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Europa tiene miedo y está desesperada

Beirut. Por Alastair Crooke, Al Mayadeen

Europa tiene miedo y está desesperada Beirut. Por Alastair Crooke, Al Mayadeen

Uno de los principales periódicos del establishment europeo afirma que “lo que mueve actualmente la política europea es el miedo”. Los titulares resuenan con aprensión: “Las élites alemanas huyen despavoridas mientras Putin hace llover muerte sobre Ucrania”.

El Primer Ministro británico Rishi Sunak convoca una rueda de prensa de urgencia para advertir del “riesgo que corre la democracia” a causa del “extremismo” en vísperas de la victoria electoral de George Galloway, una “espina” elocuente, aunque algo revoltosa, en el costado de la política convencional (pero difícilmente un “extremista”).

También en EEUU la esfera liberal está en crisis por la publicación de un libro que acaba de salir a la venta: White Rural Rage: The Threat To American Democracy (La rabia rural blanca: La amenaza a la democracia americana), en el que “los blancos rurales son [descritos como] la demografía más racista, xenófoba, antiinmigrante, antigay y antidemocrática” de Estados Unidos. No creen en la independencia de la prensa ni en la libertad de expresión”, y son “los más propensos a aceptar o excusar la violencia”.

Por supuesto, el miedo está siendo –en primera instancia– desviado hacia la afirmación de que esto es de alguna manera “obra” de Rusia, una “amenaza” inminente avivada por las afirmaciones de las “aspiraciones imperiales” del presidente Putin, mucho más allá de Ucrania. Sin embargo (invirtiendo el meme habitual de los medios de comunicación), no hay absolutamente ninguna prueba de estas afirmaciones (de todo lo que Putin ha dicho a lo largo de los años).

Lo que está asustando a Occidente de forma más inmediata son las derrotas en cascada infligidas a las fuerzas ucranianas tras la derrota de Avdeevka. El nuevo comandante ucraniano, el general Syrski, tras la huida, anunció una retirada a nuevas líneas de defensa, pero como algunos habían predicho, resultó que las “líneas más favorables” que Syrski promovió no existían.

Los fotógrafos ucranianos Konstantin y Vlada Liberov, que documentan la guerra desde tierra, exigieron a Syrski: “Entonces, ¿cuál es la próxima “fortificación” Pokrovsk? ¿O sólo Konstantinovka?

¿Dónde está esa segunda línea de defensa? Yuri Butusov, editor en jefe de Censor, después de su viaje a esta área, pregunta: “No hay palabras. Gap: aquí en Kiev – el comandante supremo en jefe dice una cosa, pero en el frente está sucediendo algo completamente diferente. Quiero decir que hasta ahora no se han construido fortificaciones más allá de Avdeevka. Vi aviones no tripulados rusos atacando a nuestros soldados en sus madrigueras, en medio de un campo”.

No hay líneas de defensa construidas –sólo improvisaciones apresuradas– mientras que Ucrania recurre simplemente a arrojar sus reservas a la deficiencia– para apuntalar la retirada incremental. ¿No vieron los líderes de la OTAN esta laguna en la línea de defensa? Aparentemente no…

Así que una de las etapas del pánico actual es precisamente la siguiente: la UE ha invertido mucho en su proyecto de Ucrania, y ahora ve cómo se desmorona rápidamente. De ahí que el presidente Macron haya convocado apresuradamente a los Estados de la UE (con 24 horas de antelación) al Palacio del Elíseo para escucharle advertir que la situación sobre el terreno en Ucrania era tan crítica y que lo que está en juego para Europa era tan grande que: “Estamos en un punto crítico del conflicto en el que tenemos que tomar la iniciativa: estamos decididos a hacer lo que sea necesario durante el tiempo que sea necesario”.

Sin embargo, lo que Macron propuso en realidad sorprendió a los líderes reunidos. Abogó por el envío de destacamentos de fuerzas especiales europeas a Ucrania, no tanto para luchar directamente contra las fuerzas rusas, sino para actuar como elementos de disuasión estratégicos vulnerables a Rusia –que, si fueran atacados, provocarían una represalia total de la OTAN contra Rusia.

Estas fuerzas tripwire (cable trampa), afirmó Macron, constituirían un elemento disuasorio estratégico para el espacio de maniobra militar de Moscú, oasis de la OTAN ‘intocable’, esparcidos por Ucrania. Sus colegas, horrorizados, temblaron; vieron los cables colocados como la cinta transportadora que conducía a la Tercera Guerra Mundial: “Locura”, y “no, gracias”.

La “otra pierna” de la desesperación europea se regaló cuando el primer ministro Sunak se apresuró al micrófono tras los resultados de las elecciones parciales de Rochdale para advertir que la democracia está en peligro por el extremismo.

Un comentarista opinó: “Rishi Sunak tenía razón: Esto no es política, ni siquiera del tipo radical… Se trata de una rabia incoherente que está dispuesta a hacer causa común con cualquier otro que se enfurezca incluso por motivos contradictorios”.

Si esta reacción le parece un poco exagerada –sólo porque George Galloway ganó abrumadoramente en Rochdale– déjenos “unir los puntos” para usted:

El mismo comentarista (Janet Daley en el Telegraph) afirma: “Para poner esto al día, ahora tenemos una entidad llamada Partido de los Trabajadores –un nombre que evoca la tradicional dedicación de la izquierda a los intereses de la clase trabajadora– que ha ganado unas elecciones parciales en Rochdale mezclando de alguna manera la causa palestina en Gaza con las necesidades de la clase trabajadora local”.

¡Ay! Eso es lo que duele. Ecos aquí de las primarias de Michigan en EEUU, donde una coalición de grupos pro-palestinos que se habían fijado un modesto objetivo de 10.000 votos “no comprometidos” –el margen de victoria de Trump en Michigan en 2016– para enviar un mensaje al presidente Biden de que la frustración de los votantes por la guerra de Gaza podría costarle caro en las elecciones de noviembre. Sin embargo, el apoyo pro-palestino superó el objetivo de los 10 mil y alcanzó casi los 101 mil 400 votos.

Mensaje enviado y, como indica la desesperación electoral en los círculos demócratas, “mensaje recibido”.

Para ser claros: Los acontecimientos de Gaza y Ucrania están desentrañando estructuras de control del poder político de larga data en la UE, en Europa y en EEUU. Por eso hay pánico y repliegue.

(*) Alastair Crooke es un antiguo diplomático británico, fundador y director del “Foro sobre Conflictos”, con sede en Beirut.

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