandino, deciden solicitar la intervención. Así la salida del poder de José Santos Zelaya quien gobernó el país desde 1893 hasta 1909 (expulsado por la famosa nota Knox) trajo consigo un caos en el país y como consecuencia la presencia intervencionista durante más de 20 años desde que cae Zelaya hasta la expulsión de los marines por el General Sandino en 1933. Así con la salida de Zelaya llegan los gobiernos de José Madriz y Juan José Estrada hasta que entramos en lo que se denomina la Restauración conservadora con Adolfo Díaz y los Chamorros.
En 1911 tras la renuncia de de J J Estrada (pactos Dawson) asume Adolfo Díaz (tratado Bryan- Chamorro) con el apoyo del encargado de negocios de los EU, mientras la asamblea designa a Luis Mena como presidente, de esto se deriva la guerra, en la cual más adelante intervendrán Zeledón y luego nuestro Sandino. Sigamos el hilo: en 1914 se firmó el Tratado Bryan-Chamorro, mediante el cual se cedían a Estados Unidos todos los derechos para la construcción de un futuro canal interoceánico, a cambio de tres millones de dólares. A pesar de que el canal de Panamá había sido construido ya en 1903, la zona continuaba siendo de interés estratégico. También por este tratado, se daba a Estados Unidos el derecho de establecer una base militar en el golfo de Fonseca durante un período de 99 años, y se le cedían en arriendo las Islas del Maíz, por idéntico lapso de tiempo.
Entre 1917 y 1926 Nicaragua estuvo dominada por el partido conservador. Los marines estadounidenses, presentes en el país desde 1912, se retiraron en agosto de 1925. Al año siguiente, sin embargo, se produjo un nuevo levantamiento liberal, que produjo una nueva guerra civil, la denominada Guerra Constitucionalista. Las negociaciones entre el gobierno y los rebeldes, impulsadas por Estados Unidos, dieron lugar a un gobierno de coalición. Sin embargo, dado que el gobierno era incapaz de controlar los nuevos focos de insurrección, los marines desembarcaron de nuevo en diciembre de 1926.
En las elecciones de 1920 salió elegido presidente Diego Manuel Chamorro que tomó posesión de su cargo ya en el año siguiente. Chamorro murió en 1923 y lo sucedió el que era su vicepresidente, Bartolomé Martínez que se marcó como objetivo el liquidar la deuda que el país tenía con unos banqueros estadounidenses. El objetivo fue cumplido el año siguiente de haber subido a la presidencia y ya libre de la carga económica, se convocaron elecciones para el mes de octubre de ese mismo año para las cuales se realizó una candidatura única entre conservadores y liberales. Como presidente iba Carlos Solórzano, conservador y para vicepresidente el liberal Juan Bautista Sacasa. Solórzano fue investido presidente en enero de 1925 y para agosto de aquel año ya habían salido todos los soldados estadounidenses del territorio nicaragüense.
En octubre Emiliano Chamorro se alza en armas contra el gobierno y toma de Tiscapa, donde residía la presidencia. Para aplacar la rebelión y por consejo del gobierno de EE.UU. Solórzano nombra a Chamorro jefe de la fuerza pública. Las tensiones entre ambos acaban con la dimisión del presidente que pasa los poderes presidenciales al senador Sebastián Uriza y este se los pasa a Chamorro y finalmente acaban en manos de Adolfo Díaz quedando Sacasa fuera. En mayo de 1926 el partidario de Sacasa, el general José María Moncada se alza en armas pidiendo el poder para Sacasa. La respuesta de los Estados Unidos que apoyaban a los conservadores fue la de mandar de nuevo a la infantería de marina. El día de nochebuena de 1926 desembarcaban las tropas estadounidenses en Puerto Cabezas. Para el 06 de enero de 1927 había en suelo nicaragüense más de 5.000 soldados y marinos norteamericanos apoyados por 16 buques de guerra. Adolfo Díaz justificó la intervención con estas palabras: “Nicaragua es un país pobre y débil que no puede resistir solo”
Entonces, Sandino ya inmerso en estos vaivenes políticos militares nicaragüenses, luego de regresar de su periplo en México y, al observar la vorágine imperialista en lo que se denomina mediterráneo latinoamericano, forja su conciencia, fortalece sus principios antimperialistas y considera como prioridad, no la guerra constitucionalista, sino frenar la expansión yanqui en estos territorios para luego reconstruir el país por medio de lo que José Benito Escobar llama: el establecimiento de un gobierno popular e independiente, la eliminación de tratados lesivos y el rescate de nuestros recursos naturales.
Sandino nace, vive y crece en un tiempo en el que el imperialismo está en su pleno apogeo. De ahí que enrumba sus objetivos a la liberación del país, a la recuperación de la dignidad, a la redención de los oprimidos o postergados como llamaba a los pobladores víctimas del sistema instaurado por las oligarquías en la Nicaragua postcolonial, post-independencia. Vistas las cosas así Sandino toma como faena desalojar a los marines para luego re-fundar el estado-nación nicaragüense a través de su pensamiento político-económico-cultural el que logra articular, aun en plena gesta militar, como deja constancia en múltiples entrevistas, cartas y manifiestos. Estos textos, más de 400 en su totalidad, son la prueba fehaciente de la articulación de un modo de pensar y de proponer una producción de conocimiento desde sus propios recursos, desde sus propios espacios y con sus propias fuentes e instrumentos, sean estos indígenas, populares y lecturas heterodoxas, distintas, varias, todas fuera del canon, de lo que se ha denominado conocimiento occidental-tradicional- moderno.
Hay, en el pensamiento de Sandino, una búsqueda y un encuentro de su propia voz, de su propio discurso, hilvanado mediante sus experiencias, lecturas y encuentros con la realidad latinoamericana-nicaragüense. Experiencias que fueron específicamente de corte rural, vividas en la montaña, en los pueblos del norte y la Costa Caribe o bien de lo que podemos denominar la Nicaragua profunda. Sandino fue un sujeto que fundió sus propias ideas con las que pudo aprehender en sus viajes, así como con los saberes y sentires de estos pueblos en la profundidad de la montaña nicaragüense. Logró con ello modular un sistema de producción de conocimiento original, fuera de las propuestas pululantes en nuestra Nicaragua, las cuales sabemos se denominaban, desde la óptica política: liberales y conservadores y desde la óptica filosófica-sociológica y educativa positivistas en sentido laxo. Es decir, la forma de abordaje de los asuntos en la Nicaragua de esa época se hacía con los instrumentos más representativos de las posiciones yanquieuropeas tamizados por la mentalidad de las elites locales.
Entonces, nos daremos a la tarea de realizar un breve recuento cronológico de la lucha y gesta político-militar sandinista, entrelazado con los eventos que se sucedían en el país en esa época, para luego detenernos en una interpretación del pensamiento de Sandino, sus puntos de contactos con la visión del mundo de Bolívar, así como la pertinente presencia de ambas perspectivas de conocimiento en las transformaciones que se están suscitando en Nuestraamérica.
Breve crónica de la insurgencia sandinista
Desde los últimos tres de 1926 (primer enfrentamiento en noviembre de 1926, el Jícaro) hasta abril de 1927 Sandino se emplaza en el norte apoyando desde esa zona a uno de los bandos en contienda. Luego, en mayo se ubica en Yucapuca, ya abanderando sus propios ideales- para esa época los marines ya han desembarcado en Nicaragua-. Luego de triunfar en diversas batallas tales como la de San Juan de las Segovias, la ciudad de Jinotega, ocupar el cerro del Común en Boaco y mientras los bandos en contienda deciden rendirse ante los yanquis, Sandino toma la determinación de continuar con su lucha, pese a que algunos de sus hombres deciden retirarse por obligaciones de diversas índoles: salud, familiar. Quedándose en ese momento solamente con 29 soldados.
Tal como afirmamos anteriormente, Sandino se involucra primero en la guerra constitucionalista-guerra civil promovida por los yanquis- y desde ahí, al observar la rapacidad y liviandad de los bandos en lucha, así como la asociación de éstos con las intenciones del imperio yanqui, cambia su visión de las cosas, pues una vez que las fuerzas libero-conservadoras deciden rendirse, venderse, el General Sandino instala su lucha en la zona norte de Nicaragua, con ciertos desplazamientos hacia territorios de la Costa Caribe nicaragüense, zona en la que ya dijimos forja sus posiciones y principios.
Por ello afirma en uno de sus textos:
Sin embargo, ya en el teatro de los acontecimientos, me encontré con que los dirigentes políticos, conservadores y liberales son una bola de canallas, cobardes, traidores incapaces de dirigir a un pueblo patriota y valeroso. Hemos abandonado a esos directores y entre nosotros mismos, obreros y campesinos hemos improvisado a nuestros jefes.
Así, de mayo a junio de 1927, Sandino ya se ha establecido en Yalí libera la cabecera departamental de Nueva Segovia, al igual que libera y se asienta por determinado tiempo en la mina de San Albino. Todo esto lo logra con un puñado de hombres, los que poco a poco se van agigantando con combatientes, no sólo de las mismas montañas nicaragüenses, sino de toda América Latina los que conformarán el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, el cual llegó a alcanzar las cifras de entre 6,000 y 8,000 integrantes. No es gratuito que una de las canciones – parte de lo que se denomina resistencia cultural – diseminadas en las montañas para enaltecer y que nos sirve para tipologizar el carácter socio-étnico de la lucha sandinista decía:
Aquí están los guerrilleros,
Terror de filibusteros
Que nos quieren humillar,
Aquí están los indios fieros
Nicaragua….. Nicaragua
Que te van a libertar.
Esta canción nos indica la potenciación de la inclusión, así como de la identificación de los soldados de Sandino con su mismidad, entiéndase: nicaragüense, campesina, autóctona.
De igual modo esto promueve unas prácticas que significan el desarrollo de una colectividad determinada.
De esta forma entre el 31 de junio y el 1 de julio de este mismo año lanza su primer manifiesto político, un texto altamente ideológico y a la vez poético en el que da a conocer sus posiciones, sus objetivos, así como su pensamiento social-cultural en el que podemos leer los cruces teóricos tomados de sus viajes y, desde luego, las influencias recibidas en México, así como lo que aprendió de los mineros y de los hermanos y hermanas que han compartido con él las batallas. Este lleva por nombre Manifiesto de San Albino. Y en parte dice:
Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule, más que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo encierra el misterio de ser patriota leal y sincero.
Nótese el efecto dialéctico que Sandino imprime a su frase en la que se reconoce una esfera estructural del ser latinoamericano- indohispano- le llama él- que se muestra a partir de su trayectoria. En este sentido se confirma el reconocimiento de la imagen identitaria en la sangre india, campesina, patriota.
Ahora bien, luego le suceden los combates de Ocotal (combate de trascendencia histórica el cual permitió la circulación mediática latinoamericana y mundial de la insurgencia sandinista, específicamente por los bombardeos perpetrados en contra de la población) luego San Fernando, Santa Clara y ya para noviembre se ha establecido en el Chipote dando inicio con ello a la primera Guerra de Guerrillas que hace decir al Ché:
En América se ha recurrido a la guerra de guerrillas en diversas oportunidades. Como antecedente inmediato más cercano puede anotarse la experiencia de Augusto C. Sandino, luchando contra las fuerzas expedicionarias yanquis en la Segovia nicaragüense.
Posteriormente protagoniza combates en el sitio denominado el Camino Real, Quilalí, al igual que una de las batallas más sonadas: la del Bramadero. Para abril de 1928 Sandino ha liberado gran parte de la región minera donde los yanquis habían establecido parte de sus intereses económicos. En 1929 se llevan a cabo otros combates como el de Guanacastillo, San Antonio, asimismo en mayo de este mismo año sale rumbo a México en busca de ayuda para la causa. Para esta época Sandino ya es considerado un abanderado del antiimperialismo. Luego se suscitan otras series de combates hasta que se presenta otra salida a México en busca de apoyo una vez más. Para noviembre de 1930 Sandino ya está combatiendo en la zona de León, es decir, en la zona occidental del país, lo cual indica el dominio que ejercía del territorio nacional, oponiéndosele no sólo al ejército yanqui, sino también a las tropas traidoras que apoyaban a los invasores. Ya para 1932, específicamente en octubre, sus tropas logran liberar San Francisco del Carnicero en la Costa norte del Lago de Managua, es decir, la capital del país. Para estas fechas Sandino ya combate también en contra de la guardia nacional, ejército creado por las fuerzas de ocupación yanqui, tropas que tienen una historia de horror en nuestro país.
De esta forma Sandino, mediante la utilización de estrategias de lucha que se vinculan, decíamos, a la guerra de guerrillas-cuyas mejores tácticas eran la picada y la emboscada- a la imaginación popular, a la propagación mediática, a la audacia de atacar y retirarse, así como destrezas creadas por medio de métodos lúdicos, la articulación de una red de espionaje, resistencia y guerrilla cultural, la invención de armas-específicamente la Gardenia- dinamita de botella y cuero- y la Chula, especie de cañón antiaéreo- y una mensajería a nivel nacional altamente organizada, Sandino propina la primera derrota históricamente hablando al ejército norteamericano, así como a los bandos traidores que servían de cipayos a los yanquis. La guerra de liberación de Sandino dura seis años, desde que decide fijar su lucha en la zona norte, luego de la firma del llamado pacto del Espino Negro (mayo de 1927) hasta que llega a las riberas nortes de la capital. En este período la lucha sandinista contabiliza más de 500 combates.
Pensamiento de Sandino: vigencia y vínculo con Bolívar
Durante todo ese tiempo Sandino, en medio de los combates, de los bombardeos, de la rudeza de la montaña, madura, no sólo sus estrategias ofensivas, sino su pensamiento, la producción de su conocimiento, el cual hemos dicho se cruza con el imaginario de los pueblos del norte, de la Costa Caribe y de cuanto poblado va liberando, pues como hemos podido comprobar, Sandino va combatiendo y liberando todo el país, llegando, hemos dicho, hasta Managua. En este sentido Sandino logra mediante su lucha y la inclusión de las dos zonas: la del pacífico y la del Caribe concretar una gigantesca participación de las masas campesinas, de los artesanos, de la montaña nicaragüense, de los excluidos, de los pueblos que sufrían el expolio de las compañías mineras y bananeras asentadas en estas zonas. Esto sin mencionar los empréstitos y tratados firmados por los gobiernos traidores que agraviaban al país en todos los niveles: económicos, sociales y culturales. Nicaragua era entonces un País intervenido militar y económicamente hablando y, contra ello Sandino emprende su lucha. Sandino enarbola como elemento principal el antiimperialismo, el nacionalismo, la lucha por los oprimidos. Estos estandartes resonaron en su época de forma contundente en diversas latitudes, tal como lo dice Gregorio Selser:
Sandino daba así muestras de su presencia en Nicaragua y la América Hispana se regocijaba… los más conocidos defensores de la causa americana estaban a su lado, bregando en sus respectivos campos de batalla, a favor del guerrillero: José Carlos Mariátegui, Manuel Ugarte, Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias….
Sandino entonces estructura un pensamiento alimentado por los imaginarios populares, nativos, campesinos, artesanales, caribeños, así como de las posturas extraídas de lecturas disímiles: Gandhi, Joaquín Trincado a quien denomina uno de los filósofos más importantes, aunque la historia de occidente no lo recoge como tal. Con ello podemos afirmar que Sandino a la par de la lucha, de la Resistencia armada la que encabeza desde las Segovias, conduce también, como una especie de co-relato una resistencia o una revolución del pensamiento en Nicaragua, en Centroamérica tal como lo deja consignado el costarricense Rafael Cuevas Molina en el libro Sandino y la intelectualidad costarricense. Este autor estudia la forma en que Sandino fue la guía, la luz para determinados intelectuales costarricenses que han sido abanderados de las ideas de avanzada, de formas de pensar no sujetas a las elites burguesas conservadoras de ese país, así por ejemplo Carmen Lyra, Octavio Jiménez, Joaquín García Monge, entre otros. Cuevas lo ve no sólo desde la óptica de la divulgación de las ideas y principios sandinistas en este país, sino en lo referido a la fundación de comités y revistas en las que Sandino era el protagonista, el sujeto rector de las mismas. Revista Sandino, comité pro Sandino y la sistemática presencia de la figura de Sandino en Repertorio Americano revista editada y promocionada por Joaquín García Monge.
Ahora bien, como hemos venido afirmando Sandino modula y da a conocer su pensamiento desde el sur, en el sur, para el sur y con elementos fundamentales del sur, entendidos éstos como sistemas de organización, imaginarios, formas de interpretación, metodologías diversas, saberes y sentires ancestrales y mixturados. Podemos entrever el pensamiento de Sandino en monumentales documentos como el Plan de la Realización del supremo sueño de Bolívar, escrito en 1929 documento que analizaremos aquí, de igual modo en el Manifiesto de San Albino, Manifiesto de Luz y Verdad (1931), Manifiesto a los oprimidos de la Costa Atlántica, Manifiesto a los pueblos de la tierra y en especial al de Nicaragua, entre tantos otros documentos, que incluyen cartas, entrevistas y hasta textos literarios.
De igual manera, Simón Bolívar concibió toda su estructura de pensamiento, bien sabemos siguiendo los pasos de Simón Rodríguez, quien siempre estuvo claro que debíamos inventar o errar, axioma básico en el que se resume las conformaciones de una cultura política-teórica emancipatoria. Así el pensamiento del libertador lo podemos entresacar de sus colosales documentos, los que sobraría decir son fundacionales, inaugurales de nuestras Repúblicas, de nuestra identidad, de nuestros procesos como latinoamericanos entre ellos el Discurso de Angostura, su Carta a Jamaica, su Manifiesto de Carúpano, entre otros. Ese es el centro de la tarea que emprenden nuestros personajes: Bolívar y Sandino. Ambos desarrollan alternativas y perspectivas políticas- epistemológicas de lo que llamamos hoy: teoría crítica, teoría de oposición, de resistencia, todo hecho circular mediante vehículos expresivos tan sencillos como las cartas, los manifiestos, las entrevistas, las proclamas, y no a través de los rimbombantes esquemas yenquieuropeos de los tratados o los grande sistemas.
Así, Sandino y Bolívar promueven la apertura de un campo de posibilidades en el que sobresale la utilidad social de las ideas y la ordenación de modelos alternativos desarrollados con sus propios niveles de comprensión e interpretación. Entonces, pensar el sur y desde el sur es crear condiciones para la estructuración y la co-existencia de múltiples paradigmas de conocimientos: tradición, costumbres, comunidades lo suficientemente apropiados para luego desembocar en la construcción de otros mundos, como el que se construye hoy con las Revoluciones que se están viviendo en nuestros países. Así entonces Sandino produce una resistencia y un modo de pensar que luego se vuelve Revolución en 1979 y que hoy vive un nuevo momento. Lo mismo podemos decir de Bolívar, de Katari, Bartolina Sisa o de Martí.
Legado del pensamiento de Sandino
Ahora bien, tratemos de delimitar entonces ¿qué implica pensar desde el sur y dentro del pensamiento de Sandino cuál es su legado? Esto Implica y significa la incorporación de todas las formas de pensar y de producir conocimiento que siempre han estado orilladas y marginadas por la matriz yanquieuropea. Es decir, es toda aquella manera de ver las cosas fuera de los esquemas metodológicos alienantes, fuera de los influjos subdesarrollantes y de los bosquejos propensos a clasificar o a crear divisiones como bárbaro/civilizado, bueno/malo. Es toda aquella posición que interactúa con todos o postula un sistema diverso, como el estado plurinacional boliviano, por ejemplo, o la Alianza Bolivariana en el que las asimetrías no son aprovechadas para imponer normas o formas desventajosas de realizar comercio, sino para superarlas. Es decir, son todas aquellas fuentes que se alejan del llamado centro, que hacen a un lado el colonialismo intelectual y que piensan nuestras realidades y no las realidades yanquieuropeas. Es la producción de un conocimiento que nos permite reflexionar en torno a lo que fuimos, somos y podemos ser más allá de los sistemas y esquemas del opresor, del imperialismo. Se trata de reflexionar y reflexionarnos desde nuestra propia cosmovisión, desde nuestra mismidad, desde nuestras memorias y lenguas y de esta forma emparentar con las visiones actuales de comunal, vecinal, popular, ciudadano, micropolítica y, deshacernos de una vez por todas, del dominio de los abolengos, de las oligarquías, de los privilegios, entre otros tantos inventos nocivos acuñados por las burguesías, por el imperio yanquieuropeo y los diversos tipos de colonialismos.
Nuestro Sandino lo deja claro cuando dice:
Templé mi espíritu acrisolado en el sentimiento de amor patrio. No quiero decirles que fui a Europa buscando escuelas de héroes, pues estemos persuadidos mi buen amigo que los héroes improvisan las circunstancias del momento y siempre surgen de la clase del pueblo.
Lo clave aquí es el desafío que realiza a la creencia de que todo lo de Europa o en su defecto todo lo yanqui es lo mejor, así como la valoración suprema que hace de los héroes hijos del pueblo.
Ahora bien, existe un cruce que realiza Sandino, no sólo de su pensamiento crítico con el político, sino con el pensamiento del libertador. Este es posible interpretarlo cuando dice:
Es una lástima que no conocí al maestro Trincado antes de escribir mi Plan de Realización del supremo sueño de Bolívar, pero estoy elaborando con él nuestra teoría de la unión hispanoamericana oceánica.
Como hemos venido sosteniendo Sandino funda su pensamiento político en otras fuentes y no en fuentes yanquieuropeas y aquí en este párrafo nos arroja tres elementos claves:
a) Su mención de Joaquín Trincado, el cual ya dijimos no es un filósofo tradicional, pero que es guía de las propuestas del nicaragüense.
b) La mención de Bolívar como su más cercana influencia, pues el título mismo del escrito Plan para la Realización del supremo sueño de Bolívar, es de sí una identificación total con el ideario del libertador.
c) La inclusión de la palabra teoría, es decir, Sandino una vez más desafía a las formas de pensar yanquieuropeas. Desde el momento en que usa esa categoría se remonta hacia un ámbito en el que establece que su fundamentación es teórica, es válida, y como hemos notado, son dos autores fuera del canon los que le guían en la argumentación: el libertador y Trincado, ambos con posturas que están fuera del centro.
Ahora veamos cuáles son los cimientos básicos que Sandino arroja en el Plan de la Realización del supremo sueño de Bolívar y desde aquí realizar el vínculo que anuncié al inicio de esta exposición. Este documento de Sandino lo ha acreditado como un pensador potente y con una garra excepcional, este texto lo convierte en un tutor de la identidad latinoamericana en su conjunto, en un pensador de la razón de América Latina, pero una razón que, como bien hemos dicho, tiene sus orígenes en la propuesta del libertador. Por ello no es gratuito que él mismo afirmara:
Ah- Napoleón- fue una inmensa fuerza, pero no hubo en él más que egoísmo. Muchas veces he empezado a leer su vida y he tirado el libro. En cambio, la vida de Bolívar siempre me ha emocionado y me ha hecho llorar.
Sandino entonces reconoce y contrapone a un Napoleón egoísta- ambicioso conquistador, a la figura de un libertador que fue el principio de una política educacional americana la cual iba más allá de los formalismos y la superficialidad, como dijera Francisco Pividal en el libro Simón Bolívar, la vigencia de su pensamiento.
Por todo lo referido afirmamos que en el documento aludido: Plan de Realización del Supremo Sueño Bolívar, escrito por Sandino en 1929 son destacables para efectos de esta ponencia los siguientes elementos, los que hoy por hoy se vuelven de una actualidad inobjetable, es decir, es su legado más promisorio:
1- La idea de Nacionalidad Latinoamericana. Propuesta devenida de la Gran Colombia, de las propuestas unionistas y la que en la actualidad vive un momento histórico extraordinario, como bien sabemos echado a andar desde el ALBA y sus diversas formas de unir a nuestros países.
2- La alusión, descripción y reto al imperialismo, incluso la interpretación del mismo como fase superior del capitalismo. Condiciones vividas hoy mediante la proclamación de la llamada globalización y de las resistencias articuladas por nuestros pueblos.
Entonces compañeros y compañeras debemos decir que los puntos de contactos entre ambas figuras, entre ambos hombres a caballo son:
a) Que tanto Bolívar como Sandino construyen una propuesta político-teórica desde la profundidad de sus pueblos. Además ambos forjan sus reflexiones sobre la marcha de las batallas, sobre las cavilaciones político-militares.
b) Ambos instauran una agenda que deja de lado las agendas que venían imponiendo los imperios en estos territorios. Es decir, mientras Bolívar propugna por la unión, por la fundación de las repúblicas, de nuevas instituciones, Sandino habla de nuevas formas de relaciones entre los que llama legítimos nicaragüenses e indohispanos en su totalidad. Por ello acuñó no sólo el indohispanismo sino la nacionalidad Latinoamérica como obra de promisión para los hombres de todos los pueblos y todas las razas.
c) La confluencia de re-pensar las historias patrias, pues Bolívar en su monumental Discurso de Angostura afirmaba:
¿Queréis conocer a los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual? Consultad los anales de España y América, examinad las leyes de indias, el régimen de los antiguos mandatarios… esta reflexión del libertador nos remite de inmediato a la historia de los antiguos pueblos, los cuales eran Aztecas, Incas, Chibchas y en el caso de Sandino serán Chorotegas, Mayas, Dirianes o bien los indios de las Segovias, a través de los cuales hablará Dios, tal como le dijera al periodista español Ramón de Belausteguigoitia.
Sandino nos lega entonces un pensamiento político-teórico de carácter popular y nacionalista con un alto contenido antimperialista y que, como lo hemos podido comprobar, promueve la integración de la región latinoamericana.
De esa abundante correspondencia, proclamas, comunicados y manifiestos públicos emitidos por Sandino durante la guerra se entrevé ese sustento teórico: principios políticos, mística, disciplina, propuestas sociales y agrarias, lo que se convirtió en la fuente principal para la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido que llevó a cabo la Revolución Popular Sandinista. El legado político-teórico de Sandino fue entonces re-tomado por el FSLN y desde luego enarbolado por Carlos Fonseca y el comandante Daniel Ortega impulsando con ello no sólo la Revolución de 1979, sino el momento histórico actual.
Ese legado político-teórico lo podemos enumerar de la siguiente forma:
Dignidad: pasa no sólo por la expulsión de los imperios yanquieuropeos, sino por dejar a un lado los lesivos tratados firmados por los gobiernos traidores.
Nacionalismo: El resolver los problemas nosotros mismos mediante un gobierno digno e independiente, así como la nacionalización de los recursos naturales. Por tal razón Sandino hablaba de los legítimos nicaragüenses. Sandino articula una manera auténtica de pensarnos, lo que luego lo emparenta al unionismo latinoamericano, como forma clave de pensarnos y gobernarnos.
Redención de los oprimidos: Este es uno de los legados más importantes, pues Sandino siempre estuvo claro de su condición socio-étnica. Su claridad lo llevó a reflexionar en torno a los criterios de clasificación social en el mundo capitalista y la consecuencia de ello en la distribución del trabajo y del intercambio. También supo que sobre esto se trazaron las diferencias y distancias específicas en la respectiva configuración de pueblos civilizados y pueblos al margen de la ley y, contra ello luchó cuando habla del seno de los oprimidos como principio y fin de la visión del mundo, del país, de la nación, del continente.
Agrarismo social: Distribución clara de las tierras a quien las trabaja y a sus legítimos dueños.
Asociatividad: Este principio se puede entresacar de las propuestas teórico-prácticas relacionadas a la creación de cooperativas en las zonas marginadas de Nicaragua. Lo desarrolló en las riberas del río coco.
Pedagogía revolucionaria: Siempre estuvo claro de la importancia de la educación en nuestro pueblo, pero de una educación guiada por los valores nacionales y latinoamericanos, así como su vinculación a la naturaleza. Es decir, para Sandino la educación debía ser un elemento libertario y no enajenante. Fundó escuelas en las zonas montañosas de nuestro país.
Antiimperialismo: Visión política clara en la que se define su política exterior guiada por una fe nacional y posiciones firmes ante el forjamiento de su identidad como nicaragüense-centroamericano-latinoamericano.
Interculturalidad e inclusión: Esto se entrevé en la incorporación de las estrategias y el conocimiento aprendido en la montaña surgido del contacto con los pueblos autóctonos de la Nicaragua profunda, así como la conformación de su ejército. En la actualidad esto se deja ver en la relación de los pueblos de la Costa Caribe nicaragüense, los autóctonos del pacífico y el centro con el proceso revolucionario.
Indohispanismo o Latinoamericanismo co-relato del bolivarismo: Visión definida en torno al unionismo de Nuestraamérica como forma precisa de hacer frente a los imperios. En este punto de vista es influido de forma precisa por Bolívar a quien cita como paradigma específico en este campo.
En este sentido podemos afirmar que Sandino luchó por ideales y pensamientos como libertad, justicia social, valoración del otro, además siempre estuvo al lado del subyugado, tanto como sujetos individuales, es decir, en lo referido a las relaciones interpersonales, así como a la par de los pueblos vilipendiados, vejados por el yugo imperial. No obstante, siempre estuvo claro que la solución total a ello pasaba por la unión de los pueblos, como pensaba el mismo Bolívar. Esto daría paso al nacimiento de un nuevo mundo, no el odioso nuevo mundo propagado por los españoles, sino a un mundo fundado en sus propios criterios y características, lo cual hoy ha dejado de ser el sueño de Bolívar y la continuidad de parte de Sandino, sino que es una realidad ya echada a andar por sus herederos directos: Fidel Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y, ese sueño hecho realidad, compañeros y compañeras, es el ALBA, eso es, precisamente a lo que llamamos pensar desde el Sur, es pensarnos nosotros mismos y eso estamos haciendo ahora, Gracias Sandino, Gracias Bolívar por ofrecernos la luz, el camino, la senda, el trayecto.
A Sandino se le considera uno de los pilares de la identidad nicaragüense. Es un lugar bien merecido por su lucha contra la intervención norteamericana. Pero como dijo Carlos Fonseca, Sandino era más que eso. Cuando uno lee El pensamiento vivo de Sandino y los libros que sobre él se han escrito, uno llega a la conclusión de que Sandino quería establecer en Nicaragua un gobierno democrático, honesto, regido por el Estado de derecho, progresista: un gobierno que sin dejar de estar a favor de los pobres se apegara a los postulados de la democracia y la ley.
Sandino en realidad era un liberal de los de verdad, de los que creían en los ideales de la Ilustración. Él luchó contra la intervención norteamericana porque quería construir un gobierno verdaderamente democrático, y eso no se podía ni se puede hacer en un país ocupado. La democracia es el poder del pueblo, y en un país ocupado, el poder no reside en el pueblo, sino que en el ocupante. Él lo dijo de esta manera: “El pueblo es soberano y debe respetársele el derecho de elegir sus gobernantes; y por esto luchará (el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional) sin descanso para hacer efectivo este derecho, hoy pisoteado por los conquistadores”. Como se puede ver, él estaba luchando para que en Nicaragua hubiera elecciones libres. Y lo hizo porque Sandino no estaba de acuerdo con el autoritarismo.
Cuando Moncada firmó el pacto de El Espino Negro, Sandino se quejó de su actitud, diciendo que a “Moncada le importó poco la opinión del Ejército”. Sandino estaba en desacuerdo con ese pacto, en parte, porque dejaba a Adolfo Díaz en control de todos los Poderes del Estado. Como dijo él, la paz y la tranquilidad no se garantizaban teniendo a una sola persona, a Díaz, “con una mayoría elegida por él mismo en el Congreso, Senado y Corte Suprema”. Ésta es la actitud que se puede esperar de un demócrata.
Sandino también quería un gobierno donde se respetara la ley. El gobierno democrático presupone la aceptación de la Constitución. Sandino dijo que él estaba luchando por la Justicia y el Derecho, y los escribió así, con mayúsculas, en una carta que le escribió a Augusto Etore el 3 de marzo de 1930. Sandino mostró su apego a la ley cuando argumentó que el problema de la Guardia Nacional es que ésta era inconstitucional, como lo dijo en el documento titulado “Nicaragua tímida”. El convenio de paz que propuso para deponer las armas incluía, entre otras condiciones, el respeto a la Constitución y a las leyes fundamentales de la República.
Sandino también quería un gobierno de hombres honestos. Sandino dijo en el Manifiesto de San Albino: “El hombre que de su patria no exige ni un palmo de tierra para su sepultura, merece ser oído, y no tan solamente ser oído, sino también merece ser creído”.
Lo primero que Sandino vio en Moncada es al político tradicional nicaragüense que controla el gobierno para enriquecerse, en vez de usarlo para servir al pueblo. Moncada mismo le dijo a Sandino que “el pueblo no agradece… el deber de todo ser humano es gozar y vivir bien”, lo que era una ética tan alejada a la de Sandino, que ni siquiera se propuso para presidente después de que firmó los convenios de paz, sino que propuso al General Horacio Portocarrero, porque su lucha, como lo dijo él, no era caudillesca.
Sandino no estaba interesado en el poder, ni en maximizar su propio bienestar, ni en prosperar por medio de las rentas del Estado. Por eso les pedía honestidad a sus soldados. Cuando el coronel Guadalupe Rivera le pidió algunas cosas (Sandino no dijo qué eran), Sandino le dijo en carta fechada el 13 de diciembre de 1927: “Los bienes de la Nación deben ser sagrados, y deben respetarse, porque el ser partidario no amerita ningún derecho para medrar al amparo de la causa que se invoca”.
Para lograr sus objetivos, Sandino se unió a los elementos más honestos y progresistas de su época, no a los más reaccionarios. Se unió a los intelectuales, los estudiantes, los campesinos y los obreros. A él lo apoyaban profesionales como Escolástico Lara, intelectuales como Gustavo Alemán Bolaños, Pedro José Zepeda y Salomón de la Selva; y también intelectuales internacionales como Froilán Turcios, Gabriela Mistral y Henri Barbusse.
Su política no era partidista a expensas de los intereses de la nación, sino que era por Nicaragua, para hacerla próspera. Sandino no estaba interesado en pelear por pelear. Una vez que la intervención terminó, él se vino a Managua a buscar la paz, a construir el país, a unir a los nicaragüenses porque, como él mismo dijo, la intervención estaba “detrás de la puerta, esperando regresar antes de un año, porque se imaginaron que continuaríamos la guerra entre nosotros mismos”. Siguiendo sus principios de poner a la nación primero, le dio su respaldo a grupos de “todos los colores políticos” como el Grupo Patriótico.
Su plan de gobierno, como lo enfatizó Carlos Fonseca, favorecía a las clases populares, no a la oligarquía nicaragüense, pero no necesariamente como la define Orlando Núñez, quien la usa para atacar a sus oponentes políticos y justificar el pacto de Ortega y Alemán. Por el contrario, Sandino estaba muy interesado en la honestidad, viniera de donde viniera. Por ejemplo, él le dijo al periodista Nicolás Arrieta que respetaba a Pedro Joaquín Chamorro porque era un hombre honrado, una cualidad muy importante para él, y detestaba a los politicastros (eso incluiría ahora a los activistas políticos) que sólo pensaban en la repartidera.
Pero obviamente su política económica, o el esbozo que hizo de ella, es de corte popular. Cuando Sandino habló con el periodista Ramón de Belausteguigoitia, le habló de un sistema de cooperativas que pensaba implementar en el Río Coco. También le dijo que estaba a favor de que la tierra le perteneciera al Estado, no tan diferente a la situación de Israel, donde el Estado es el dueño de casi el 80% de la tierra. Sandino también habló favorablemente de las ideas de Gandhi, y se declaró comunista racionalista (posiblemente quería decir que no era ortodoxo, sino liberal). Pero él no estaba en contra de la propiedad privada, ni de la inversión extranjera, si cumplían con la ley, como se lo dijo a Belausteguigoitia.
Estas ideas demuestran con claridad la filosofía política y económica de Sandino. En la hora actual, los nicaragüenses haríamos bien en volver a Sandino, porque hay mucho que se puede aprender de él.
Carlos Fonseca Amador organiza el Ideario Político de Sandino en seis capítulos estructurados así: