Shanghai. Por Wang Wen (*), Chongyang Institute for Financial Studies
La trascendencia mundial de 2022 se ha subestimado enormemente. Su importancia para la historia mundial supera con creces la de 2001, cuando se produjeron los atentados del 11 de septiembre, y la de 2008, cuando estalló la crisis financiera mundial.
En cambio, 2022 puede ser comparable a 1991, cuando terminó la Guerra Fría. Si hay una palabra clave, es “desoccidentalización”.
No se trata sólo del intento radical de Rusia, mediante el uso del poder militar, de intentar romper el orden internacional dominado por Estados Unidos. También se trata del levantamiento sin precedentes de países no occidentales contra el orden establecido en busca de una postura más independiente.
China, tras la exitosa convocatoria del XX Congreso de su Partido Comunista y a pesar de los retos de Covid-19 y de la recesión económica, sigue avanzando con paso firme hacia su objetivo de convertirse en una potencia socialista moderna en 2050.
En Brasil, la reelección de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente significa que el 80% de América Latina está ahora bajo gobiernos de izquierdas; en los últimos años, México, Argentina, Perú, Chile, Honduras, Colombia y otros países también han elegido líderes de izquierdas. Abogan por mantener las distancias con Estados Unidos y promover una mayor independencia e integración latinoamericanas.
En el Sudeste Asiático, que ha acogido recientemente las cumbres de la Asean, el G20 y la Apec, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático ha mantenido cuidadosamente la misma distancia con China que con Estados Unidos, reforzando su posición neutral mediante la solidaridad regional y la vitalidad económica.
En Asia Central, los líderes de Kirguistán, Kazajstán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán siguieron reforzando el mecanismo de consultas entre jefes de Estado y firmaron importantes documentos, entre ellos un tratado de “amistad, buena vecindad y cooperación para el desarrollo de Asia Central en el siglo XXI”. Manteniendo las mismas distancias con Rusia, Estados Unidos, Europa y otras potencias, Asia Central está entrando en una nueva etapa de consolidación nacional e integración regional.
En Oriente Medio, que ha vivido la primavera árabe y la guerra antiterrorista estadounidense, los 22 países del mundo árabe se centran cada vez más en su desarrollo estratégico e independiente. La Visión Saudí 2030, la Visión Nacional de Qatar 2030, la Nueva Visión de Kuwait 2035, la Visión de Omán 2040 y la Visión de Emiratos Árabes Unidos 2050, entre otras, son planes de desarrollo a largo plazo que han despertado las expectativas del mundo.
La reciente celebración del Mundial de Fútbol de Qatar, la Cumbre China-Estados Árabes y la Cumbre China-Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) también han impulsado el prestigio y la influencia mundial de la región.
Las potencias regionales que albergan sueños de grandeza también mantienen una distancia comedida con Occidente. India se ha resistido a la presión occidental para sumarse a las sanciones contra Rusia, manteniendo su política de cooperación con China y Rusia. Como presidente del Grupo de los 20, más conocido como G20, en 2023, India tiene una gran oportunidad de aumentar su influencia.
Occidente no puede detener esta tendencia
Los medios de comunicación occidentales tienden a centrarse en el escenario G2 de la competencia entre Estados Unidos y China, cuando el mundo está presentando un escenario de doble vía de hegemonía occidental frente a un desarrollo desoccidentalizado y más independiente.
Occidente no puede detener esta tendencia. Estados Unidos lideró el mundo en las grandes crisis del siglo pasado, pero su liderazgo se ha vuelto menos convincente tras la pandemia del Covid-19 y la guerra de Ucrania. Esto se ha producido mientras se enfrentaba a retos internos sin precedentes a la hora de abordar su propia epidemia de Covid-19, el conflicto racial, la recuperación económica y el orden político.
Mientras tanto, la cuota de Europa en la economía mundial sigue cayendo. Y la economía de la India ha superado a la de Gran Bretaña, su antiguo amo colonial, en un año en el que un hombre de ascendencia india se ha convertido en Primer Ministro británico.
Según las estadísticas oficiales chinas, la inversión extranjera directa de China en el exterior en 2020 ocupó por primera vez el primer puesto mundial. El país ya ocupa el primer puesto en producción manufacturera y comercio de bienes.
En los últimos años, China también ha superado a muchos países occidentales en la atracción de capital extranjero, lo que demuestra que el capital no siempre está bloqueado en Occidente. En 2022 entró en vigor el mayor acuerdo de libre comercio del mundo, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP). Esto es un reflejo de la pérdida del monopolio de Occidente sobre el libre comercio.
Esta desoccidentalización se extiende también a una creciente desdolarización del comercio mundial, a medida que los países se alejan del dólar estadounidense, y a una “desamericanización” de la tecnología.
En los últimos 20 años, la proporción del dólar estadounidense en las reservas internacionales ha caído de forma constante desde más del 70% a menos del 60%, rondando ahora su nivel más bajo en 25 años, según datos del Fondo Monetario Internacional. Con la cuarta revolución industrial, los países europeos y estadounidenses también han perdido su ventaja tecnológica en tecnología inteligente, computación cuántica, big data, 5G y más.
En conjunto, el mundo no occidental presenta un panorama como nunca antes se había visto. Su respuesta a la hegemonía occidental no pasa necesariamente por la confrontación, el conflicto o la insistencia en controles y equilibrios.
Por el contrario, simplemente se están sacudiendo el control occidental situando cada vez más sus intereses nacionales en el centro estratégico. Sus principales reivindicaciones son una política internacional más democrática y el respeto mutuo.
Se está construyendo una relación política más igualitaria entre Occidente y el resto, y ésta será una característica importante de la política mundial en esta tercera década del siglo XXI. No será un mundo apacible en 2023, pero el movimiento de desoccidentalización es irreversible y no hará más que evolucionar.
(*) Wang Wen es profesor y decano ejecutivo del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Presidente de Shanghai Chongyang Investment Group Co, Ltd. El RDCY es un “think tank” (centros de pensamiento) de nuevo estilo con características chinas. Hemos invitado a más de 90 antiguos políticos, banqueros y destacados académicos de más de 10 países en calidad de becarios senior. También cooperamos con “think tanks” de más de 30 países. Enlace al artículo original en inglés