Nueva Delhi. Por M. K. Bhadrakumar (*), Indian Punchline
El ataque israelí a Damasco del 1 de abril pasará a la historia de la literatura sobre guerra y diplomacia como un acto de engaño de alta intensidad. Irán no habría esperado un ataque cobarde con cazas furtivos contra su complejo diplomático.
Las prácticas de engaño nacional a priori de Israel no proporcionaron ninguna pista. Pero la asimetría en el aura de secretismo hace que la represalia iraní sea todo un reto. Abundan las especulaciones.
Israel parece confiar en su sistema de contraengaño. El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa israelíes, Herzi Halevi, subrayó el domingo que Israel sabe “cómo manejar a Irán”. Dijo: “Estamos preparados para ello; tenemos buenos sistemas defensivos y sabemos cómo actuar con contundencia contra Irán tanto en lugares cercanos como lejanos. Actuamos en cooperación con EEUU y los socios estratégicos de la región”.
La parte sobre EEUU es desconcertante porque el chisme de bazar es que los estadounidenses aseguraron discretamente a los iraníes que no tenían ninguna pista sobre el ataque de Israel a Damasco, y mucho menos un papel en él. Pero el despliegue de jets F-35 para tal misión no fue una coincidencia, después de todo.
Cuatro preguntas clave
La Administración Biden da garantías a los rusos de forma rutinaria cada vez que los ucranianos atacan en lo más profundo del territorio ruso con estadounidenses o británicos proporcionando inteligencia por satélite, logística, armamento –y cada vez más con personal militar de los países de la OTAN controlando las operaciones.
El dilema de Rusia es similar al que afronta Irán. La gran pregunta, prima facie (a primera vista), tendría cuatro partes:
1. ¿Hasta qué punto estaban al tanto los estadounidenses?
2. De cara al futuro, ¿se empeñará EEUU en un año electoral en desencadenar otra guerra en Oriente Próximo?
3. ¿Se trata ya de un asunto exclusivo entre Irán y el Eje de la Resistencia, por un lado, e Israel, por otro?
4. ¿Cuáles son las motivaciones de EEUU si realmente ha transmitido alguna garantía a Teherán?
Entre los comentaristas existe la delirante opinión de que en el síndrome de acción-reacción que implica a Israel e Irán, el presidente Biden mantendrá a EEUU al margen de cualquier intervención directa porque la opinión pública estadounidense milita en contra de otra guerra después de Irak y Afganistán. Pero, en realidad, no suele ser así.
2024 se parece a 1940
Dado que las nubes de tormenta en el horizonte presagian una guerra mundial, una analogía de la década de 1940 sería apropiada. El presidente Franklin Roosevelt tomó por su cuenta la audaz decisión de participar en la Segunda Guerra Mundial desarrollando una iniciativa que era coherente con la prohibición legal de conceder créditos, satisfactoria para la cúpula militar y aceptable para una opinión pública estadounidense que en general se resistía a implicar a EEUU en el conflicto europeo.
Ahora bien, los “globalistas” que dominan el establishment de EEUU, incluido el propio Biden, también saben que la Segunda Guerra Mundial acabó por restaurar (“arreglar”) la economía estadounidense. Durante la Segunda Guerra Mundial se crearon 17 millones de nuevos puestos de trabajo civiles, la productividad industrial aumentó un 96% y los beneficios empresariales después de impuestos se duplicaron.
El gasto público contribuyó a la recuperación de la economía de EEUU, que había sido esquiva al New Deal (Nuevo Pacto) de Franklin Delano Roosevelt (FDR). Esta analogía también es válida hoy en día. De hecho, políticos estadounidenses de todas las tendencias se remontan a aquellos días felices para defender sus programas, incluso hoy en día. Y entre ellos se incluye el propio Biden, a quien le gusta compararse a grandes rasgos históricos con FDR.
Del mismo modo, hoy existe la creencia generalizada, que no carece de fundamento, de que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se las ha ingeniado para arrastrar a EEUU a la situación de conflicto en Oriente Medio. Pero, ¿no hizo Winston Churchill exactamente lo mismo, calculando que la entrada de EEUU en la guerra continental con Alemania inclinaría decisivamente la balanza de fuerzas?
Al parecer, Churchill dijo –más bien, así lo afirmó en su no tan honesta historia de la guerra– que por primera vez en mucho tiempo durmió tranquilo, seguro de que con EEUU en la guerra, la victoria era inevitable.
Baste decir que no se puede descartar la probabilidad de que estemos exagerando la frialdad de las ecuaciones de Biden con Netanyahu. Por otro lado, todo esto implicaría, como mínimo, que Irán tiene ante sí el enorme reto de elaborar una respuesta proporcionada a la agresión israelí. La represalia tiene que ser simbólica y sustantiva, contundente y convincente y, sobre todo, razonable y racional. Y lo que es más importante, no debe desencadenar una guerra mundial; Irán, desde luego, no quiere una guerra.
Israel retrocede en el frente de guerra
Pero no hay mal que por bien no venga. El factor atenuante de la sombría situación es que el domingo Israel retiró sus fuerzas terrestres de Jan Yunis, marcando el final del denominado conflicto de alta intensidad. De un plumazo, la matriz ha cambiado.
El Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, anunció unilateralmente la victoria afirmando que Hamas “ha dejado de funcionar como organización militar en toda la Franja de Gaza”. Lo cual, por supuesto, se contradice con la realidad, ya que, según los informes, al menos seis batallones de Hamas están escondidos, todavía en funcionamiento, incluidos sus dirigentes, que están rodeados por unos 130 rehenes.
Llámenlo como quieran, pero se trata de un importante retroceso por parte de Israel, con muchos asuntos pendientes, por así decirlo: la liberación de todos los rehenes; el regreso de los residentes a sus hogares en el sur y el norte; una configuración para administrar la Franja de Gaza, donde Hamas sigue siendo el líder de facto que goza de un respaldo popular masivo.
El general Halevi puso cara de valiente, afirmando que esto no significa el fin de la guerra, sino sólo que “estamos librando esta guerra de forma diferente… Los altos cargos de Hamas siguen escondidos. Llegaremos a ellos tarde o temprano… Tenemos planes y actuaremos cuando decidamos”.
Este final sin ceremonias de la guerra de Israel en Gaza después de seis meses está vinculado casi con toda seguridad a los avances comunicados en las negociaciones en El Cairo sobre la liberación de los rehenes. Bueno, ¡la tarjeta de puntuación de Israel no está del todo vacía! Además, el ataque de Damasco puede considerarse una patada de despedida a la Fuerza Quds (una división de élite de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán –CGRI– especializada en Guerra asimétrica y operaciones de inteligencia militar) a nivel operativo tanto en Irak como en Siria.
Pero Teherán tiene la noble tradición de considerar el martirio como la victoria definitiva de sus generales. De hecho, el general Mohammad Reza Zahedi no alcanzó el martirio en vano. Esto hay que explicarlo.
La dulce venganza de Irán
Independientemente de lo que diga el general Halevi sobre “vivir para luchar un día más”, existe un panorama más amplio, en el que por fin está tomando forma un acuerdo de tregua y toma de rehenes, lo que crea una dinámica totalmente nueva a su alrededor –más significativamente, en la política interior israelí que daría impulso a una nueva forma de pensar.
Israel es tradicionalmente rápido para adaptarse a circunstancias ajenas. Por segunda vez, Israel se retira de Gaza y esta vez, con su reputación como el gato por liebre de Oriente Medio seriamente dañada. Lo que también se pone de manifiesto es que Israel ya no puede dar por sentado el inquebrantable apoyo estadounidense.
El destacado comentarista israelí David Horowitz escribió con mordaz sarcasmo: “¿Es así como termina la guerra? No con una explosión, ni siquiera con un gemido…”. Pero si una guerra no concluyente puede aún producir la paz como resultado, debe ser bienvenida – e Irán no tendrá dudas al respecto. En esencia, la victoria de Hamas es también la dulce venganza de Irán. Hace que una represalia iraní directa contra Israel parezca carente de elegancia, algo anticuada y redundante.
Dicho esto, en fin de cuentas, a medida que pasan las horas no hay nada seguro hasta que se llegue a un acuerdo de tregua y liberación de rehenes. El péndulo sigue oscilando de un extremo a otro a cada hora.
Si se liberan las palomas de la paz atadas a los hilos del monedero de los Estados árabes ricos, el mayor ganador podría ser Biden. A diferencia de Barack Obama, ha trabajado duro para ganárselo. Ha desplegado toda su astucia como político. No es poca cosa intentar manipular a Netanyahu. Una victoria electoral en noviembre, posiblemente con un Nobel como trofeo, no es una idea descabellada.
(*) M. K. Bhadrakumar, diplomático jubilado, es uno de los más prestigiosos analistas de Asia sobre geopolítica mundial. Ocupó numerosos cargos relevantes en distintos gobiernos de India.