Beirut. Por Alastair Crooke (*), Al Mayadeen Español
La resistencia de Hamas, sumada a la presión internacional sostenida como consecuencia de la continua masacre de Gaza, puede obligar en última instancia a los israelíes a negociar.
El asesor israelí de Seguridad Nacional, Tzachi Hanegbi, declaró el sábado en las noticias del Canal 12 israelí que la situación en la frontera con Líbano cambiaría. Dijo que si Hezbolá se negaba a retirar sus fuerzas del sur del río Litani, los israelíes tendrían que “tomar otras medidas para dictar una nueva realidad”.
Los israelíes están profiriendo claras amenazas contra Hezbolá en un intento de espolear a la comunidad internacional hacia un rápido “acuerdo diplomático”. Estados Unidos ya ha encargado a enviados estadounidenses y franceses que ofrezcan a Líbano importantes incentivos económicos para que acepte la zona tampón propuesta dentro de Líbano. No aceptaron; la parte libanesa dijo “no” en un tiempo doblemente rápido.
Así pues, los israelíes han dado un “ultimátum de 48 horas” a Líbano para que convoque al comité tripartito sobre la frontera e inicie negociaciones basadas en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para llegar a un acuerdo internacional por el que Hezbolá se retire al norte del río Litani y se desmilitarice el sur.
La Resolución 1701 –que se lanzó como una supuesta solución a la guerra del Líbano de 2006– es cualquier cosa menos clara (aprobada unánimemente por el Consejo de Seguridad el 11 de agosto de 2006). Nunca se ha aplicado según la interpretación israelí de sus disposiciones (que se cree una zona libre de Hezbolá al sur del Litani). Y la resolución sigue siendo objeto de acaloradas disputas: Hezbolá nunca estuvo de acuerdo, ni lo estuvieron efectivamente las Fuerzas Armadas Libanesas ni la ONU. Pero en agosto de 2006, el gobierno israelí estaba ansioso por encontrar una salida razonable a la guerra. No esperó a que se pusieran los puntos sobre las íes en la resolución.
En cualquier caso, las posibilidades de una retirada voluntaria de Hezbolá del sur del Líbano son claramente nulas.
Y Hanegby lo sabe. Pero el ministro de Defensa Yoav Galant ha declarado públicamente que quiere que los civiles israelíes desplazados del norte de Israel a raíz de las hostilidades entre Israel y Hezbolá tras los sucesos del 7 de octubre, puedan regresar a sus hogares en el norte de Israel en enero.
Estado sionista atacará Líbano
Los líderes de los residentes, sin embargo, han declarado categóricamente que de ninguna manera vivirán junto a una valla fronteriza con Hezbolá claramente visible al otro lado. Sólo cuando Hezbolá “desaparezca” considerarán la posibilidad de regresar, afirmaron.
Por tanto, lo más probable es que sean los israelíes quienes emprendan acciones militares para intentar cambiar el statu quo con respecto a Hezbolá. De hecho, Galant ha estado presionando a favor de una acción militar contra Hezbolá desde el inicio de la confrontación de Gaza (ya que ésta ofrecía una oportunidad sin precedentes para debilitar o destruir a Hezbolá, según Gallant).
Los principales medios de comunicación occidentales sugieren que el momento elegido está relacionado con la presión ejercida por el equipo de Biden sobre el Gabinete israelí para que concluya su acción militar en Gaza en enero, pero este análisis posiblemente concede demasiada importancia a la capacidad de la Casa Blanca para obligar a Netanyahu a cumplir sus dictados. El lobby israelí tiene una gran influencia en el Congreso estadounidense, y éste apoyará los intereses israelíes por encima de los de la Casa Blanca. Sería una Administración valiente (temeraria) la que se enfrentara frontalmente al Lobby.
Netanyahu entiende esto mejor que la mayoría: a menudo se ha jactado de que EEUU es “fácilmente manipulable”, y que él es quien mejor sabe cómo hacerlo.
En cambio, es más probable que el momento esté relacionado con la preocupación por cómo vender los “logros” del ejército israelí como un éxito a la opinión pública israelí, que está empezando a dudar de que Hamas esté cerca de la derrota, y está empezando a dudar también de que bombardear a civiles palestinos esté presionando a Hamas para que libere a más rehenes; más bien se considera que está arriesgando más vidas de rehenes.
El inepto intento del ejército israelí de presentar a los civiles palestinos acorralados, desnudos hasta la ropa interior, como soldados de Hamás que se rinden, no hace sino reforzar las sospechas de la opinión pública de que las fuerzas de Hamas siguen prácticamente intactas.
Si no se llega a un acuerdo durante este período hasta diciembre-enero de 2024 para devolver más prisioneros israelíes; si no se produce una rendición masiva de las fuerzas de Hamas; si no muere ningún miembro del alto mando de la organización… ¿aceptará la opinión pública israelí que la destrucción en Gaza (con el consiguiente daño a la imagen de Israel) supone un logro? ¿Se considerará un éxito?
Más bien la capacidad de resistencia de Hamas y la presión internacional sostenida como resultado de la continua masacre de Gaza pueden obligar en última instancia a los israelíes a negociar y, finalmente, llegar a un acuerdo (costoso) con el movimiento palestino.
Preparan terreno para invadir Líbano
Así pues, tal vez un cambio hacia el frente norte podría aliviar un poco la presión sobre Gaza, como señala Akhbar Ahmad en el Huffington Post: «Los analistas creen que el gobierno israelí podría contar con [atacar a Hezbolá] para distraer la atención de su controvertida operación en Gaza, que aparentemente ha tenido poco éxito importante a la hora de debilitar a los enemigos de Israel”. “Esto es definitivamente Israel tanteando el terreno, y están observando cómo reaccionará la comunidad internacional” –dijo un analista. “Está muy claro que hay un plan, y se está preparando el terreno para su aplicación”».
Y con los israelíes en una guerra de dos frentes, ¿cómo podría Washington siquiera pensar en restringir los suministros de municiones como forma de influencia política sobre el Gabinete israelí? Recordemos que la política israelí en Gaza y en el norte (frontera con Líbano) gozará de un apoyo abrumador por parte de la opinión pública, según los últimos sondeos israelíes. El Congreso estadounidense lo sabrá.
En cuanto al “eje de la Resistencia”, se espera un cambio hacia Hezbolá. Al igual que se esperaba la reacción israelí al 7 de octubre, se esperaba el fracaso israelí en su intento de derrotar a Hamas en Gaza y, probablemente, también se espera el posterior cambio a que los israelíes emprendan acciones militares para intentar cambiar el statu quo con respecto a Hezbolá.
Este cuidadoso cálculo de la Resistencia subraya que Hamas y sus aliados tienen una estrategia cuyos pasos en la cadena de la escalada están coordinados y proceden por consenso, evitando reacciones impulsivas ante acontecimientos que podrían sumir a la región en una guerra total, una guerra destructiva que ninguno de los “dirigentes del frente” desea ver.
Desde la perspectiva de la Resistencia, este “cambio” podría ser un acontecimiento bienvenido: significaría que la “guerra más amplia” contra los israelíes subiría un peldaño en la progresiva escalada, ya que serían los israelíes los que “estarían tomando medidas para (intentar) dictar una nueva realidad” en la frontera norte.
(*) Alastair Crooke ex diplomático británico, fundador y director del Foro de Conflictos con sede en Beirut, una organización que aboga por el compromiso entre el Islam político y Occidente.