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Gaza es un valle de sangre

Varias capitales. Agencias

Gaza es un valle de sangre Varias capitales. Agencias

Las escenas que vemos sobre la Franja de Gaza están más allá de la capacidad humana. Los niños mueren por las bombas, el hambre y el miedo, los heridos por falta de tratamiento, mientras las ambulancias y hospitales son bombardeados en vivo y en directo frente a las cámaras.

“¿Cuántos mártires palestinos necesita Israel para vengarse?, ¿Cuántas casas deben ser destruidas para satisfacer la maquinaria de agresión?, ¿Cuántos heridos deben desangrarse para que los invasores puedan disfrutar del sonido de los gemidos de los niños y de las escenas sobre asesinatos en masa de personas inocentes?”, preguntó el primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh.

Durante la reunión semanal del Gabinete, celebrada este lunes en Ramala, la capital de Cisjordania, Shtayyeh exigió una orden de arresto internacional contra los dirigentes israelíes y llamó a la Corte Penal Internacional a emitir una orden de captura contra los dirigentes israelíes.

Las personas de conciencia y defensoras de los valores humanos deben actuar rápidamente en el mundo para detener la agresión “que convirtió el Valle de Gaza en un valle de sangre”, destacó.

Mientras el mundo que se prepara para celebrar el Día Internacional del Niño, insto a Naciones Unidas a publicar fotos de los menores palestinos que se ausentaron de sus escuelas y jardines de infancia debido a la maquinaria de matar israelí, señaló el primer ministro palestino.

Asimismo, condenó las declaraciones del ministro de Patrimonio israelí, Amichai Eliyahu, quien consideró como una posibilidad el lanzamiento de una bomba nuclear sobre la Franja. Ese funcionario “quiere ver Hiroshima en Gaza”, denunció.

Al respecto, criticó “esos comentarios racistas que incitan a la matanza de nuestro pueblo” y acusó el jefe de Gobierno de esa nación, Benjamin Netanyahu, de justificar los asesinatos, las masacres y el genocidio.

Casi diez mil asesinados

Tras casi un mes de bombardeos israelíes contra el área costera, la cifra de muertos en la Franja de Gaza aumentó a nueve mil 770 y la de heridos a más de 22 mil, a lo que se suman 1,5 millones de desplazados, de acuerdo con datos de Naciones Unidas.

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA) denunció el lunes que en las últimas 48 horas fueran asesinados otros cinco de sus empleados con lo cual suman 79 los trabajadores humanitarios de la ONU masacrados por los bombardeos israelíes contra la Franja de Gaza. También resultaron heridos 24 integrantes de su plantilla.

Una abuela y tres de sus nietos murieron por un bombardeo israelí contra un vehículo civil cerca de la ciudad sureña de Ainata, Líbano.

UNRWA expuso la grave situación que viven los pobladores palestinos, los cuales, obligados a desplazarse de sus lugares de origen, carecen de alimentos, atención sanitaria y hasta agua.

A un día de cumplirse un mes del inicio de la guerra en curso, 18 agencias de Naciones Unidas firmaron una declaración conjunta solicitando un alto el fuego inmediato en el enclave palestino. Los firmantes del llamamiento incluyen a Volker Turk, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Tedros Adhanom Ghebreyesus, jefe de la Organización Mundial de la Salud y Martin Griffiths, jefe de ayuda de la ONU.

En la declaración conjunta, aseguraron que “toda una población está asediada y atacada, se le niega el acceso a lo esencial para sobrevivir, se bombardean sus hogares, refugios, hospitales y lugares de culto. Esto es inaceptable”.

“Necesitamos un alto el fuego humanitario inmediato. Han pasado 30 días. Ya es suficiente. Esto debe terminar ahora”, aseguraron en el documento.

El Ministerio de Salud de Palestina informó que más de 200 personas murieron solo durante la noche del domingo a causa de los bombardeos. El ministerio denunció también que dejaron de prestar servicio en Gaza 16 de los 36 hospitales y 51 de los 72 centros médicos debido a los incesantes bombardeos, daños o falta de combustible para generar electricidad.

El balance mortal de los incesantes ataques del Ejército sionista contra Gaza, incluidos campos de refugiados, ya llega a 10,022 víctimas mortales, incluidos más de 4,104 niños y 2,550 mujeres. Otras 25,408 sufrieron heridas y graves quemaduras.

Colonos asesinan en Cisjordania

Las autoridades palestinas han elevado a 155 los palestinos muertos en Cisjordania y Jerusalén Este por disparos de las fuerzas israelíes y ataques por parte de colonos.

La vida en Zanuta, una aldea palestina situada en lo alto de una cresta ventosa en las desoladas colinas del sur de Hebrón, en lo profundo de la Cisjordania ocupada, nunca ha sido fácil. La comunidad está formada en su mayoría por pastores que cuidan cabras y ovejas en este árido paisaje durante los sofocantes veranos y los gélidos inviernos, y que se han negado rotundamente a abandonar sus hogares a pesar de las crecientes dificultades que plantean los soldados sionistas, por un lado, y los colonos israelíes, por el otro.

Sin embargo, tras semanas de creciente hostilidad y violencia por parte de los colonos israelíes tras el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, los 150 residentes de Zanuta han tomado la decisión conjunta de marcharse. Colonos armados –algunos con uniformes del ejército de reserva, otros con la cara cubierta– han empezado a irrumpir en sus casas por la noche, golpeando a los adultos, destruyendo y robando pertenencias y aterrorizando a los niños.

Durante décadas han librado una lucha a la desesperada por conservar sus tierras, pero ahora los miembros de la comunidad han llegado a la conclusión de que han perdido.

La semana pasada, los hombres y mujeres lloraban mientras vaciaban sus hogares y empaquetaban al azar paneles solares, comida para animales y objetos personales en camionetas. El ruido de la demolición de las casas ahogaba los balidos de los corrales de los animales y levantaba polvo y escombros que desgarraban los ojos y la garganta.

“Es una nueva Nakba”, lamenta Issa Ahmad Bagdad, de 71 años, en referencia a la expulsión de 700 mil palestinos en 1948, tras la creación de Israel: “Mi familia se va a Rafat. Pero no conocemos a nadie allí. No sabemos qué explicación deberíamos dar a los niños”.

Israel anexa nuevas zonas palestinas

Masafer Yatta, un conjunto de aldeas de pastores entre las que se encuentra Zanuta, está en la zona C, el 60% escasamente poblado de Cisjordania bajo pleno control israelí y bajo amenaza de anexión. Aquí, las cisternas de agua, los paneles solares, las carreteras y los edificios palestinos son demolidos con frecuencia por carecer de permisos de construcción, casi imposibles de obtener, mientras florecen los asentamientos ilegales israelíes circundantes.

Según una investigación de Kerem Navot, una ONG que supervisa la actividad de los colonos, en los últimos cinco años los colonos israelíes que pastorean ovejas se habían hecho con el control del 10% de la zona C. Sin embargo, sólo en el último año, los colonos de los puestos avanzados de pastoreo se han anexionado unos 110 mil dunams, es decir, 110 kilómetros cuadrados de Cisjordania. Como dato comparativo, la totalidad de las zonas de asentamientos israelíes construidas desde el inicio de la ocupación en 1967 abarca sólo 80 kilómetros cuadrados.

“Desde que los colonos abrieron la granja de Mitarim, al otro lado del valle, hace tres años, vivimos tiempos difíciles en la aldea. Ha sido más difícil sacar las ovejas, y los jóvenes colonos destruyen cosas como las cosechas, o roban ovejas, o llaman al ejército para que venga a acosarnos. Pero ahora están entrando en nuestras casas. Mis hijas están aterrorizadas”, afirma Amin Hamed al-Hudarat, de 41 años, mientras rompe a llorar.

“Había pensado que quizá tendríamos que marcharnos antes, pero no esperábamos que ocurriera de esta manera. No puedo creer que mañana tenga que abandonar mi hogar. Vamos a acampar en las afueras de Deira, pero no sé qué pasará después, qué haré para trabajar, qué haremos con las ovejas. Mi vida está en Zanuta. La comunidad se está desintegrando. No sé cuándo volveré a ver a mis vecinos para charlar, contar historias y tomar café”, relata entre sollozos Amin Hamed.

Tras una batalla legal de años, el Tribunal Supremo de Israel falló el pasado mes de mayo a favor de las FDI [el Ejército israelí] que un área de 3 mil hectáreas de Masafer Yatta seguiría siendo una zona de entrenamiento militar, conocida como Zona de Tiro 918. Según el derecho internacional, esta sentencia es ilegal y constituye una de las mayores decisiones de expulsión desde que comenzó la ocupación.

La violencia es peor que nunca

Desde entonces, el ejército y los colonos israelíes no han dejado de aumentar la presión para tratar de obligar a la comunidad palestina de la Zona de Tiro, así como a los que viven en decenas de pueblos cercanos, a marcharse.

Las demoliciones de casas, carreteras e infraestructuras palestinas han aumentado desde la sentencia del tribunal, mientras que los pastores afirman que el ejército les ordena periódicamente que abandonen las tierras de pastoreo, de las que luego se apoderan los colonos, o los colonos los expulsan.

El ejército ha impedido las entregas de agua y pienso, así como las visitas de organizaciones humanitarias y activistas israelíes de izquierdas que solían contribuir a disuadir la violencia de los colonos. Desde el 7 de octubre, los colonos han empezado a golpear y a utilizar fuego real contra los activistas, así como contra los palestinos.

Los nuevos puntos de control han aislado completamente pueblos como Jimba, lo que dificulta la salida de sus habitantes. Los soldados retienen e interrogan a los palestinos, a veces durante horas, y se han confiscado decenas de coches sin licencia, obligando a los residentes a utilizar burros en su lugar.

Bajo esta campaña de desgaste, algunas familias ya han tomado la difícil decisión de marcharse, la mayoría de ellas a la cercana ciudad de Yatta. Durante la visita de The Guardian a la zona hace un mes, dos familias de Khirbet ar-Ratheem, cerca del asentamiento de Asael, insistieron en que no se irían, a pesar de la presión. Hoy se han ido.

Nasser Nawadja, investigador sobre el terreno de la aldea de Susiya para el grupo israelí de derechos humanos B’Tselem, afirma que ahora que aldeas enteras como Zanuta se han quedado sin población palestina, se teme que se produzca un efecto dominó en la zona. El investigador ha sido agredido y detenido en numerosas ocasiones durante su trabajo.

“La violencia de los colonos es ahora peor que nunca. A veces llevan uniformes de reservistas, y ya no sabemos quién es el ejército y quién es un colono”, afirma: “A los habitantes de Tuba les han dado un ultimátum de 24 horas para que se marcharan, de lo contrario, los colonos amenazan con volver y matarlos. Eso fue el sábado. No sabemos qué pasará después”.

Según B’Tselem, en las últimas tres semanas 858 palestinos de 32 comunidades diferentes, y 13 comunidades enteras en total, han sido desplazados por la fuerza. Las cifras aumentan cada día que pasa.

Desastre hospitalario

Hamas ha instado este lunes al secretario general de la ONU, António Guterres, a formar “un comité internacional” para visitar los hospitales en la Franja de Gaza para, de esa forma, “comprobar la falsa narrativa” de Israel sobre el uso de centros médicos como instalaciones militares.

El movimiento de la resistencia palestina ha denunciado que el Ejército sionista difunde falsedades cuando afirma que ellos mantienen estructuras subterráneas bajo hospitales con fines militares.

Asimismo, el gobierno palestino condenó el lunes los planes israelíes de crear zonas de seguridad en Cisjordania, al señalar que esos proyectos solo sirven para dar cobertura a sus objetivos coloniales y expansionistas, y llamó al mundo a adoptar una postura firme contra la colonización israelí en Palestina.

El Ministerio de Asuntos Exteriores y Emigrantes rechazó un llamamiento en ese sentido realizado por el ministro israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, conocido por sus posturas racistas y antiárabes.

El verdadero objetivo de esos planes es robar más tierra palestina y anexarla a las colonias y puestos de avanzada judíos levantados en la Ribera Occidental, denunció la Cancillería. La idea es profundizar y expandir la colonización como parte integral de la anexión gradual declarada de la Cisjordania ocupada, incluida la zona oriental de la ciudad de Jerusalén, subrayó.

Jordania advierte

El primer ministro de Jordania, Bisher al Jausaneh, ha dicho este lunes que su país considerará como “una declaración de guerra” cualquier intento de Israel para desplazar a los palestinos de la Franja de Gaza y Cisjordania, algo que para el reino hachemita representa “una línea roja”.

“Cualquier intento o creación de las condiciones para desplazar a los palestinos de Gaza o Cisjordania es una línea roja y Jordania lo considerará una declaración de guerra”, ha avisado el primer ministro durante una reunión con diputados y el presidente del Parlamento jordano.

En este sentido, ha apuntado que para Jordania “todas las opciones están sobre la mesa” para “abordar la agresión israelí contra Gaza”, además de “las repercusiones” que pueda tener a escala regional.

También ha pedido a la comunidad internacional, en referencia a Europa y Estados Unidos, que deje de darle a Israel “una autorización para matar a civiles palestinos”, y ha reiterado que la campaña masiva de bombardeos contra la Franja de Gaza “constituye una violación flagrante de la ley y del derecho internacional humanitario”.

Daños irreversibles

La guerra ha destruido en apenas un mes el 61% del empleo en la franja de Gaza (182 mil puestos de trabajo) y el 24% en Cisjordania (208 mil empleos), según ha concluido en un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Esta pérdida total de 390 mil puestos de trabajo en las dos zonas que conforman el Territorio Palestino Ocupado se traduce en una pérdida de ingresos laborales diarios de 16 millones de dólares, una cifra que la OIT teme que aumente si se intensifican las operaciones militares en Gaza y continúa la crisis humanitaria.

“Las hostilidades en curso no sólo representan una enorme crisis humanitaria (…), también una crisis social y económica que ha causado enormes daños a empresas, con reverberaciones que se sentirán durante muchos años”, ha subrayado al publicarse el informe la directora regional de la OIT para los Estados árabes, Ruba Jaradat.

Además, se produce en un territorio, la franja de Gaza, que ya sufría una de las tasas de desempleo más altas del mundo (46,4% en el segundo trimestre de 2023), según recuerda la organización internacional.

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