Managua. Por Rosario Murillo (*), Vicepresidenta de Nicaragua
¡Corazón fuerte, alma fuerte, espíritu grande de las familias nicaragüenses!
Aquí estamos, en esta vida, en estos caminos que Dios dispone para el mundo, para nuestra Nicaragua; en estos caminos que Dios dispone para estos tiempos de lo que llaman “civilización”. Estos tiempos donde muchos niegan las civilizaciones, las culturas, donde todos sabemos que hay civilizaciones, que hay culturas, y que los pueblos que pertenecemos a esas culturas, a esas civilizaciones, merecemos vivir con todos los derechos.
Sabemos reconocer la fuerza de los pueblos, que reclamamos derechos, que reclamamos equidad, respeto, que reclamamos nuestra presencia en este mundo, al que tanto hemos contribuido.
¡Cuánta contribución de los pueblos, de la riqueza robada a los pueblos! ¡Cuánta contribución a la ciencia, a lo que llaman desarrollo, a las tecnologías, a las técnicas que ahora todos usamos! Y decimos: bueno, en todo lo que contribuya al avance, estamos bien; en todo lo que destruya, en vez de construir, estamos mal.
Pero sobre todo nos hace falta reconocer de dónde viene cada avance, de dónde llega el recurso y los recursos para sostener la investigación y el desarrollo científico, que nos pertenece a todos, que no pueden negarles a los verdaderos creadores de riqueza que somos los pueblos. Todo ese avance viene de cada uno de nuestros países, donde los poderes coloniales, neocoloniales, imperiales, nos han arrebatado tanto. Y lo han dilapidado. ¿Por qué? Porque invertir en un desarrollo sólo para unos, y negar el desarrollo para los demás, no sólo es injusto: es irreal y provoca y produce las rebeliones, que sí son justas y que sí caminan, y que sí representan el derecho de todos.
Hoy es 11 de octubre, en este mundo y en esta vida, la vida real y la vida virtual, donde tanto se inventa, donde tanto se niega, donde se presentan realidades que no son reales, aparentes, realidades al gusto de la ambición del cliente, “al gusto del cliente”. Y cómo en ese mundo, que no es virtuoso, se destruyen honras, familias, pueblos, procesos, modelos. Se destruyen al gusto del cliente, del que opera la maquinita de donde salen las calumnias, los infundios, las mentiras, esas irrealidades de una conciencia seca, vacía, marchita.
Porque la conciencia de los seres humanos debe florecer con el despertar de cada día. Cada día despertarnos a estas realidades, no las irrealidades que nos quieren imponer. En estos tiempos del mundo no es posible imponer irrealidades. Las realidades del mundo, despertarnos y decir: ¡basta ya! ¡Basta ya de tanto atrevimiento! ¡Basta ya de tanto despojo! ¡Basta ya de tanta negación de derechos! ¡Basta ya de oponerse a la vida, y de defender la muerte! ¡Basta ya!
En estos tiempos del mundo el despertar se impone, eso sí se impone, despertar, abrir los ojos y ver con claridad, qué somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, qué podemos, que debemos, porque podemos, porque debemos, cambiar este mundo de injusticia, de mentira, de falsificación, de ficción, de fingimiento. Cambiar este mundo y establecer, entre todos y por el bien de todos, las verdades verdaderas. Y reconociendo las verdades, trabajar para afianzarlas todos los días, desde la justicia.
Justicia es lo que reclama la humanidad, justicia y paz. ¡Justicia y paz! Y al reclamarla los pueblos, al reclamarla la familia humana, debe ser un reclamo global y verdadero, y sobre todo, conectando con el dolor, el sufrimiento, que no puede seguir en ninguna parte. No conectando con los victimarios, de décadas, de siglos, sino con el dolor que han causado, para que se detenga; con los crímenes que han cometido, para que no los vuelvan a cometer; con los genocidios que han cometido y que en algunas partes del mundo desgraciadamente siguen cometiendo, y también, desgraciadamente, con bendiciones.
Pero, bueno, la fe nos salva, la fe de cada uno, la fe en la vida y en la esperanza y en la redención y en la salvación. La fe que es Cristo, para nosotros los cristianos… Cristo Jesús manifestándose todos los días, desde su entrega suprema al bien de la humanidad.
Porque somos creyentes, porque somos cristianos, porque tratamos de vivir consecuentemente la doctrina cristiana, es que sabemos que el mundo va cambiando y que es en cada corazón que debe habitar el principio, los principios, los valores que nos lleven a refundar, no sólo las Naciones Unidas, hablamos de refundación de las Naciones Unidas, de cambio; el mismo sentido de nuestro paso por este mundo, como humanidad verdadera, con buen corazón, con buena esperanza, con certezas, que son luchas y que anuncian ya todas las nuevas victorias. “El sol que anuncia ya todas las nuevas victorias”, así cantó Darío, así cantamos nosotros.
Recordemos, sólo recordemos: ¿Qué nos entregaban? Infamia. ¿Qué nos entregaban? Dolor. ¿Qué nos entregaron cuando trancaron este país? ¿Qué nos entregaron? Destrucción, sufrimiento, obstrucción del progreso. ¿Qué tenemos ahora? ¡Nuevas victorias! Y son victorias de la Patria y de la paz. Son victorias que vemos todos los días: escuelas, hospitales, centros de salud, carreteras, puentes, caminos, viviendas. ¡Gracias a Dios! Y en buena esperanza y en buen corazón, ¡vamos por más victorias!
Yo recuerdo, cuando anunciamos que construiríamos el nuevo estadio Roberto Clemente en Masaya, en ese mundo nada virtuoso de la irrealidad y desgraciadamente del odio, dijeron “¡no es cierto! ¿Con qué riales?”. Así, con esas vulgares palabras: “¿con qué riales lo van a hacer?”. Y vimos que se hizo. Y estamos viendo que se inaugura el 25 de noviembre con un juego muy importante y también muy emotivo entre las selecciones nacionales U-23 de Nicaragua, y Puerto Rico, Patria de Roberto Clemente. Y estamos viendo que seguiremos jugando ese deporte rey que tanto gusta en Nicaragua, en un estadio que lleva el nombre de nuestro Héroe Roberto Clemente.
Lo que no se puede, ni se podrá nunca, es destruir el alma del pueblo nicaragüense, como quisieron… Pero ni pudieron, ni podrán! Somos un pueblo de gran espíritu, un pueblo luchador, trabajador, un pueblo heroico, un pueblo digno, un pueblo grande, un pueblo de amor, y estas son bendiciones que recibimos de nuestro Padre Celestial y que sabemos trabajar.
(*) Extractos de su alocución al mediodía del miércoles 11 de octubre, a través de Multinoticias, Canal 4 de Televisión.